En medio de pedidos por un nuevo dólar para pymes, Scioli busca cortar un 25% la importación
Daniel Scioli interpretó el mensaje: todo el ámbito político y el empresarial espera que se dedique prioritariamente a resolver el problema de la acelerada salida de divisas mediante importaciones.
Por si alguna duda quedaba al respecto, la propia Cristina Kirchner lo conminó en público a tomar cartas en el asunto al recordar -en su comentada participación del lunes en el acto de la CTA, cuando habló de un "festival de importaciones"- que el ministerio de Desarrollo Productivo tiene responsabilidad directa en el tema y que no todo es responsabilidad del Banco Central.
Y por eso Scioli inició su gestión con reuniones con las agremiaciones empresariales directamente afectadas, como la Unión Industrial Argentina y organizaciones de pequeñas empresas.
Claro que no todos los dirigentes tienen la misma opinión sobre cómo resolver el problema: de hecho, muchos representan intereses contrapuestos, porque mientras los industriales se quejan de que se les retacean divisas para comprar insumos de producción, los empresarios del rubro comercial reclaman que se les permitan mantener la importación como forma de ayudar a sostener los precios bajos.
Scioli atribuyó el acelerado aumento de las importaciones a "una acumulación de stocks y a un uso de la brecha cambiaria". En otras palabras, a la repetición de la clásica actitud defensiva que se observa en todas las situaciones de atraso cambiario, y sobre todo cuando hay restricciones para acceder a las divisas.
Pero el ministro insinuó, además, que interpretó el mensaje político respecto de que le corresponde hacer cambiar de actitud al Banco Central. Fue uno de los puntos en los que más explícitamente se había referido Cristina Kirchner.
El BCRA aplica un muy cuestionado criterio de asignación de dólares, que establece el permiso de importaciones por un equivalente a las importaciones del año pasado más un 5%, y que otorga permisos para sobrepasar ese límite con la condición de que la empresa deberá financiar la operación y recién se hará de las divisas a los 180 días.
Los industriales, que ya pusieron el grito en el cielo respecto de cómo esta regulación pone en riesgo la operatoria de toda la industria automotriz, no ahorran críticas a la hora de dar su opinión sobre esta regulación.
Creen que la fórmula no sigue un criterio productivo sino matemático. Explican que al cederle automáticamente subas a determinadas empresas sin pedir especificación sobre cuál será el producto a importar se está corriendo el riesgo de permitir la compra de bienes de consumo al tiempo que se perjudica a otras que sí están destinados a la producción nacional.
Scioli ya dio señales de estar dispuesto a modificar el régimen, pasando a un sistema en el cual se analice el cupo de dólares sobre una base de caso por caso, y con prioridad para el sector industrial.
Reclamos contrapuestos
"Que la gente se quede tranquila, este es un gobierno que defiende la industria nacional y el trabajo. Hay algunos que pueden en este contexto de una brecha de estas características, o que pensaban que iba a haber una devaluación, se pueden haber largado a importar cosas que no necesitaban", dijo Scioli al ingresar a una reunión con José de Mendiguren, presidente del Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE).
"Lo que se puede fabricar en el país tenemos que defenderlo", agrego el ministro, reafirmando el perfil "desarrollista" del cual habló en sus primeras entrevistas tras haber asumido en el cargo.
Pero todo indica que, a la hora de aplicar la tijera, varios de los elogios que está cosechando el ministro puedan empezar a diluirse. La magnitud del recorte que habrá que aplicar será como mínimo del 25%, según ya estiman economistas.
La cuenta es clara: hasta mayo, la factura por importaciones ya asciende a u$s32.600 millones. Suponiendo que la exportación de este año llegue a u$s85.000 millones y que el Gobierno pretenda un superávit comercial superior a los u$s10.000 millones, no podrá permitirse un nivel de importaciones mensual superior a los u$s6.000 millones mensuales.
Y Scioli está recibiendo recomendaciones que lo pueden llevar a situaciones de controversia. Para empezar, el de industriales que le reclaman que oficialice un doble tipo de cambio.
El mismo día en el que asumió en su cargo, Scioli tuvo una "bienvenida" de Industriales Pymes Argentinos en el que se le recordó que solamente se han recuperado 1.000 de las 5.000 pymes que cerraron en los últimos años.
