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El extraño optimismo de Massa: cuáles son sus pronósticos sobre impacto de la sequía en el campo

El ministro de Economía cree que las recientes lluvias acotarán la caída de la cosecha, mientras en el campo son mucho más pesimistas
17/01/2023 - 06:20hs
El extraño optimismo de Massa: cuáles son sus pronósticos sobre impacto de la sequía en el campo

Todos los ministros de economía se caracterizan por sus proyecciones optimistas, a tal punto que ya se considera natural que, por ejemplo, sistemáticamente se pronostique una inflación menor a la que luego se concreta. Pero el caso de Sergio Massa está alcanzando niveles llamativos: en el peor momento de la sequía, y con una ola de datos negativos, parece minimizar la gravedad de la situación y confía en que este año haya un incremento en la disponibilidad de dólares de la exportación.

El extraño optimismo de Massa se ha visto reflejado en entrevistas periodísticas, como la que había concedido a comienzos de año a Jorge Fontevecchia y la que realizó el domingo pasado con Horacio Verbitsky. En ambos casos se mostró convencido de que el impacto de la sequía no será tan grave como afirman las agremiaciones del campo y que podrá obtener las divisas necesarias como para atravesar el año sin turbulencias.

Así, dejó frases conceptos como que el recorte en la cosecha de trigo no fue tan malo como se esperaba, porque el volumen fue de 14,7 millones de toneladas, un volumen que superaba holgadamente los pronósticos previos sobre 10 millones. Claro, lo que el ministro no señala es que la campaña previa había dejado 22 millones de toneladas, con lo cual se está hablando de una caída, como mínimo de 33%.

Pero en realidad la situación podría ser peor: las cifras que se manejan en el campo difieren de las que menciona Massa. Por caso, la estimación de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires habla de una cosecha triguera de 12,4 millones de toneladas, es decir un 15% menos de la estimación del ministro. Fuentes consultadas por iProfesional apuntan a que un motivo de esa divergencia podría residir en que Massa contabilice no solamente el trigo comercializable sino también el forrajero, que no se usa en la industria harinera.

La sequía, ¿no es para tanto?

Pero el mayor rasgo del optimismo de Massa está en la proyección del 2023 que vivirá el campo.

"Respecto de la sequía, estimamos que el impacto de la lluvia del fin de semana pasado hasta el día 21 nos va a dar la humedad de suelo suficiente como para tener una buena cosecha a lo largo del año", dijo Massa en la entrevista con Verbitsky. Y antes había estimado que la pérdida de exportaciones que tendría el campo por el revés climático podría estimarse en un máximo de u$s2.900 millones.

Sergio Massa sorprendió con su evaluación de la sequía como un fenómeno de impacto acotado en la exportación
Sergio Massa sorprendió con su evaluación de la sequía como un fenómeno de impacto acotado en la exportación

El contraste con lo que se habla en estos días en el mercado no podría ser mayor. En cuanto a las lluvias, la caída fue despareja en el territorio, de manera que hay superficies en la zona núcleo que se encontraban en situación de "agua útil cero" y que recibieron un aporte de lluvia muy escaso.

Pero, además, lo que están previendo los expertos es que, aun cuando ocurriera el evento imprevisto de lluvias abundantes, ya a esta altura sería difícil pensar en una mejora sustancial de la campaña agrícola.

"En el caso del maíz, por ejemplo, hay un período crítico, cuando está en floración, y es ahí cuando se necesita el agua. Ahora, ya está florecido y la altura de los cultivos es la mitad de la que necesita la flor para poder armar el grano. Por más que ahora empiece a llover un montón, el daño ya está hecho en el límite de crecimiento de la planta", argumenta Marianela de Emilio, investigadora del INTA y docente de Agronegocios.

Esta analista realizó un comparativo histórico, que arroja como resultado que la campaña 2022/23 será probablemente la segunda más seca de las últimas cuatro décadas. En base a los rendimientos de los momentos más críticos, elaboró una proyección de rendimientos de 22 quintales por hectárea para el trigo -contra 34 del año pasado-. Los resultados esperados para la soja son 20 quintales -después de haberse logrado un pico de 30 en la campaña 2019/20- y para el maíz se prevé 60 quintales, lejos de la marca de 81 obtenida hace tres años.

Pero hay un dato más inquietante: esa proyección rendimientos está hecha tomando el dato de lo que se cosechó en años de sequía intensa, como el 2008, cuando cayeron 6 milímetros menos que en 2022. Pero ahora hay un factor agravante, porque los meses previos a la sequía no fueron normales: por el contrario, este año es el tercero después de dos campañas secas.

Y, para empeorar la situación, otro dato: la poca agua que aportaron las lluvias en la zona núcleo cayó en la época del año en que hace menos efecto. La mayor necesidad de precipitaciones se da en el período julio- diciembre, cuando se está en plena siembra. Pero fue justo en ese semestre cuando se agudizó el problema, con una marca mínima de 160 milímetros, algo que los expertos agrícolas consideran como una cifra despreciable.

