Desafíos de la "guerra contra la inflación": más necesidad de dólares para importar y de pesos para subsidiar
El Presidente Alberto Fernández leyó una declaración de guerra contra la inflación apoyada en una convocatoria a una mesa de diálogo, a un nuevo control de los precios, a la amenaza a la de aplicación una de Ley de Abastecimiento que solo funciona como una amenaza, a la creación de fondos fiduciarios que funcionan como retenciones y a los beneficios crediticios que podría generar la aprobación de un nuevo acuerdo con el FMI.
Frente al actual shock internacional, suba de los precios de los commodities agropecuarios y energéticos por la guerra entre Rusia y Ucrania, y aumento de la tasa de interés en los Estados Unidos, la Argentina está mal parada. El país sigue con las defensas bajas por lo que ocurrió durante la pandemia y por una macroeconomía desajustada y será muy difícil aplicar alguna de las medidas que se vienen.
Con respecto a los controles de precios, un trabajo de la consultora Consultatio Plus expresa que "Argentina cuenta con un largo historial de controles de precios. En total, se pueden contabilizar 8 períodos en los cuales fueron implementados. La conclusión obvia es que jamás en la historia un programa de mero control de precios fue efectivo para reducir la inflación. De los 8 programas, 3 empeoraron sustancialmente la situación (con el "Rodrigazo" siendo el caso más emblemático), 3 fueron insuficientes y otros 2 fueron efectivos, aunque debido a que fueron acompañados por un programa integral. En el plan Krieger Vasena (1967-1970), los controles de precios se instauraron tras realizar una devaluación del 40%; en tanto que en el 2do gobierno de Perón los controles de precios fueron acompañados por una contracción de la base monetaria, reducción del déficit fiscal y suba de tasas de interés".
Precios de los commodities: cómo afectan a la Argentina
El impacto directo del shock de la guerra sobre la economía de Argentina pasa por el nuevo conjunto de precios internacionales más altos. A favor del Gobierno juega el alto precio de la soja, porque genera más dólares para el mercado cambiario y más pesos para el fisco. Pero juega en forma negativa el alto precio del gas, porque se requerirán muchos más dólares para importar y muchos más pesos para subsidiar la demanda residencial. El gas en 2022 puede ser en el mundo un bien tan escaso y demandado como lo fueron las vacunas contra el Covid-19 en 2021. Por lo tanto, aparece el problema de la provisión importada de gas licuado por barco y desde Bolivia por cañerías, que podría reducirse.
Al respecto, un estudio de la consultora M&S destaca que "está vez el shock de la guerra y sus implicancias, agarra mal parada a la economía mundial, algo que no sucedía desde hacía bastante tiempo. Los cimbronazos a escala global de las últimas décadas (incluida la crisis financiera de 2008-2009), se produjeron en contextos económicos internacionales más resistentes, que se lo bancaron bastante bien. Esto no vale para la situación actual. Es un shock con impacto inflacionario y la inflación mundial será un aditamento más a la suba de precios local, que antes del conflicto bélico ya se encaminaba a ser más alta que el 51% del año pasado. La política oficial de desacoplar precios corre por detrás de los desbalances macro".
El informe agrega que "la economía mundial estaba recuperando el nivel de actividad previo a la pandemia, pero con una tasa de inflación alta, con visos de permanente, y con los Bancos Centrales y los Gobiernos corriendo detrás de los acontecimientos. El 2022 se presenta como un año de ajuste monetario: la duda es si también vendrá el fiscal en el segundo semestre para empezar a bajar la inflación internacional. El ajuste monetario implica tasas de interés más altas, dólar en el mundo más fuerte, resto de las monedas más débiles. También, a la larga, precios de las materias primas más bajos y con el tiempo el nivel de actividad planchándose. Un escenario que empeoró luego del conflicto bélico".
Precios del trigo, maíz y soja
El gran problema para nuestro país es el aumento de los precios internacionales del trigo y el maíz que juega a favor por el lado de las exportaciones, pero que de acuerdo a la opinión del equipo económico golpea la llamada "mesa de los argentinos". Probablemente, generará una inflación más alta y más cercana al 60 por ciento este año, salvo que la anunciada "guerra contra la inflación" logre algún resultado positivo.