Y se le pidió que tomara un rol protagónico ante el Banco Central para aliviar las restricciones que sufren los empresarios fabriles que quieren importar materia prima.
"La idea de un desdoblamiento del tipo de cambio, con un dólar para exportación para las pymes industriales manufactureras podría ser una medida que evite la desaparición de muchas empresas del sector que están llegando a límites de parates en la producción", sostuvo Daniel Rosato, presidente de la agremiación industrial.
Una idea que hoy no parecería tener margen político para ser aplicada, pero cuya sola enunciación marca la gravedad de la situación generada en el plano cambiario.
Otras agremiaciones profundizaron en la aplicación de permisos con criterio de caso por caso. Así lo planteó la Confederación General Económica Argentina (Cgera), que planteó formalmente al ministro la "administración del comercio exterior a través de declaraciones juradas de las empresas importadoras de insumos y materias primas para la industrialización de productos".
Claro que el criterio de privilegiar la producción local no siempre resulta tan fácil de aplicar en la realidad como en el discurso. Lo deja en evidencia el caso de los textiles, uno de los sectores que lidera la suba de precios -en mayo registró un 5,8% y en abril había tenido un 6%-, los empresarios locales no se quejan de que haya importación de ropa sino que, por el contrario, lo justifican con el argumento de que el sector sufre una incapacidad de oferta para satisfacer la demanda del mercado, y eso es lo que empuja los precios al alza.
Desde el lado político, fue llamativa la reivindicación que hizo Cristina Kirchner sobre el sistema que se aplicaba durante su gestión, por el cual se ponía, como condición para la aprobación de una importación, que se realizara una exportación por valor equivalente.
Esa política, muy criticada en su momento, hacía que las terminales automotrices recurrieran a la venta de productos como maní para poder hacerse de las divisas. Los empresarios en aquella época acusaban al sistema de ser ineficiente y distraerlos de su actividad específica, pero Cristina lo recordó con una visión diferente, y reivindicó sus aristas virtuosas.
En definitiva, otro mensaje codificado de la ex presidente para Scioli.
Scioli afila la tijera
Las reuniones del ministro ocurrieron, por otra parte, a pocas horas de que se conozca el dato del saldo comercial de mayo, que se presume confirmará las peores sospechas: corre en el mercado el dato de que las importaciones alcanzaría el nivel récord de u$s7.800 millones, lo cual supondría un fuerte recorte en el superávit de la balanza comercial.
Ya el dato de abril había causado preocupación: todavía lejos del invierno, las compras del rubro energético crecían a un 200% interanual y representaban el 13% del total importado, el doble de la participación que tenía ese rubro hace un año.
Con malos pronósticos sobre el mercado global de los combustibles, la presunción es que cada mes será mayor esa cuenta, y que podría significar, a lo largo del año, un sacrificio de divisas de hasta u$s8.000 millones.
Por lo pronto, ya hay consultoras que están pronosticando una fuerte reducción, de hasta 25%, del superávit registrado en abril, que había ascendido a u$s1.444 millones.
Y el dato que más ha llamado la atención es que mientras las exportaciones crecen a un ritmo de 28%, las importaciones lo hacen a un 42%. Incluso tomando en consideración la situación excepcional que afecta a la compra de gas, se trata de números de difícil justificación.
Por lo pronto, quien quedó peor parado fue Miguel Pesce, presidente del Banco Central, quien había predicho que este año se rompería la regla del "tres a uno", por la cual se gastan tres dólares de importación por cada dólar que aumenta el PBI.
Su argumento era que, como en 2021 ya se había dado un fenómeno de acumulación de stocks por adelantamiento de importaciones, esa regla ya no aplicaría este año.
Sin embargo, la realidad marca que está ocurriendo todo lo contrario: la previsión de los analistas es que se importe por u$s77.399 millones, con lo cual habrán crecido a un 22%, en un año en el que el crecimiento económico será modesto -un 3,3% según los participantes de la encuesta REM-.
En otras palabras: si no se altera drásticamente la tendencia en la segunda mitad del año, por cada punto de suba del PBI, habrá seis de suba de las importaciones.