Crecen los depósitos a plazo fijo, pero el crédito no despega: en el mercado ven inminente una nueva baja de tasas
Desde el punto de vista del gobierno, están dadas todas las condiciones para un nuevo recorte de las tasas: la inflación está en descenso, los depósitos bancarios en plazo fijo volvieron a aumentar y el crédito al consumo sigue sin reaccionar.
A esta altura, Toto Caputo dio por terminada la polémica respecto de si es correcto o no el mantenimiento de una tasa negativa en términos reales respecto de la inflación. Su argumento contra las críticas siempre fue que, para el ahorrista argentino, la comparación realmente válida era la de la devaluación esperada, que hacía que la tasa del plazo fijo, medida en dólares, fuese atractiva.
Ese razonamiento se probó válido en febrero -cuando la rentabilidad del plazo fijo fue de un inédito 27% mensual en dólares- y en marzo, cuando se ubicó en un 9,7%. En ese contexto, se registró un punto de inflexión en el comportamiento de los depositantes: la afluencia de pesos, que venía de siete meses consecutivos de caída, tuvo un rebote.
Así, a fines de marzo se registró un stock depositado que subió un 5,6% respecto de febrero, en términos reales.
Es, por un lado, una confirmación en el sentido de que no se produciría una fuga de depositantes, a pesar de la baja de tasas de hace un mes, cuando el Banco Central recortó a 6,7% mensual su remuneración a los bancos por los pases pasivos y, a su vez, los bancos les bajaron a los depositantes la rentabilidad del plazo fijo, que quedó en torno de 6% mensual.
Y, además, es una señal de vía libre para continuar bajando la tasa, una política que Caputo considera parte fundamental de su licuación de pasivos monetarios.
Reticencia a tomar crédito
Pero, aun así, sigue sin cumplirse uno de los principales objetivos del gobierno: que el sector privado vuelva a demandar crédito, de forma que los bancos ya no tengan como principal negocio la colocación de fondos en el Central.
Un reporte de la consultora LCG muestra que, en marzo, la caída del crédito fue de 6,4% real contra febrero. En la financiación con tarjeta de crédito fue donde se registró el mayor recorte, un 7,7% de un mes a otro, un verdadero desplome que confirma que el escenario recesivo tiene al consumo interno como principal variable. En los préstamos personales, la baja fue menor, del orden de un 3,1% mientras en los prendarios de un 4,9%.
La caída del crédito también fue para las empresas, aunque en menor medida que para el consumo: un 4,1% real en marzo respecto de febrero.
Son cifras que están en línea con lo que advertía la encuesta de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa, que arrojó para marzo una disminución en las ventas por un 12,6% interanual.
Y el presidente de CAME, Alfredo González, confirmó que uno de los fenómenos que se está notando es la retracción de la gente en el uso de la tarjeta de crédito. En parte por el costo financiero -que, aun con tasas más bajas, todavía se percibe alto- y en parte también por la incertidumbre laboral, que hace que la gente dude sobre si tomar crédito porque no sabe si lo podrá pagar en los próximos meses.
La situación es clara: la tasa, aun en términos negativos frente a la inflación, sigue siendo un disuasivo tanto para los consumidores individuales como para las empresas.
Todo al "efecto licuadora" sobre los pesos
Pero, sobre todo, el argumento que el gobierno ve es de tipo macroeconómico. El dato de inflación que se conocerá el viernes se ubicará en torno del del 10,5%, un nivel muy inferior al 14% que las consultoras privadas pronosticaban hasta hace algunas semanas.
El principal freno se produjo en el rubro de alimentos, que registrará un incremento de precios de un dígito, haciendo de contrapeso para el rubro de servicios, que están poniéndose al día luego de meses de represión.
El gobierno ve allí el permiso para profundizar su política de "licuadora" con el objetivo de limpiar el balance del Banco Central. El propio Caputo destacó que, gracias a esa política de tasas evolucionando por debajo de la inflación, se logró un recorte de 38% en la base monetaria amplia -la que incluye el dinero circulante más los encajes bancarios-.
