Dólar blue versus oficial: la brecha es un tema crítico en la negociación con el FMI, ¿subirá la tasa de interés?
Si las negociaciones con el Fondo Monetario pudieran trasladarse al terreno deportivo podría aseverarse que la finalización del primer tiempo llegó en el momento justo. El equipo de Martín Guzmán pudo irse a los vestuarios ganador. Pudiendo demostrar que su estrategia le puede dar un buen resultado.
En términos concretos: el Banco Central cerró la primera semana en varios meses siendo comprador neto de divisas en el mercado. Luego de atravesar jornadas muy tensas, con ventas elevadas aun con la vigencia de un "súper cepo".
Los últimos datos del BCRA -al día 18- hablan de compras netas por u$s136 millones. Ese monto, de acuerdo a fuentes oficiales habría superado los u$s400 millones gracias a las intervenciones positivas de la última semana.
¿Qué significa este cuadro en medio de las negociaciones con el Fondo? Básicamente, que en pleno intercambio entre ambas partes, el hecho de que el BCRA se haya convertido en comprador neto de divisas es un dato que -a ojos de los negociadores argentinos- puede cambiar el rumbo hacia un acuerdo.
¿Por qué? El FMI no impone como condición una devaluación para firmar un acuerdo, hay algo cierto: los técnicos quieren que la brecha cambiaria se achique. Sería la manera de asegurar que las reservas del Banco Central -tal como sucedió en las últimas semanas- vuelvan a crecer.
Guzmán, en sus últimas apariciones públicas, dijo que tiene proyecciones de ese incremento de las reservas para los próximos años. Pero aún no dio a conocer el plan. Es lo que, junto con el panorama fiscal, viene negociando con Washington.
¿Es posible lograrlo si se mantiene la actual brecha cambiaria? La diferencia entre el "blue" y el "oficial" (mayorista) merodea el 90%. Para el FMI, ese agujero perjudica la intención de embolsar dólares en el BCRA. Y resulta imperioso achicarlo.
Brecha del dólar: ¿se viene suba de tasa de interés?
La clave de lo que viene a partir de que los negociadores se vuelvan a encontrar ya en las primeras horas de 2021 refiere, precisamente, a cómo se la va a arreglar el Gobierno para achicar la brecha.
La forma ortodoxa sería a través de una suba de la tasa de interés. Un camino que Guzmán siempre se resistió a transitar. Pero que el FMI pone sobre la mesa para lograr el objetivo.
El ministro prefiere la cautela y la moderación, un rasgo que lo caracteriza desde que se hizo cargo del sillón del Palacio de Hacienda. No quiere subir la tasa de interés para no perjudicar la demorada recuperación de la economía.
La otra cuestión se refiere directamente a la magnitud que debería tener ese aumento en el costo del dinero para que tenga el efecto positivo buscado, y las reservas vuelvan a crecer de manera consistente.
Un exfuncionario, conocedor de la posición histórica del FMI, menciona que habría que llevar la tasa de interés real positiva (por encima de la inflación) de 6 a 7 puntos. Ahora, esa tasa real se sitúa en cero. A lo sumo un par de puntos positiva. Es decir: la tasa de referencia se encuentra en el 38% anual, contra una inflación interanual que se encuentra en esa misma línea.
El planteo de Guzmán al Fondo, en cambio, pasaría por moverse con cautela.
El ministro asegura que la actual tasa de interés es óptima. La forma de probarlo es con los tests directos en el mercado. Los inversores vienen suscribiendo a buen ritmo los títulos de deuda en pesos que emite Economía.
Sin embargo, la cuestión central pasa por si esa tasa alcanza para atraer divisas que mejoren el nivel de las reservas.
Para impulsarlas, antes que una suba en el costo del dinero, Guzmán prefiere concretar acuerdos sectoriales. Lo hizo con el "campo", cuando se disminuyeron las retenciones a las exportaciones en tres puntos. Después concretó un pacto con las petroleras, en el marco del Plan Gas. Algo que permitiría un ahorro de divisas pero, sobre todo, abriría las puertas a inversiones del sector ya que a las empresas que lo hagan les flexibilizarán el cepo.
En las últimas horas, Guzmán generó un instrumento de inversión especial para las empresas mineras. En la práctica implica ofrecerles la posibilidad de un "seguro de cambio" cada vez que liquiden divisas en el mercado cambiario "oficial".
La expectativa de los funcionarios es que esas compañías aceleren las liquidaciones de dólares. ¿Y si estas medidas no alcanzan? ¿Guzmán subiría la tasa, como aparentemente quiere el FMI?
El ministro pediría más tiempo. Quiere que el Fondo le otorgue el beneficio de la duda. Que se firme el acuerdo, con el compromiso de que -si efectivamente las reservas no crecen-, entonces sí el Gobierno elevaría el costo del dinero.
La hipótesis en el Palacio de Hacienda es que, cuando llegue marzo y entre las cerealeras y los productores liquiden la cosecha de soja, ese ingreso de divisas ayudarán a achicar la brecha cambiaria. Y a abultar las reservas. Guzmán cree que la estabilidad del mercado cambiario y esa oferta lo ayudará a reducir la diferencia entre las distintas cotizaciones.
El FMI, inflexible
De todas formas, en algo es inflexible el FMI. Pretende que el Banco Central deje de intervenir con ventas de bonos de la deuda, que han perdido valor desde el canje de finales de agosto. Quedaron a precios de "default" a pesar de que los vencimientos fueron postergados cuatro años.
El argumento es simple y directo: el Fondo quiere evitar la descapitalización del Banco Central. Que no se desprenda de bonos que los tiene en su balance valuados al 100% pero que termina vendiéndolos en el mercado por menos de la mitad de su valor.
De llevarse a cabo -si el Gobierno dejara de intervenir en el mercado "alternativo"- esa imposición del FMI tendría un impacto en las cotizaciones de los dólares "alternativos" (contado con liqui y MEP) en caso de que el escenario no sea lo positivo que espera Guzmán y la brecha no baje.
En el "mercado", en bancos y consultoras de la City, descuentan que el acuerdo se firme antes del otoño.
Eso significa que, la relativa y trabajosa paz cambiaria lograda en las últimas semanas, podría alterarse si hay una demora. O si directamente trasciende que ambas partes están lejos de firmar el "stand by".
El camino parece allanado, pero eso no significa que ese acuerdo ya está descontado. De hecho, el Gobierno -en el peor momento de la crisis cambiaria, cuando el "blue" se disparó a $195- dejó trascender que podría darse antes de fin de año. Cosa que, se sabe, no sucedió.
Para que quede claro: a partir del primer día hábil de 2021, cuando se retomen las negociaciones, habrá dos capítulos a dirimir. Uno relacionado con el tema de la brecha cambiaria. El otro, con la cuestión fiscal.
Guzmán ya dio señales concretas: los denominados "gastos Covid" también ya se moderaron. El más elocuente refiere al IFE (Ingreso Familiar de Emergencia), cuya cuarta ronda estaba agendada para inicios de octubre y quedó literalmente eliminado.
A su vez, el programa ATP (pago de salarios complementarios en el sector privado a cargo del Estado) termina ya a fin de año.
Como ya publicó iProfesional, Luis Cubbedu, jefe de la misión del Fondo, cree que ese esquema es insuficiente; no alcanza.
Con la economía que todavía no logró recomponer lo perdido durante la pandemia, el Gobierno resiste un apretón adicional de las cuentas públicas. Y menos cuando, por delante, se avizora que el trauma del coronavirus aún no terminó.