El aumento del salario mínimo se adelanta a septiembre: cuál será el nuevo monto y cómo se liquidará
La CGT anunció esta noche que el aumento del Salario Mínimo que iba a llevar ese haber a los $29.160 en febrero de 2022, se adelantó a septiembre próximo.
Es en el marco de la nueva suba que el Gobierno anticipó que iba a disponer por decreto para el sueldo básico.
"La CGT anuncia que ante el avance sostenido de la inflación se han realizado gestiones ante el Ministerio de Trabajo, y se ha decidido adelantar la vigencia de los aumentos del Salario Mínimo, Vital y Móvil", sostuvo la central obrera en un comunicado.
Y agregó: "El 35% de incremento acordado durante la última reunión del Consejo del Salario celebrada en mayo será liquidado en julio ($27.216, 6% adicional), agosto ($28.080 , 4%) y septiembre (1% adicional). Con estos aumentos el salario mínimo será en septiembre de 2021 de $29.160".
"El compromiso de las partes es revisar este acuerdo durante septiembre", señaló la central obrera.
Paritarias en alza y más presión inflacionaria
La compleja economía de 2021 no pudo evitar una nueva disparada inflacionaria. Si bien Martín Guzmán había previsto en el Presupuesto que los precios acumularían en todo el año un avance del 29%, los aumentos salariales ya superan el 45% y hay los analistas estiman que el índice de precios podría alcanzar una suba anual del 60%. Es decir, el doble de la "pauta Guzmán".
Por caso, el Centro de Estudios de la Nueva Economía (CENE) de la Universidad de Belgrano había advertido en sus últimos informes que, de mantenerse la evolución de la inflación a un ritmo promedio del 4% mensual, se alcanzaría en el año un nivel del 60%.
"Si bien la gran mayoría de los convenios colectivos incluía cláusulas de revisión, la reapertura de las negociaciones paritarias por parte de aquellos gremios que se habían ajustado inicialmente a la proyección oficial de inflación del 29% seguramente impactará sobre los precios y, consiguientemente, sobre el nivel de la inflación anual", asegura Víctor Beker, director del CENE.
"De hecho, en muchos casos, la reapertura se viene produciendo antes del plazo previsto, ante la discrepancia entre la inflación prevista y la real", añade.
A juicio del economista, para bajar la inflación, se necesita optar por un drástico viraje en la política económica, ya que existe una inercia inflacionaria que debe ser doblegada atacando todas sus causas. De lo contrario, la inflación presente retroalimenta la inflación futura.
"Hace falta voluntad política para hacerlo. En el contexto actual de fragmentación en la toma de decisiones, ésa es la primera y mayor dificultad. Suponiendo que ella fuera superada, se requiere, desde el punto de vista técnico, un plan integral de ataque coordinado a la inflación. Ello implica que el conjunto de las medidas monetarias, fiscales y cambiarias, así como la política de ingresos, esté subordinado al logro de la meta de inflación. Y que el plan sea creíble y creído por la población", asegura Beker.
Reclamos salariales, al rojo vivo
A comienzos de junio, Cristina Kirchner y Sergio Massa habilitaron la paritaria de los trabajadores del Congreso con un aumento del 40% (46% si se toma que se trata de aumentos acumulativos) dio luz verde a lo que vino: acuerdos de aumentos de salarios arriba del 40%.
Aquella señal de la vicepresidenta aceleró algunas negociaciones, como la del gremio de los camioneros, que cerró con un aumento salarial del 45%.
Además, el Gobierno -a través del Ministerio de Trabajo- afianzó ese camino: dispuso una revisión sobre la última recomposición del salario mínimo, que podrá ser actualizado apenas Claudio Moroni lo disponga. Las puertas ya están abiertas.
Lo dicho: la foto de CFK y Massa no hizo más que sellar un proceso que ya había tomado velocidad: acuerdos salariales que rompían el pronóstico de inflación para este año de Martín Guzmán.
Lejos habían quedado los acuerdos en torno al 30% que se rubricaron en marzo -hace apenas tres meses- cuando el ministro de Economía todavía sostenía la ilusión de una inflación del 29% para este 2021.
Un informe elaborado por la consultora Synopsis -dirigida por el politólogo Lucas Romero- le pone claridad a esa dinámica: los acuerdos salariales de marzo, del 30,6% en promedio, fueron superados en abril por paritarias del 33,8%. Y éstos a su vez, por acuerdos del 35,8% promedio en mayo. Y, finalmente, hubo un salto al 43,4% promedio este mes.