Los precios del trigo a u$s400 y el maíz a u$s360 la tonelada juegan como una especie de mix. Es positivo porque aporta más dólares a la exportación, especialmente el maíz (aunque casi todo el trigo y parte del maíz fueron ya vendidos a precios menos altos). Pero juega en contra de la inflación porque entran en conflicto con los precios que pagan los consumidores argentinos. A diferencia de la soja, más o menos 40% de la producción de estos dos cereales se destina a consumo interno. La suba del precio internacional del trigo pega directamente sobre la cadena harina - pan - pastas, etc. Y la suba de maíz encarece el precio del alimento balanceado para animales, hace subir el pollo ,y por efecto indirecto, la carne. En una macroeconomía como la argentina sin ancla nominal y con una inflación macro piso que será mayor a la del año pasado, la suba de las materias primas repercute fuertemente sobre la inflación.
Por otra parte, el precio de más de 600 dólares por la tonelada de soja es ganancia pura para el Gobierno por aumento de exportaciones y por mayor recaudación por retenciones de un sector agroexportador que le da más del 70 por ciento de los dólares que recibe (en concepto de exportaciones de granos de soja y de productos derivados).
Con precios internacionales tan altos, el incentivo de los productores a vender cosecha crece incluso con retenciones en 33%, el dólar oficial más quedado contra la inflación y la brecha alta. Hay márgenes heterogéneos en función de la distancia de cada productor a los puertos y de cómo impactó en cada zona la sequía. En promedio, el margen de un productor de soja está en niveles altos y marzo y abril son meses estacionalmente positivos en el mercado cambiario por la venta de cosecha.
Los precios de la energía se disparan
También habrá un impacto negativo de lo energético sobre la inflación por el lado del precio de la nafta. Considerando el reciente aumento que llevó el litro de nafta súper a $110. Aun con el esquema del precio interno que está armado en base al llamado barril criollo en alrededor de u$s60/65, el precio de la nafta sigue atrasado. De acuerdo con las estimaciones de los analistas, con la actual inflación debería costar unos $130. Con el precio internacional del barril -y no el "criollo"-, en un esquema de precios libres la nafta súper debería costar hoy entre $160 y $170.
Por otra parte, los altos precios internacionales del petróleo por arriba de u$s100 el barril y el gas licuado a u$s40/50 el MM de BTU es casi toda pérdida. Es probable que la Argentina sea este año importador neto de energía por alrededor de u$s6.000 millones frente a una cuenta equilibrada el año pasado. Pero hay que señalar un aspecto positivo, porque un mayor precio del barril de petróleo podría incentivar las inversiones y la producción en Vaca Muerta.
Por lo tanto, habrá este año un problema de mayor necesidad de dólares para importar y otro de mayor necesidad de pesos para subsidiar el consumo interno residencial de luz y gas. El acuerdo cerrado con el FMI está hecho con una proyección de precio internacional del gas inferior al actual. Con el nuevo marco tarifario, para ahorrarse los 0,6 puntos del PBI en subsidios y para sumar las casi u$s6.000 millonesde reservas netas previstas en el acuerdo, se requeriría un precio del gas de 10 o 15 dólares, frente a los u$s40 a u$s50 actuales.
Combustibles y campo: medidas viejas y nuevas
Antes del salto de los precios mundiales, ya regían:
- El esquema del "barril criollo" para desacoplar el precio local de la nafta de lo que pasa en el mundo.
- El fideicomiso para financiar un subsidio a los productores locales de aceite comestible con recursos de los exportadores aceiteros para que no suban los precios al consumo interno al ritmo de los internacionales.
- Acababa de debutar un fideicomiso similar al del aceite para financiar un subsidio a los productores locales de harina.
