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¿Por qué el Gobierno quiere y necesita dilatar el acuerdo con el FMI?: esto revela Guido Lorenzo

El director de la consultora LCG, fundada por Martín Lousteau, advierte que hay un intento por dilatar el acuerdo con el organismo
17/01/2021 - 17:45hs
¿Por qué el Gobierno quiere y necesita dilatar el acuerdo con el FMI?: esto revela Guido Lorenzo

Como director de la consultora LCG -fundada por Martín Lousteau, el economista Guido Lorenzo es muy crítico de la gestión oficial. Plantea diferencias de fondo con el equipo liderado por Martín Guzmán, y pone reparos al analizar las mejoras en la industria y en el sector de la construcción.

Sostiene que la brecha cambiaria se mantendrá en niveles "elevados" y advierte que hay un intento por dilatar un acuerdo con el Fondo Monetario, por parte del Gobierno. "Las inconsistencias en la política económica provocan un nivel de incertidumbre que es insoportable", asegura.

-¿Las mejoras que acabamos de ver en la industria y en la construcción marcan un punto de inflexión en la crisis?

-Hay que alejar un poco la lupa. Se trata de movimientos esperables luego de levantar el confinamiento estricto. Cuando uno piensa en la crisis tiene que tener en cuenta que la recesión en Argentina empezó en 2018, continuó en 2019 y luego vino el desplome del 2020. Ese desplome fue del 40% en la industria, producto de las restricciones. La recuperación se da desde niveles muy bajos, pero aún así seguimos 10% debajo de los registros pre pandemia que eran malos y alrededor de 25% por debajo de los registros del 2017. No lo veo como un punto de inflexión, apenas se están recuperando desde niveles muy bajos. Para el caso de la construcción soy más optimista. Aún lejos de recuperarse plenamente, lo cierto es que hay un boom producto del abaratamiento de los costos en dólares de los materiales y de la mano de obra. Es un sector beneficiado de las distorsiones cambiarias que, dudo, se levanten en el corto plazo.

-¿Por qué ese optimismo no lo nota para la industria?

-Dentro de la industria hay sectores más favorecidos, agroindustria por ejemplo, pero otros muy perjudicados por la pérdida de poder de compra local, las restricciones a las importaciones y el deterioro del comercio internacional. Será una recuperación despareja y me parece que falta una política industrial más previsible. Independientemente si es apertura o proteccionismo, se necesita fijar un rumbo.

-¿Cree que el Gobierno debería tomar medidas para acelerar la recuperación?

-Hay condiciones para una recuperación, el mundo está jugando a nuestro favor. El problema es que no lo podemos aprovechar producto de inconsistencias en la política económica que provocan un nivel de incertidumbre que es insoportable, frena cualquier plan de negocios. Hay una reivindicación al período 2011-2015 hecho explícito por la Vicepresidenta que se conjuga con una añoranza del Presidente en repetir la experiencia del 2003. Conjugar esas visiones, que consistieron en modelos en muchos aspectos antagónicos, dificultan mucho la toma de decisiones a un horizonte que requiere el repunte de la inversión que es la que define el ciclo económico. La recuperación vía aumento del gasto puede provocar una recuperación, pero tiene patas cortas, el déficit fiscal provoca distorsiones en el lado real y financiero, las tensiones aparecen y el ciclo se corta por falta de insumos, divisas, tecnología, conflictos. No es la salida, lamentablemente ese bono nos lo "comimos" hace 15 años cuando no era necesario, la economía de aquel momento no lo necesitaba.

-¿Cómo impactaría un acuerdo con el FMI antes de que empiece el otoño?

-Había una ansiedad por acordar con el FMI que empezó a menguar y ahora se ve lo opuesto, un intento por dilatar ese acuerdo. El Gobierno tiene aspiraciones que son válidas, objetivos: bajar la inflación gradualmente, reducir el déficit fiscal, generar empleo, exportar, etc. Pero falta algo que medie la situación actual con esos objetivos, naturalmente es un plan. Uno ya no espera que surja del equipo económico, ya se dijo que no se cree en planes, ya se prometió el plan integral que nunca llegó, el presupuesto plurianual que no aparece. El acuerdo con el FMI implicará hacernos socios por más tiempo, un acuerdo de facilidades extendidas implica 10 años de relación con el organismo. El nivel de injerencia que tendrá en la economía argentina será importante.

El director de la consultora LCG advierte que hay un intento por dilatar el acuerdo con el organismo

-Yendo al plano financiero, ¿cómo interpreta que el BCRA haya comprado dólares para las reservas en las últimas semanas?

-Positivo, había que revertir la tendencia negativa. Durante 2020 se perdieron más de u$s4.000 millones por las ventas. La gran incógnita es si puede sostener el ritmo de compras, hay un componente estacional que juega a favor, pero también producto de tener el dólar libre estabilizado, aunque sea en niveles altos, permitió que aparezca oferta privada.

-Entonces queda atrás el momento de más incertidumbre...

-El problema es que el BCRA tiene una posición muy débil de reservas netas. Apenas rondan los u$s5.000 millones, lo que representa un 1,5% del PBI. Una referencia sería llegar a 10 puntos del producto y estamos muy lejos, debería sostener este ritmo de compra en forma permanente por años. Lamentablemente hubo un diagnóstico errado por las autoridades que luego de la reestructuración iba a ceder la presión sobre el dólar, cuando no sucedió se empezaron a tomar medidas. Pero en el medio se perdieron reservas y, quizás más importante, la posibilidad de hacer política económica para no llegar a este extremo. En general, y es algo que a veces pasa desadvertido, el BCRA tiene un balance muy deteriorado. Un tercio de su activo son Letras Intransferibles que le colocó el Tesoro y no se cobran, se renuevan constantemente, la primera semana de enero ya se renovó una que venció luego de 10 años y se renovó por 10 años más.

Desde la consultora LCG pronostican que la brecha continuará siendo elevada

-¿Cómo cree que va a quedar la brecha cambiaria? ¿Hay chances de bajarla sin una devaluación abrupta?

-Nosotros en LCG pronosticamos que la brecha va a seguir elevada. Es una cuestión de cantidad de pesos y dólares. Tanto el stock como el flujo esperado de ambos dan un balance desfavorable. En algún momento habrá una corrección del tipo de cambio oficial que permita ir cerrando esa brecha. Está la discusión acerca de que este tipo de cambio es competitivo, cuando uno lo ajusta por presión tributaria no le sobra nada, cuando uno mira la cuenta corriente cambiaria tampoco, cuando mira la demanda por dolarización sería altísima al tipo de cambio oficial. No es un nivel de atraso, pero eso no implica que sea un nivel sostenible. Hay una confusión entre un nivel adecuado que permita un normal desenvolvimiento y el nivel de competitividad cambiaria. El primero es el más relevante pero el gabinete económico insiste con el segundo.