Para Gabriel Rubinstein, la única forma de evitar un ajuste brusco es con desdoblamiento del dólar
Gabriel Rubinstein reparte su tiempo entre sus tareas de economista profesional y compositor de música junto a su hijo Pablo. Su vasta obra se la puede encontrar en las plataformas de streaming y, desde la primera escucha, se reconoce su favoritismo por el denominado "rock progresivo". Es evidente que es fan de King Crimson.
Con iProfesional habla de economía. Y hace propuestas. Algunas audaces, al menos para la Argentina de hoy. "Hay que ir hacia una reforma cambiaria. A un desdoblamiento", dice. También da cuenta de un "plan" de reglas básicas que podría sacar a la Argentina de la crisis.
-Los último datos del Indec muestran un lógico repunte contra abril. ¿Cree que esa recuperación se va a mantener?
-No será acelerada. A fin del año que viene recién estaremos 5% por debajo del inicio del ciclo pandémico. La recuperación demandará buena parte del mandato de este Gobierno. No deja de ser una proyección, pero no será rápido.
-¿Por qué?
-No veo una euforia por invertir en la Argentina. Este es un Gobierno que no termina de inspirar confianza. Claro que todo está atado a la superación de la pandemia.
-¿Hay manera de acelerar el proceso?
-Sería clave que, en algún momento, el Gobierno genere confianza. Por ahora vemos que la "pata kirchnerista" de la administración es vista como una amenaza por los potenciales inversores. Obviamente, en el análisis descuento el arreglo con los acreedores. Si no, estaremos hablando de otra cosa.
-¿Es de los que piensan que ahora la clave pasa por mostrar un camino de ordenamiento fiscal?
-Lo fiscal es arreglable sin demasiado esfuerzo. Se puede bajar el déficit actual rápidamente porque gran parte del agujero se hizo por los costos de la crisis sanitaria. Claro que se puede lograr siempre y cuando termine la pandemia y la resaca que dejará la pandemia. Se puede ir hacia un equilibrio hacia 2022. Yo creo que el equipo económico está en línea con este horizonte.
-¿Coincide con sus colegas que habrá una devaluación a la vista?
-Los riesgos están. Por eso lo mejor sería presentar un plan y ponerse por delante de los acontecimientos; que demuestra conducción. Una cosa es devaluar 20% o 30% pero en el marco de un plan que cierra, que sea consistente, y otra cosa es que el mercado te fuerce a hacerlo a los golpes. Hoy por hoy se insinúa este escenario, pero no es inexorable.
-O sea que hace falta una devaluación... aunque sea como parte de un plan
-Una reforma cambiaria será clave. El actual sistema es muy ineficiente. Me inclino por un desdoblamiento: un mercado comercial y otro financiero garantizando que la brecha entre ambos no exceda un 25%. Ambos libres. Nadie debería estar preocupado en entrar dólares porque podría sacarlos. Se puede hacer pero debe articularse, no es automático. En este mercado actual nadie quiere liquidar divisas.
-¿A los precios de hoy, dónde deberían situarse las cotizaciones del dólar en esos mercados?
-Entre $85 y $90 el comercial y en torno a $115 y $120 el financiero. En este mercado financiero habría que intervenir para impedir un ensanchamiento de la brecha. Es clave mantener esa distancia para no invitar a que haya subfacturaciones y sobrefacturaciones. Esto ya sucedió en los años ‘80 y funcionaba. En vez de tener un déficit cuasifiscal había un superávit cuasifiscal.
-O sea que usted piensa en un levantamiento del cepo.
-El cepo desaparecería. El que quiera dólares, que los compre en el mercado financiero. Si se hacen las cosas bien -un arreglo de la deuda y un acuerdo con el FMI-, el dólar financiero podría bajar de ese nivel de $120. Entrarían capitales. La clave es que el mercado sea libre.
-¿Cuál sería el shock inflacionario por la devaluación?
-Mi estimación es que la cotización del dólar incide entre 17% y 20% en los costos de la canasta del IPC. Eso es desde el punto de vista técnico. Todo lo demás es expectativa. El "pass through" en un plan bien hecho es perfectamente manejable. No es un drama. Argentina puede encaminarse a una tasa de inflación del 30% anual y, de ahí, bajarla muy de a poco.
-¿Entonces cuál sería la secuencia de su plan?
-Lo primero es arreglar finalmente con los acreedores. Luego, la presentación de un proyecto de Presupuesto 2021 cerca del equilibrio fiscal que, entiendo, el Gobierno tiene pensado hacer. A continuación, el inicio de una renegociación con el Fondo Monetario, aunque sea "light". Que será el ancla de las expectativas, al que todos miraríamos como el horizonte hacia donde va la economía. Antes de fin de año podríamos tener ese acuerdo.
-Usted ve como clave un acuerdo con el FMI. ¿Ellos avalarían este esquema cambiario?
-Hay que acordar que se pueda utilizar reservas para intervenir en el mercado financiero. Yo haría un stock de u$s10.000 millones, contando con un aporte específico del Fondo para eso. Yo creo que en un marco de acuerdo con el FMI, el mercado no va a pulsear contra el Banco Central. No habría ninguna estampida dolarizadora. Por eso es tan importante tener un plan consistente. Justamente, lo que no tenemos hoy y genera tanta incertidumbre.