Según estimó el ministro, si se hubiese seguido el consejo de quienes pedían una suba de tasas como remedio contra la inflación, el gobierno habría tenido que emitir el equivalente a una base monetaria por mes durante los meses de verano.
"Y ahora todo el mundo estaría hablando de la bola de pases. Pero, además, habríamos generado nuestra propia corrida. Porque pagando una tasa de 30% en diciembre, 25% en enero y 20% en febrero, habría dejado a los ahorristas una ganancia en dólares de más del 100%, entonces todo el mundo estaría esperando que liberara el cepo para facturar su propia ganancia, y todo el mundo estaría criticando el carry trade", argumentó Caputo en una reciente entrevista con TN.
En definitiva, lo que el ministro está planteando es que su visión fue la correcta, y que -a diferencia de lo que suele hacerse en todo el mundo-, la economía argentina no necesitaba más tasa sino menos.
Ahora, con un sendero descendente para el IPC, que probablemente en abril volverá a un dígito, en el mercado se da por obvio que un recorte de la tasa es lo que viene. Y ya hay señales indirectas en ese sentido, como por ejemplo la tasa implícita de los contratos del dólar futuro -casi todas por debajo del 4,5%-.
Actualmente, lo que el BCRA remunera a los bancos está en 80% nominal anual -un 6,7% efectivo mensual-.
La especulación del mercado es que, dado en nuevo escalón de la inflación, esa tasa de política monetaria podría bajar al entorno del 70%, lo que dejaría una renta mensual de 5,8%. En consecuencia, la tasa que los bancos remuneran a los ahorristas de plazo fijo -que ya no tiene un nivel mínimo obligatorio-, podría ubicarse en torno del 5% mensual.
Aun con ese recorte, el plazo fijo seguiría redituando una ganancia en dólares, siempre y cuando el plano cambiario siga mostrando calma. De momento, el blue y el dólar "contado con liqui" mantienen su tendencia descendente, algo que el gobierno cree que se mantendrá gracias al aporte de dólares de la exportación agrícola, que entra en su época fuerte del año.
¿Alcanza para reactivar?
¿Cuál sería la consecuencia inmediata de un nuevo recorte de las tasas? Por lo pronto, los bancos ya dieron una muestra el mes pasado, cuando comenzaron a publicitar un menor costo para quienes tomaran crédito.
Así, empezaron a llegar a las casillas de e-mail de los clientes las clásicas promociones de líneas para consumo o inversión, precedidas del aviso "Bajamos las tasas".
Y en el sector productivo también se empezaron a publicitar créditos con un recorte de tasas. El Nación salió en punta para marcarles el camino a los privados: su "Promo Expoagro", que hasta mediados de febrero ofrecía crédito a 80%, pasó a cobrar 56%, mientras que la "Promo lanzamiento" cayó desde el 68% al 44%.
También el sector automotor se enfocó en el crédito como forma de reactivar las ventas, que vienen muy flojas -en marzo fueron apenas 25.294 unidades, una caída de 36 por ciento en comparación con marzo del año pasado, que ya de por sí había sido malo-.
Para revertir esta situación, las empresas del sector están aplicando una serie de medidas. Sobre todo, por el lado del crédito, después de una negociación entre las concesionarias y los bancos, para ofrecer tasas atractivas.
Los concesionarios afirman que, a diferencia de lo que ocurrió en los últimos años, en que había lo que denominan "un mercado de demanda", -en que siempre había más compradores que autos disponibles, y la gente terminaba anotándose en una lista de espera para poder comprar-, ahora viene un "mercado de oferta". Eso se tradujo, luego de una negociación con los bancos, en facilidades financieras que incluye, por ejemplo, planes de "tasa cero" a 24 meses.
Aun así, queda planteada la duda sobre si una rebaja adicional de las tasas de interés resultará suficiente como para atenuar la recesión, que se está manifestando con toda su crudeza tanto en el consumo como en el aparato productivo.