¿Es el final de la hegemonía del dólar como moneda de reserva?
Las medidas extraordinarias de estímulo aplicadas por la Administración de Joe Biden en Estados Unidos podrían debilitar la confianza de los inversores en el dólar y minar el liderazgo de la moneda si la inflación se dispara.
El gestor de fondos estadounidense Stanley Druckenmiller hizo la advertencia apocalíptica este mes de que el dólar podría dejar de ser la moneda global de reserva en 15 años.
"No logro encontrar un periodo de la historia donde la política fiscal y la monetaria estuviesen tan desligadas de las circunstancias económicas", declaró el consejero delegado de Duquesne Family Office.
¿Caída en desgracia del dólar?
Durante cuatro décadas, el dólar ha sobrevivido a las predicciones que auguraban su final. Pero las opiniones de Druckenmiller no deberían desestimarse. Después de todo, es el hombre que junto a Soros "doblegó" al Banco de Inglaterra cuando en 1992 hizo una apuesta enormemente rentable por que la libra esterlina abandonaría el Mecanismo Europeo de Cambio.
El mundo ha avanzado gradualmente hacia un sistema con varias divisas de reserva. Antes incluso de la pandemia de coronavirus y de las condiciones económicas extraordinarias que ha generado, ya había signos de que el dominio del dólar estaba disminuyendo.
La última encuesta del FMI sobre las reservas oficiales de moneda extranjera muestra que la proporción de reservas en dólares en posesión de los bancos centrales cayó al 59% durante el cuarto trimestre de 2020 -su nivel más bajo en 25 años-, frente al 71% cuando se lanzó el euro en 1999.
Esta tendencia es lógica. Como sostiene desde hace tiempo Barry Eichengreen de la Universidad de California, Berkeley, EEUU acaparó la mayor parte de la producción industrial fuera de la Unión Soviética después de la Segunda Guerra Mundial.
Por ello, era lógico que el dólar fuese la principal divisa utilizada por exportadores e importadores en sus operaciones comerciales, y que imperase en los préstamos internacionales y en las reservas de los bancos centrales.
Ahora que EEUU representa menos de una cuarta parte del producto interior bruto mundial, esto tiene menos sentido, y da pie a denunciar el "desorbitado privilegio" del que goza el Gobierno estadounidense al poder financiarse a precios más bajos gracias a la mayor demanda de su deuda por papel del dólar como moneda de reserva.
Otro aspecto es que la Reserva Federal, que tiene un mandato puramente doméstico, fija una política monetaria para todo el mundo que en el caso de muchos países dista de ser la óptima.
Los últimos datos del FMI confirman que ese privilegio se erosiona a medida que los países que comercian con la eurozona y se financian de ella atesoran cada vez más euros. Ese proceso está sucediendo ahora con China y el yuan. Pero la erosión ha sido muy gradual.
La pregunta es si se dan las circunstancias para que el todavía dominio del dólar se convierta de repente en el derrumbamiento del dólar.
Credibilidad en juego
Ser la divisa de reserva ofrece enormes ventajas procedentes de la inercia, pero también de los efectos de red. Cuanta más gente utiliza el dólar, más útil es para los demás. Y el liderazgo de la economía mundial no cambia a menudo. Suelen ser necesarios devastadores conflictos militares.
Dicho esto, existe un amplio consenso en que la mayor amenaza única en tiempos de paz para el estatus de una moneda es la mala gestión económica y financiera. Y dado que la Fed ha renunciado a su compromiso de endurecer la política anticipándose a la inflación, y la fuerte intervención del presidente Joe Biden en materia de política fiscal, crece el miedo a que la inflación pueda debilitar la divisa.
Esos temores han sido expresados con más énfasis por el exsecretario del Tesoro demócrata Larry Summers, que ha advertido que la administración Biden aplica "la política macroeconómica fiscal menos responsable que hemos tenido en 40 años".
Summers declaró en una entrevista a Financial Times que "cuando se explica que la Fed tiene un paradigma completamente nuevo... resulta algo difícil entender por qué no deberían cambiar las expectativas".
Y añadió: "Presenciamos un episodio que creo que difiere cuantitativa y cualitativamente de todo lo sucedido desde los días de Paul Volcker en la Fed, y parece lógico que pueda provocar cambios significativos en las expectativas".