Los desacuerdos políticos y económicos que impactan sobre la cotización del dólar y la inflación
En la Argentina se vive un momento económico y social muy difícil, marcado por una dura interna entre las principales figuras políticas del Gobierno. La crisis es, tal vez, comparable con los tiempos del Rodrigazo de septiembre del 75, con algo de la híper de julio del 89 y el final del Gobierno de Raúl Alfonsín, además de compartir algunos rasgos distintivos del final de la convertibilidad de fines del 2001.
En los tres períodos mencionados se registraron fuertes subas en la cotización del dólar, disparadas de los precios y mal humor social, que generaron cambios políticos inesperados: la llegada de la dictadura militar en marzo del 76, el adelantamiento de las elecciones presidenciales en julio del 89 y el final del Gobierno de la Alianza en diciembre de 2001. La gran diferencia es que hoy el problema está centrado en la serie de desacuerdos políticos, económicos y sociales entre el presidente Alberto Fernández, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y algunos funcionarios del Gobierno.
Luego de cerrado el nuevo acuerdo con el FMI afloraron las grandes diferencias dentro del oficialismo. Se enfrentan un ala kirchnerista liderada por la vicepresidenta y La Cámpora, que se muestra totalmente antifondomonetarista, y un Gobierno a cargo de Alberto Fernàndez que no sabe qué hacer con el acuerdo firmado y con la política económica. Y es probable que si aplica a rajatabla el programa macroecómico que viene con ese acuerdo, las posibilidades de ganar las presidenciales del 2023 se reduzcan para el Gobierno.
El problema es que a medida que corra 2022, y cuando se acerquen los tiempos electorales, el cumplimiento de ese acuerdo entrará en conflicto directo con el proyecto político del Frente de Todos. Así, es probable que el cumplimiento de las metas fiscales, monetarias y cambiarias, y la aprobación de las auditorías trimestrales del staff del FMI se compliquen.
Tanto los analistas del mercado financiero local como de Wall Street creen que el próximo Gobierno deberá renegociar el acuerdo firmado el 28 de enero pasado. Una gran mayoria de los especialistas consultados por iProfesional considera que el actual será un acuerdo muy corto que durará como máximo hasta las PASO de 2023. Muy similar a la duración del acuerdo del gobierno de Mauricio Macri que, en realidad solo tuvo un año de vigencia.
El desacuerdo más evidente: Alberto Fernández vs. Cristina Kirchner
Al desacuerdo político entre las dos principales figuras del Poder Ejecutivo debemos sumarle los desacuerdos económicos dentro del propio Gobierno. A favor de este, debemos destacar que la letra chica del acuerdo con el FMI es más favorable para la Argentina de lo que fue la letra chica del acuerdo firmado en julio de 2018 por el gobierno de Mauricio Macri.
El desacuerdo económico más evidente está relacionado con el aspecto energético. En ese sentido, es importante dar un ejemplo concreto. Mientras el ministro de Economía Martín Guzmán menciona que el aumento de las tarifas de electricidad -de acuerdo a lo pautado con el FMI por la reduccion de subsidios- llegaría a un 25% en promedio en el año, desde la subsecretaria de Energía Eléctrica a cargo de Federico Basualdo se informa que esas tarifas podrían subir entre un 65% a un 200 % para algunos hogares a los que se les quite el subsidio, en particular en la Provincìa de Buenos Aires.
Por ese motivo, más allá de la convocatoria a las audiencias públicas que promovió la secretaría de Energía a cargo de Darío Martínez, lo concreto es que el impacto sobre el precio de la energía que provoca el conflicto bélico entre Rusia y Ucania aumentará la cuenta de subsidios energéticos en pesos. En 2021 se gastaron aproximadamente 1 billón de pesos y los números de los principales especialistas del sector muestran que este año podrían llegar al doble aunque las tarifas aumenten hasta un 65 %. Esos subisidios podrían ser mayores si el precio del gas se mantiene tan alto.
Este año el total del gasto en subsidios económicos podria llegar a los 2,5 billones de pesos.
"El gas licuado en 50, 60 o 70 dólares los MM de BTU genera una explosión de los subsidios energéticos y aumenta la necesidad de dólares para importar energía. Con el shock externo, los números fiscales no cierran, salvo que la variable de ajuste sea que se importe menos gas y falte en el invierno (cortes). A esto hay que sumarle los subsidios al transporte. En el AMBA, no se anunció hasta ahora ninguna suba del boleto del colectivo ni del tren", menciona un trabajo de la consultora MS. El salto del precio para importar gas mete más presión, ya que demandará más dólares que deberán restringirse del resto de la importación.
El estudio menciona también que el año pasado esos subsidios llegaron a unos $300.000 millones y que este año será difícil que bajen de $500.000 millones. En el total, los subsidios económicos podrían pasar de unos 1,4 billones en 2021 a unos 2,5 billones este año.
Cómo combatir la inflación: diferencias dentro del Gobierno
En las actuales condiciones será muy difícil que una aceleración de la expansión monetaria no traiga consigo una mayor tasa de inflación. En lo que respecta al control de los precios, hay diferencias de criterios entre el secretario de Comercio Roberto Feletti, que prefiere más controles, y el ministro de Economia MartÍn Guzmán, que cree qué hay que flexibilizar la política de precios de las empresas paulatinamente.
La magnitud del desequilibrio fiscal en 2020 y 2021, y su financiamiento con emisión monetaria sin respaldo, generaron una expansión de pesos piso de 50/60% anual y una tasa de inflación de 50% anual.
La actual inestabilidad macro y su proceso de nominalidad pasó a requerir una inflación más alta para licuar en parte esa emisión de pesos. El problema es que desde mediados del año pasado la emisión e inflación van prácticamente de la mano. A esto se suma desde el 24 de febrero pasado el shock internacional de precios, que aumentará la cuenta de subsidios energéticos, el déficit fiscal primario y la emisión monetaria del BCRA para financiarlo.
Las futuras subas de las tarifas de luz y gas, la suba de las materias primas en el mundo y la segmentación de importaciones del BCRA son tres elementos que pueden potenciar la inflación. Está también el impacto indirecto y además el traslado a los precios minoristas de la suba del precio del gas y la generación eléctrica en industrias y comercios. El aumento a escala global de las materias primas algo va a repercutir internamente, por más que el Gobierno intente desacoplar los precios externos de los internos. El tercer impacto es el control de importaciones: puede haber fijación de precios internos de productos importados al dólar informal más alto.
También puede sumar presión inflacionaria adicional la política de deslizamiento del dólar oficial y la nueva suba de los dólares financieros alternativos que se registra desde el viernes pasado.
En este contexto, la tasa de inflación 2022 será seguramente más alta que el 50,9% de 2021. La aspiración del Gobierno y del FMI del 45% no es ni para esta macro local ni para este mundo. No puede descartarse que la tasa de inflación suba un nuevo peldaño y a finales del año este más cerca del 70 que del 60 por ciento actual.
Lo concreto es que, luego de firmado el acuerdo con el FMI, los desacuerdos políticos y económicos son más grandes que antes de cerrar ese acuerdo; y los desacuerdos entre el Presidente y la vicepresidenta son cada vez mas insalvables.