El fideicomiso es una especie de retención encubierta en la medida que los exportadores le trasladan el porcentaje aportado al fondo al monto pagado a los productores. El fideicomiso tiene el fin de financiar un subsidio para desacoplar indirectamente precios internos de externos, mientras que la retención recauda y desacopla simultáneamente los precios. Pero la disparada de los precios internacionales deshilachó el esquema de fideicomisos. A los actuales precios, el monto previsto de los mismos ya no alcanza para financiar el subsidio a lo largo del año.
Ahora, el Gobierno aumentó la retención a los derivados de la soja (de 31 a 33%) para incrementar el monto de los fideicomisos. El diferencial de retención del poroto versus los derivados (que ahora se elimina) buscaba incentivar el valor agregado y contrarresta el escalonamiento arancelario de los principales países importadores.
También sigue dando vuelta una suba de retenciones más generalizada (al trigo y al maíz), que sumaría recursos y a la vez desacoplaría directamente precios. Lo segundo pegaría directamente sobre el ingreso de los productores. Hay una duda normativa sobre si el Ejecutivo tiene hoy la posibilidad de aumentar retenciones sin que pasen por el Congreso. Y está el interrogante sobre la eventual reacción política y social del sector agrícola ante un eventual aumento de las retenciones.
Crisis mundial de los commodities: el balance para Argentina
En síntesis, el shock de precios internacionales derivado de la guerra en Ucrania es, en el neto, negativo para la Argentina. Por un lado, se necesitarán más dólares: la importación de energía subirá más rápido que la exportación de granos y petróleo. Se producirá una necesidad macro adicional de unos u$s4.000 millones en el año.
Sí es una ventaja tener precios externos tan altos porque incentiva que los productores vendan cosecha y alimenten la oferta en el mercado cambiario.
Por otro lado, se necesitarán más pesos para el fisco: los subsidios a la energía subirán más rápido que la recaudación por retenciones. Se generará un faltante adicional macro anual de unos $800.000 millones de pesos.
"La actual crisis externa no es una excepción a la regla general. La economía enfrenta el conflicto internacional arrastrando una década de estancamiento de la actividad y el empleo, acumulando varios años de alta inflación al 50%, con un déficit fiscal que es financiado exclusivamente por el BCRA y una dolarización estructural de portafolios que sólo se neutraliza con un estrictísimo control de cambios" dice el informe de M&S.
En el camino, se consumieron todas las fuentes alternativas de financiamiento genuino: en 2009 los fondos privados de pensión; entre 2012 y 2015, las reservas del BCRA; en 2016 – 2017, el crédito del mercado internacional de capitales; en 2018, los préstamos de última instancia del FMI; y en 2020, el colchón de desmonetización que dejó el Plan Picapiedras de Macri. En este listado no cuenta como fuente el mercado local de capitales porque es minúsculo; no tiene entidad como en otros países para financiar los actuales desequilibrios fiscales.
Conflicto y debilidad política
Lo cierto es que Alberto Fernández llamó al combate contra la inflación pero no precisó cuales son las armas para combatirla ni tampoco como lo hará. La futura batalla será larga y con resultados inciertos para un Gobierno que se encuentra muy golpeado por una interna con final abierto que protagonizan el Presidente y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Un indicio fue que el Presidente no citó nunca en su discurso ni a la vicepresidenta ni tampoco al Frente de Todos. Su frase final deja una señal de la ruptura. "Es también un día especial porque llegamos a esta ley con el consenso de legisladores de distintas fuerzas políticas que lograron encontrar los puntos de acuerdo para responder con responsabilidad democrática a una situación que así lo requería. El acuerdo obtuvo una abrumadora mayoría en las dos cámaras del Congreso", aseguró el Presidente.
Por ahora, se trata de un conjunto de medidas que se irán anunciado en los próximos días sin un horizonte claro de lo que pasará en la política en los próximos meses. La fragilidad económica argentina con poco crecimiento y llena con desequilibrios macro desde el aspecto fiscal, monetario y cambiario, muestra al Gobierno con muy pocas armas para encarar la guerra contra la inflación anunciada por el presidente Alberto Fernández.