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Moreno, la lechuga y gendarmes en la City: por qué la represión al blue empeora la crisis del dólar

El mercado enrarecido, con operativos policiales en el microcentro, sirvió como recordatorio de que un bloqueo a la oferta acelera la suba del precio
23/10/2020 - 11:00hs
Moreno, la lechuga y gendarmes en la City: por qué la represión al blue empeora la crisis del dólar

Son tiempos extraños los que corren, tanto que con la crisis de la suba descontrolada que protagoniza el dólar blue, en el peronismo empieza a extrañarse al denostado Guillermo Moreno.

El ex secretario de comercio tenía modos poco ortodoxos, pero en definitiva sentía respeto por algunas leyes elementales del mercado: sabía, por ejemplo, que si un bien escasea, la forma de bajar su precio es aumentar la oferta y no perseguir la demanda.

Fue por eso que a mediados de 2013 habló con banqueros de la City que tenían buen diálogo con el entonces gobierno de Cristina Kirchner, para pedirles que intervinieran discretamente en el mercado paralelo, de manera de frenar el alza en el tipo de cambio informal.

Eran días en los que se intentaba "desdolarizar" la economía a través de pagarés en dólares y otras innovaciones como el Cedin que, en definitiva, no tuvieron mucho andamiento. Pero Moreno quería que mientras se implementaban esos instrumentos el mercado estuviera más calmo.

Por eso recurrió a una decisión poco ortodoxa desde lo político pero totalmente ortodoxa desde lo económico: se reunió con banqueros, les explicó la necesidad de bajar el dólar, puso un precio objetivo y les garantizó que tendrían vía libre para ofrecer divisas a ese precio hasta que el mercado diera señales de tranquilidad.

Fue algo que en su momento confirmó el propio Alfredo Piano, dueño del banco homónimo, quien cautamente explicaba que él no podía influir en el precio del blue, pero que se comprometía a hablar con gente que sí operaba en ese mercado para transmitir el mensaje.

Guillermo Moreno solía intervenir en el mercado, tratando de que fluyera la oferta para contener al blue
Guillermo Moreno solía intervenir en el mercado, tratando de que fluyera la oferta para contener al blue

Fue así que por unos días aparecieron lo que los periodistas llamaban "manos amigas" en el mercado y hubo una breve normalización. No duró mucho, es cierto, porque la naturaleza de los mercados desregulados es, justamente, la de no poder ser controlados por un gobierno, pero al menos se notó el poder tranquilizador de un incremento en la oferta.

Antes de las "manos amigas" el blue había llegado a cotizar a $10,45, en dos semanas cayó hasta $8,43 y al mes tocó un mínimo de $7,86. Fue una calma de unos tres meses, hasta que luego el dólar retomó la carrera alcista y volvió a niveles de $10 sobre fin de año.

Así se justificaba Moreno en una reunión con empresarios: "A la economía la vamos a ir blanqueando de a poco. Pero hoy tenemos una economía en negro en la que hay que intervenir. Si un secretario de comercio interior no interviene en el mercado negro, no está interviniendo en la economía".

La prohibición como solución

Hoy, los funcionarios demuestran la misma vocación intervencionista y opuesta a la apertura de mercados que tenía el inefable Moreno, pero con un agravante: ponen el foco más en la represión que en buscar una alternativa a la oferta.

Viene siendo así con el dólar blue, y también con los tipos de cambio que surgen de la triangulación de bonos –el "MEP" y el "contado con liquidación"-, donde el foco de las autoridades ha sido el de la persecución.

Miguel Pesce, desde el Banco Central, ha mantenido públicamente una actitud de indiferencia por el valor del blue, al que calificó como el mercado del delito. De hecho, instó al público a mantenerse alejado con el argumento de que quien opera allí "puede estar comprando o vendiendo dólares a alguien que cometió un delito, como el narcotráfico".

Sin embargo, en los mercados legales su mirada no fue más indulgente. Respecto del contado con liqui, cuando vio que la cotización empezaba a recalentarse, su receta fue la de extremar la dificultad en la operatoria, con mayor tiempo de "parking". Y, cuando la cosa se puso más fea, directamente prohibió que los fondos del exterior pudieran operar.

"La mitad de la demanda del contado con liquidación eran fondos del exterior que habían ingresado a hacer carry trade en 2017. Eran 450 millones de dólares mensuales. Si vos no le quitás este componente de especulación al mercado, te ponen el tipo de cambio en cualquier parte. La Argentina no necesita el tipo de cambio que está dispuesto a pagar un fondo del exterior que compró títulos bajo ley argentina. Necesita un cambio competitivo que sea también favorable en el sentido de no generar situaciones de pobreza o de salario real muy bajo", explicaba Pesce en una entrevista de hace un mes.

En otras palabras, el titular del Central confiaba en que la forma de hacer caer la cotización era reprimir la demanda por la vía de prohibir el accionar del principal comprador. Lo ocurrido en las semanas siguientes es por demás elocuente, y hace añorar el precio de $132 que tenía en "liqui" en aquel momento.