El aporte del sector agrícola a las reservas del Banco Central podría verse recortado en u$s14.000 millones, advierte un informe
El aporte del sector agrícola a las reservas del Banco Central podría verse recortado en u$s14.000 millones, advierte un informe

En definitiva, la lluvia que caiga de ahora en adelante ya no tendrá efecto para el trigo, tendrá una incidencia marginal para el maíz y acaso pueda mejorar en mayor grado la perspectiva de la soja, un cultivo que se adapta mejor a la inclemencia climática.

Un informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, ampliamente difundido, le puso cifras a la situación: si se diera un escenario relativamente optimista, la producción de soja sería de 41 millones de toneladas -contra 42,2 de la campaña anterior- mientras que para el maíz habría que esperar 44,5 millones -con un antecedente de 51 millones en 2022-. Hablando en plata, esto significaría una caída de exportaciones por u$s9.226 millones.

Es decir, en el campo se espera que, si sale todo relativamente bien, la pérdida de ingreso de divisas del agro sea más del triple de lo que menciona Massa.

Y después está el escenario pesimista, para el caso de que la situación climática se agrave todavía más: en esa situación, la cosecha sojera caería a 35,5 millones de toneladas y la de maíz a 37,8 millones. En esa eventualidad, la caída de las exportaciones sería un impactante volumen de u$s14.115 millones.

Pero eso es sólo el costo en términos de divisas para el Banco Central. También está, naturalmente, el impacto fiscal por la merma en el cobro de retenciones a la exportación. En el escenario pesimista, el informe de la Bolsa de Cereales prevé que sería el equivalente a u$s4.739 millones. Es decir, un 0,8% del PBI nacional.

Los precios tampoco ayudarán

Con esos números a la vista, cabe preguntarse cuál puede ser el origen del optimismo de Massa. Y él mismo da una posible pista al respecto: "Tengo plena conciencia de que puede pasar que recuperemos por precio lo que perdamos por volumen", dijo en la entrevista con Fontevecchia.

El informe oficial que prevé exportaciones por más de u$s100.000 millones para este año contrasta con las proyecciones pesimistas de la encuesta REM
El informe oficial prevé exportaciones por más de u$s100.000 millones para este año

Sin embargo, también en ese plano el mercado difiere de la visión del ministro de Economía: la visión es que, a diferencia de lo que generalmente ocurre, este año no habrá una caída generalizada de la producción agrícola en toda la región. Más bien al contrario, se espera que haya una zafra récord en Brasil, que -salvo por la zona sur fronteriza con Argentina- no sufre el "efecto Niña" y ha recibido lluvias óptimas.

En el país vecino, el volumen de soja -se proyectan 153 millones de toneladas- no sólo compensará la caída del aporte argentino sino que lo superará con creces. Como, además, los stock se mantienen altos también en Estados Unidos, la conclusión es que no habrá una situación de escasez que pueda empujar una suba de precios en el mercado global.

"Es cierto que Argentina es importante a nivel global, sobre todo por su posición como exportador en harina y aceite de soja. Pero Brasil avanzó mucho a nivel industrial, y Estados Unidos es un jugador importante también, así que no es que estemos en una situación en la que mundo depende de Argentina para tener harina de soja. El impacto global de lo que nos pasa a nosotros va a ser muy relativo", advierte Marianela de Emilio.

Peor aun, los expertos están previendo que, en el marco de una recesión global, haya una retracción en la demanda de los principales países importadores de los commodites que vende Argentina. El mercado viene de dos años de precios al alza, de la mano del conflicto geopolítico de Ucrania, que llevó los precios a nuevos récords, pero los expertos creen que en 2023 están dadas las condiciones para una caída.

La conclusión es que, lejos del optimismo que refleja Massa, los productores argentinos creen que ya el mantenimiento de los precios de 2022 sería un escenario optimista. Y nadie está previendo que la soja pueda superar los niveles pico de comienzos del año pasado tras la invasión rusa a Ucrania.

Las mayores expectativas en cuanto a suba de precios están cifradas en el "maíz temprano", que se cosecha después de julio, aunque también en ese caso está el "factor Brasil" com una competencia que puede acotar la suba.

Un pronóstico sorprendente

La realidad es que el optimismo de Massa ya se había manifestado en los últimos tiempos. Por ejemplo, en la proyección oficial de exportaciones: un plan presentado en el Congreso por el canciller Santiago Cafiero indica que este año la balanza comercial dejaría unos u$s12.300 millones, gracias a la combinación de una gran aumento exportador -que lleve las ventas hasta los u$s105.000 millones- y una menor dependencia de las importaciones de gas, por el avance en las obras del gasoducto Kirchner.

Sin embargo, hay miradas escépticas sobre la consecución de esa meta. De hecho, el consenso de los economistas no cree que las exportaciones de este año puedan llegar siquiera a u$s85.000 millones, por la crisis climática en el campo.

Y la encuesta REM del Banco Central prevé que este año caerán tanto las exportaciones -un 5,4%- como las importaciones -un 4,6%-, lo cual dejaría para diciembre próximo un modesto superávit anual de u$s6.000 millones.

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