Alberto apela al FMI para dar señales de "normalización" en un clima político alterado
Alberto Fernández está convencido de que las próximas tres semanas serán claves para su administración. Confía, lógicamente, que hasta ese momento su Gobierno atravesará varios hitos que serán la base para la reconstrucción de la economía de la postpandemia. Por eso apura el paso. Y antes de que termine la semana puso el primer eslabón en lo que, seguramente, será una difícil negociación con el Fondo Monetario Internacional.
De acá a los próximos días, el Gobierno avanzará con tres puntos claves:
- Un cierre exitoso de la renegociación de la deuda con los acreedores. Martín Guzmán y Miguel Pesce le prometieron a Alberto F. que, a diferencia de las anteriores reestructuraciones, esta vez no quedarán "holdouts" que litiguen contra la Argentina en los implacables tribunales de Nueva York. Y que esta realidad funcionará como un "mensaje muy potente" hacia los fondos de inversión que forman parte del mundillo financiero internacional.
- El envío al Congreso del Presupuesto 2021. En los hechos tendrá el "poder" de un plan económico, que Fernández no quiere anunciar. Allí se definirán las principales variables para el año que viene, que servirán de guía para el mercado local y, también, para la negociación con el Fondo.
- Precisamente, las conversaciones con Washington para postergar los impagables vencimientos que firmó el gobierno anterior. La novedad sobre este punto reside en que el jefe de Estado quiere apurar el acuerdo. Al que, por ahora, sus propios ministros aseguran será "difícil" de consensuar.
Hasta ayer, momento del anuncio del inicio de las negociaciones, fue todo "buena onda" entre la Casa Rosada y el Fondo. Hace rato se acabaron las acusaciones contra la sociedad FMI-Macri, que desembocó en el endeudamiento por u$s44.000 millones. De hecho, la anterior jefa del Fondo, Christine Lagarde, acaba de cumplir un año fuera del organismo.
Existe una causa fundamental en la estrategia oficial: se vienen vencimientos con el FMI que resultan impagables para las adelgazadas reservas del Banco Central.
Para pasar en limpio los vencimientos de la deuda con el FMI: este año habrá que pagar u$s1.562 millones en concepto de intereses. Pero lo más abultado, sin dudas, viene en los años siguientes.
Durante 2021 habría que girar nada menos que u$s4.853 millones (entre capital e intereses). Los años siguientes son los más pesados: los vencimientos de 2022 trepan a la friolera de u$s18.118 millones y hacia 2023, otros u$s18.356 millones, también entre capital e intereses.
"Estamos preparados para desempeñar nuestro papel, y trabajar de cerca con el ministro Guzmán, el presidente del BCRA, Miguel Pesce, y sus equipos para apoyar a Argentina en estos tiempos desafiantes", dijo la titular del FMI, Kristalina Georgieva, en respuesta a la carta que a media tarde le enviaron los funcionarios argentinos.
¿Aplicando el modelo ecuatoriano?
Durante toda la negociación con los acreedores privados, Georgieva jugó claramente a favor de la Argentina, con la lógica de que un buen acuerdo con Wall Street despejaría el horizonte para que la Casa Rosada avanzara en un trato con el organismo.
Sin embargo, ese respaldo público (y político) no tiene por qué materializarse en una negociación fácil cuando el Gobierno y el FMI se sienten a negociar un acuerdo de mediano o largo plazo.
El Fondo Monetario querrá asegurarse que a la Argentina le sobren dólares para afrontar los vencimientos. Para eso será determinante que haya nuevas reglas fiscales y monetarias. Un escenario muy distinto a lo que ocurre durante la pandemia, donde no hay prácticamente reglas, más allá de buscar la contención social.
Está claro que el Fondo pedirá una rebaja del rojo fiscal, que este año se agrandará a por lo menos 6,5 o 7 puntos del PIB. Y, como siempre, reclamará una regla cambiaria que deje atrás el cepo y las restricciones.
Una de las posibilidades que avizoran en el mercado financiero refiere a la chance de que, como ahora Ecuador, el gobierno argentino también se encamine hacia acuerdos de corto plazo, que permitan refinanciar los vencimientos del próximo año a plazos que no vayan más allá de los dos o tres años. De manera tal de quitar incertidumbres y dar oxígeno para que la actividad económica se recupere.
En los diálogos que compartieron funcionarios claves de Economía y del BCRA en la previa al anuncio de ayer por la tarde hubo coincidencias en lo que podría ser la estrategia en la inminente negociación.
En los pasillos oficiales se menciona que el Presidente pondrá sobre la mesa dos cosas que cree fundamentales para encarar ese vínculo:
- Que la Argentina necesitará recuperar el terreno perdido en los últimos tres años de profunda recesión. Y con un 2020 que terminará con un hundimiento histórico por culpa del coronavirus.
- Que el FMI fue corresponsable de la crisis, al cederle al gobierno de Mauricio Macri un crédito de u$s57.000 millones (de los cuales se concretaron u$s44.000 millones) y que terminó por endeudar al país sin que eso signifique una estabilización de la economía.
Acuerdo difícil, cuentas urgentes
Es obvio que, así planteado, cualquier acuerdo parece lejano. Y posiblemente así será al menos en el inicio de las conversaciones.
¿Hay margen para una negociación más o menos rápida, que despeje el horizonte financiero y ponga a la Argentina con mejores chances de volver a crecer? En Wall Street y en la City porteña lo ponen en duda. Por ahora, las expectativas se alinean con una negociación "durísima" y "extensa".
Un funcionario al tanto del acercamiento con Washington le agrega un punto adicional -lógico- al análisis:
"Nuestras dos grandes preocupaciones ahora son: el mercado cambiario y la actividad económica. Martín (Guzmán) está convencido de que logrará mejorar las expectativas y achicar la brecha entre el dólar oficial y los alternativos. Pero lo que no sabemos es cuándo volverá a funcionar la economía, por culpa de la pandemia. Los contagios se extendieron a gran parte del país; la situación es muy difícil. Y si la actividad sigue sin recuperarse aunque sea el momento pre pandemia, estamos muy complicados", se sincera el funcionario, en diálogo con iProfesional.
Sobre el mercado cambiario, al Gobierno se le aproximan definiciones. Con el inicio de septiembre, millones de argentinos volverán a tener la posibilidad de dolarizar sus ahorros. Un cupo de apenas u$s200 mensuales pero que a nivel sistémico implican que unos u$s1.000 millones se escapen de las reservas del Banco Central.
El trauma es tan grave que el BCRA no es capaz de quedarse ni siquiera con una parte del superávit comercial que viene acumulando.
Ahora, todo parece jugarse a que haya un súbito cambio en las expectativas. ¿Lo logrará el Gobierno? Según dichos de Pesce, de eso depende que no se aumenten las restricciones en el mercado cambiario.
Ahí están las razones de la aceleración del paso para cerrar los frentes abiertos. Ahora queda esperar a que la propia dinámica (incluida la que tiene la pandemia) imprima los resultados. Hay poco tiempo. Como sucedió otras veces, a todos les queda claro que las reservas del Baco Central son finitas. Y escasas.