Este es el plan del Central para evitar que se acelere el dólar tras la irrupción de la segunda ola de coronavirus
Lo que hasta hace algunos días era la agenda para la campaña rumbo a las elecciones de octubre, ahora el escenario cambió de manera súbita. La rápida propagación de los contagios de Covid, en la indisimulable y potente segunda ola de la pandemia, obligó al cambio de planes. El contagio de Alberto Fernández no hizo más que acelerar las decisiones.
Los funcionarios tienen la agenda repartida entre las medidas que sirvan para confirmar la recuperación de la actividad económica, tras el apagón de parte del año pasado, y aquellas iniciativas que permitan pasar esta segunda ola sin alteraciones profundas.
Está claro que a nivel macro, hoy el tema más preocupante pasa por la aceleración inflacionaria. Después de un trimestre con una inflación en torno al 12% (el Indec lo confirmaría el jueves de la próxima semana), abril ya arrancó con subas en varios de los alimentos que componen la canasta básica familiar.
El Banco Central no queda exceptuado de la regla. Miguel Pesce tiene configurada una estrategia para enfrentar el agravamiento del escenario sanitario.
Básicamente, el objetivo pasa por evitar una presión cambiaria en plena segunda ola. La novedad es que esa pretensión excede al canal "oficial". Sino que incluye a todos los dólares del mercado. Los denominados dólares "alternativos" (contado con liqui y MEP) y el "blue".
Lo viene logrando: la estabilidad ganada en el tipo de cambio mayorista (oficial) se trasladó al resto. Aunque con costos de reservas por la intervención de la autoridad monetaria en el mercado del MEP y el CCL.
Para los próximos 60 días, la situación luce inmejorable. Al menos en los papeles. Los chacareros deberían liquidar una porción de la cosecha de soja, lo que ayudará al Banco Central a mantener estabilizado el frente cambiario y a recomponer las reservas.
Aunque sobre este último punto subsisten las dudas. Un repaso por los datos del primer trimestre acrecienta esa incertidumbre.
Entre enero y marzo último, la liquidación de divisas por parte del complejo agroexportador alcanzó a u$s6.720 millones. Se trata de un volumen récord para un primer trimestre. Ni siquiera se había logrado en los momentos de mayor estabilidad financiera de los últimos años.
De esos u$s6.720, el Banco Central pudo comprar u$s2.178 millones. Sin embargo -y aquí va el dato revelador y complejo de la actual dinámica- de ese monto total, las reservas sólo crecieron en u$s152 millones. Apenas el 7% de lo que la mesa de operaciones del BCRA compró en el mercado.
Para pasar en limpio: durante el trimestre de liquidación de divisas récord, el Banco Central prácticamente no pudo acumular nada.
¿Hay un vaso medio lleno? Lo hay: al menos, el Central dejó de perder divisas, que es lo que venía ocurriendo hasta finales del año pasado.
La otra novedad tiene que ver con algo que influirá durante la campaña hasta octubre. Y es que parte de los dólares que el BCRA no pudo acumular se fueron en intervenciones en el mercado cambiario "alternativo".
Lo que sucedió en los últimos meses fue que el Central usó unos u$s200 millones mensuales a intervenir en el mercado del "contado con liqui" y del MEP para estabilizar las cotizaciones "alternativas", que quedaron por debajo del dólar "ahorro".
Se trata de una modalidad que llegó para quedarse. Que la mesa del BCRA mantendrá en tanto y en cuanto continúe la dolarización a través de esos mercados. El Gobierno no está dispuesto a permitir un ensanchamiento de la brecha cambiaria durante la campaña rumbo a octubre. Y mientras se extienda la negociación con el Fondo Monetario.
Dólar y brecha: siguen las intervenciones en el mercado
En el equipo económico hay voces que admiten que la brecha por encima del 100% -vista en octubre, con el "blue" orillando los $200- fue responsable de la presión inflacionaria de los últimos meses.
Por eso mismo, los funcionarios no están dispuestos a convalidar un salto de esa brecha y se mantendrán las intervenciones.
El otra arma para "pelearle" a la inflación -y que el Banco Central ya demostró que está dispuesto a usar- refiere al ancla cambiaria. Al ancla de la cotización del "oficial" (dólar mayorista).
Los últimos números resultan elocuentes:
● En diciembre de 2020, con una inflación del 4%, la cotización del dólar subió 3,5%.
● En enero, con una inflación del 4%, el dólar se elevó 3,75%.
● En febrero, los precios subieron 3,6% pero el dólar lo hizo un 2,9%.
● Y, finalmente, el mes pasado, contra una inflación cercana al 4%, la cotización del dólar subió apenas el 2,4%
Como queda a la vista, en los últimos dos meses, el Banco Central enfrió el "crawling peg" y puso en marcha un objetivo de devaluación por debajo a la inflación, con lo cual intenta apaciguar la expectativa inflacionaria.
¿Alcanzará con esa medida para desacelerar la dinámica de los precios? ¿O, por el contrario, lo único que logrará es que en algún momento el "mercado" descuente una futura devaluación?
Obviamente, todo dependerá de que el Gobierno acompañe a esta medida con otras, como el plano fiscal. Lo mismo que el escenario monetario. El propio Martín Guzmán habla de una inflación "multicausal".
Por lo pronto, el escenario monetario del año pasado es irrepetible. Durante el primer trimestre de 2020, el Banco Central emitió la friolera de $600.000 millones. En este 2021, la situación es bien distinta: la emisión para el Tesoro resultó de "apenas" $70.000 millones.
Guzmán se planteó un ordenamiento fiscal muy prolijo, en línea con la esperada recuperación de la actividad económica. De hecho, una alta fuente del Ministerio adelanta a iProfesional que la recaudación de marzo volvió a mostrar cifras "muy positivas", que se conocerán apenas comience la próxima semana.
En simultáneo, el ministro quitó prácticamente toda la asistencia (gasto Covid): la última distribución del IFE fue en agosto del año pasado. Y el ATP (salarios complementarios a cargo del Estado) se mantuvo hasta diciembre. Desde ese momento se pagan parte de los salarios a través del Repro II, que es un programa más limitado que el ATP.
No fue el único ajuste en marcha: los salarios de la administración pública también quedaron bien por debajo de la inflación. Mientras que las jubilaciones se actualizaron 35,3%, un punto menos que la inflación, pero lejos del 42% que les hubiera significado en caso de que no se suspendiera la antigua fórmula.
El Gobierno ya probó lo costoso que puede significar un desvío de la consistencia fiscal. Tras la emisión récord -de alrededor de $2 billones a lo largo de 2020-, el dólar "blue" llegó a los $195. Bajarlo de ese nivel fue muy trabajoso, asumen en el equipo económico. Y llevó tiempo.
Por eso mismo, ahora se montó una estrategia -para algunos razonable, para otros rudimentaria- para intentar que el escenario financiero y económico se sostenga durante los próximos meses. Mientras la pandemia se extiende a la espera de más lotes de vacunas anti Covid.