¿Por qué el Gobierno ahora da espacio para estos aumentos salariales? Porque el propio Guzmán, puertas adentro, reconoce que la inflación de este año rondará el 40%. Y aún así se queda corto: la mayoría de las consultoras privadas pronostican que la inflación de 2021 estará más cerca del 50%.
Y, de hecho, la inflación interanual ya se ubica alrededor de ese número. En mayo fue del 48,8% y lo más probable es que se sitúe ya en el 50% cuando se conozca la inflación de este mes.
Eso quiere decir que ni siquiera bajo los nuevos acuerdos, el Gobierno podría generar el escenario donde los salarios le ganen a la inflación.
Esa carrera la van perdiendo los salarios desde hace tres años, en los cuales el poder adquisitivo promedio de los trabajadores cayó alrededor de 20%, en medio de las devaluaciones sucesivas y la profunda crisis de la economía.
De acuerdo al trabajo de Synopsis, ya son ocho los gremios que cerraron con aumentos salariales de por lo menos 40%. Desde camioneros (45%) a encargados de edificios (45% gracias a la revisión que acaban de cerrar) al 43% de los bancarios. (ver cuadro aparte).
Esos gremios no representan todavía a una masa crítica de trabajadores, que podría pensarse en un impacto positivo sobre la actividad económica. Una estimación preliminar de Synopsis da cuenta que esos ocho gremios engloban a medio millón de trabajadores.
El dato, más bien, hay que buscarlo en la señal hacia el resto del universo sindical. Con gremios muy relevantes -desde la UOM a Empleados de comercio y a la UOCRA- que, más temprano que tarde, irán por acuerdos salariales en torno al 45%.
Por eso la relevancia de lo que Trabajo hará con el salario mínimo. En abril, el Consejo del Salario determinó un aumento del 35% del salario mínimo, vital y móvil, para llevarlo a $29.160 recién en febrero del año que viene.
Esa pauta es la que seguramente se revisará. Dando lugar a un aumento del al menos 45%. El Gobierno buscará el timing para el anuncio.
Por delante hay otros gremios que también negocian pautas en torno al 45%: el de la "Alimentación" y el de "Sanidad" son los siguientes de la lista. De hecho, El sindicato de Sanidad anunció medidas de fuerza por falta de acuerdo salarial, programadas para el inicio del mes de julio.
La gran pregunta -que incluso se formulan algunos funcionarios del gabinete económico- refiere a si estas revisiones permitirán una mejora del poder adquisitivo o, en verdad, darán pie a una retroalimentación de la carrera entre precios y salarios.
Qué pasa con los trabajadores independientes
Otra cuestión relevante refiere a qué sucederá con los trabajadores que no forman parte de la "crema", que no trabajan bajo relación de dependencia y escapan a la lógica de las negociaciones paritarias. Y que, entre monotributistas, autónomos e informales son mayoría en el mundo laboral.
Obviamente, se comprende la intención oficial: dar una señal hacia el resto de la economía de cuál debería ser la referencia de aumentos salariales. Ocurre que en medio de una crisis tan extensa, no queda claro que esa estrategia sea la que lleve sosiego al universo de trabajadores.
Por ahora, el Gobierno no puso bajo evaluación un camino que sí se buscó en otras crisis, y que lo hacen otros gobiernos durante la pandemia: extender directamente subsidios a los trabajadores más castigados.
No habrá bono compensador para ellos, a cargo del Estado, como sí lo habría para los jubilados y pensionados de la mínima, que van perdiendo contra la inflación, también en este 2021.
Guzmán, en plena negociación con el Fondo Monetario, optó por mantener equilibradas las cuentas públicas. Pero además, el ministro no quiere dejar frentes abiertos por donde se cuelen las presiones cambiarias.
En la Argentina, la demanda de pesos está alicaída desde hace varios años. Y cualquier peso que sobra, va derecho a cambiarse por billetes verdes.
En ese delicado equilibrio transita hoy la economía argentina. Está claro que ninguna medida, por sí sola, podrá sacar a la actividad del pantano. Sí parece que los errores se pagan muy caros. Lo dicho: cualquier traspié se traduce en una presión sobre el tipo de cambio, que presiona -a su vez- sobre la inflación. La economía argentina, en medio de la pandemia, no logra salir de la trampa en la que está hundida desde hace más de tres años.