Aquella medida vino además acompañada por el "súper cepo" que prácticamente dejaba sin efecto la posibilidad de la compra de u$s200 del cupo oficial. Su colega Martín Guzmán le había advertido que la consecuencia de esa medida iba a ser una disparada en el blue, porque la demanda reprimida saldría a buscar otra forma de abastecerse.

Para peor, tampoco aceptó Pesce una propuesta de los bancos, consistente en canalizar la compra de dólares de los pequeños ahorristas mediante el dólar MEP, lo cual requeriría un sistema amigable en el "home banking" y, por supuesto, que se derogaran regulaciones que prohibían o dificultaban la operatoria.

Pesce no aceptó, porque temía que eso fuera interpretado por el mercado como un desdoblamiento de facto del mercado y que, por lo tanto, se produjera una suba masiva de precios siguiendo al "nuevo" dólar.

Las últimas medidas de Guzmán no han sido, hasta ahora, suficientes como para compensar toda esa represión al libre funcionamiento del mercado, a juzgar por lo que todos los días se ve en las cotizaciones paralelas.

Un mercado que siempre encuentra resquicios

Pero esa filosofía de controlar al mercado mediante la represión está lejos de haberse terminado. El operativo policial del miércoles pasado en el microcentro resultó muy sugestivo y puso a todo el mercado en "modo defensivo".

Si bien se comunicó oficialmente que se trató de un operativo vinculado a una causa de lavado de dinero que llevaba dos años de investigación, todo lo ocurrido resultó extraño. El "timing" y la espectacularidad de la irrupción policial, el hecho de que haya habido gendarmes uniformados en varias cuadras a la redonda, coincidiendo con locales donde suele realizarse operaciones financieras, cierta sensación de desmesura entre el volumen del operativo y el hecho investigado. En fin, todo dio pie a que en el mercado se pensara en segundas intenciones.

La aparatosa presencia de los gendarmes en la City exacerbó la tendencia alcista del dólar paralelo
La aparatosa presencia de los gendarmes en la City exacerbó la tendencia alcista del dólar paralelo

Nadie dirá que ese fue el verdadero cometido, pero la realidad es que la consecuencia directa del operativo de Gendarmería fue que la operatoria del dólar blue de ese día haya quedado prácticamente suspendida en esa zona de la ciudad. Y, como indican los manuales… el precio tuvo una brusca suba: de inmediato ganó dos pesos por el achique de la oferta.

Muy pronto abundaron las críticas por parte de quienes interpretaron lo ocurrido como un intento fallido de controlar el mercado, que como suele ocurrir en estos casos no hizo más que acentuar la tendencia a la suba del precio.

Pero el efecto extendido de ese mercado enrarecido continuó durante la jornada del jueves, al punto que el blue subió cinco centavos para terminar cerrando en $191, lo que implica una brecha de 129% respecto del tipo de cambio oficial en Banco Nación.

Y mientras en las redes sociales el tema se transformaba en nuevo trending topic y reverdecía el eterno debate sobre si se puede considerar ilegal o no el intercambio de billetes entre particulares, empezaron a verse nuevas señales de que en círculos afines al Gobierno hay una demanda de mayor punitivismo.

Aparecieron rumores sobre medidas para la conversión compulsiva de cuentas en dólares al cambio oficial. Algo que economistas como Domingo Cavallo advirtieron como la antesala de una explosión del blue. "Creo que no es realizable y sería comparable a la locura que hizo Duhalde", dijo el economista, en relación a la pesificación de activos del 2002. Advirtió que cualquier medida de esa índole implicaría un descontrol cambiario e inflacionario.

Por otra parte, Luis D’Elía propuso desde su cuenta de Twitter que se prohibiera a los medios de comunicación masiva informar las cotizaciones del mercado paralelo.

"Difundir en los medios de manera directa o indirecta el precio del dólar blue es exactamente lo mismo que difundir todos los días el precio de la cocaína, una actividad absolutamente ilegal que debe ser perseguida", escribió el dirigente social, generando otro debate instantáneo.

Surgieron los recordatorios sobre cómo ese tipo de prohibiciones se aplicaron en la Venezuela de Hugo Chávez, pero siempre aparecía la forma de eludir la normativa. Por caso, con sitios donde se hablaba de la cotización diaria de "la lechuga verde".

O, hablando de la propia experiencia histórica argentina, cuatro décadas atrás se eludían las restricciones informativas de la dictadura militar por la vía de informar que cuántas "camisas" había roto cada día el "increíble Hulk".

Creatividad, definitivamente, no es lo que falta, ni del lado de los reguladores ni de quienes tratan de eludir las prohibiciones en el mercado paralelo. En cambio, lo que no parece muy aprendidas son las lecciones de la historia económica, que desde la antigua Roma hasta Al Capone marca con claridad lo que ocurre en mercados regulados: a mayor persecución, más caro es el precio.