Tarjetas: inminente decisión por el vencimiento del lunes, en medio de una tensa negociación entre el BCRA y los bancos
El directorio del Banco Central tomará, otra vez, una medida especial para los usuarios de tarjetas de crédito. La decisión final se abordará durante el fin de semana, una vez que Alberto Fernández defina la extensión de la cuarentena. Sin embargo, ahora no se analiza solamente una prórroga en el vencimiento de los pagos.
"Algo hay que hacer", es la frase que se escucha entre miembros del directorio de la entidad, cuando ya se empezó a tornar evidente que no habrá un relajamiento de la cuarentena, como se había especulado en los días previos. La continuidad de la situación de parálisis económica lleva a que sea masiva la dificultad para saldar la deuda con las tarjetas, de manera que la búsqueda de una solución se transformó en uno de los principales temas de análisis, tanto entre los funcionarios como en los bancos.
Por lo pronto, Miguel Pesce, presidente del BCRA, tiene sobre su escritorio un set de alternativas para los dueños de las tarjetas.
La última vez que la Casa Rosada prorrogó la cuarentena, el BCRA obligó a los bancos a dos cosas.
- Una, que los vencimientos pasaran para este lunes 13.
- Dos, que la tasa de interés máxima para refinanciar el monto que los consumidores no pudieran afrontar, en medio del parate económico, bajaba del 55% al 49% nominal anual.
Algunos bancos privados decidieron extender ese plazo un par de días más, algo que a las claras resulta insuficiente para el (inevitable) caso de que la cuarentena se alargue.
El análisis en el Banco Central se centraba en que una nueva postergación de los vencimientos sería una medida insuficiente. También obligaría a demorar los vencimientos de mayo, ya que inevitablemente se pegarían los de este mes con el siguiente.
Los bancos, a su vez, se resisten a un nuevo aplazamiento. Sin jornadas hábiles por delante, esa decisión podría generar distorsiones, con bancos cobrando primero y luego haciendo devoluciones ya sea de dinero o de cargos.
De las alternativas analizadas, la que más chances tenía de aplicarse era la siguiente: que los bancos refinancien los saldos impagos en 12 cuotas pero a una tasa de interés sensiblemente más baja que la que usualmente cobran las tarjetas.
Así planteada, los bancos resisten esa idea, ya que no quieren tomar para sí pasivos que corresponden a las administradoras de tarjetas.
Frente al nuevo pedido del Banco Central, la postura de los financistas era muy dura. Los principales bancos del sistema financiero pretenden tomar una iniciativa de autorregulación. No quieren sentar un precedente en donde la autoridad monetaria les termine dictando las reglas, en un negocio que es de las tarjetas de crédito.
"Sería una medida imprudente. Porque la crisis va para largo, seguro que en mayo deberíamos volver a tomar una medida similar, que tiene grandes costos", dice a iProfesional uno de los referentes del sistema financiero.
Ese mismo banquero argumenta que lo mejor sería evitar una solución general al problema y resolver "caso por caso".
"Obviamente, lo haríamos a una tasa de interés más baja que la del revolving tradicional, pero nos tenemos que evitar una medida generalizada, que a los bancos les demanda costos", agrega el financista.
Según la estimación que hicieron en esa entidad, la mayoría de sus clientes pagaría la tarjeta con normalidad a comienzos de la semana entrante. Un colega suyo, de otra institución mediana, coincide.
Nadie se atreve a pedirlo en voz alta, pero está claro que la intención de los banqueros es que el Estado se haga cargo del eventual subsidio a los usuarios de tarjetas de crédito.
Los únicos privilegiados
Los bancos aparecen como un sector privilegiado en plena pandemia. A comienzos de la cuarentena, cuando el BCRA tuvo que postergar los vencimientos de las tarjetas, sólo pudo conseguir un diferimiento de una semana. Algo que, queda claro ahora, fue una medida tibia en relación a la crisis que atraviesa el resto de la economía, dado el parate prácticamente total.
Lo mismo con la rebaja de la tasa de interés a la que refinancian los plásticos, que pasó del 55% al 49%, con un costo financiero total cercano al 80% anual. Esto obliga a los clientes que no puedan pagar la totalidad del vencimiento a afrontar una deuda cuyo costo está, claramente, por encima de la inflación estimada.
También se nota un comportamiento muy poco amigable con sus clientes pyme, que perdieron gran parte de sus ingresos. Las entidades financieras, tal como retrató iProfesional, se resisten a darles préstamos a las pequeñas firmas atrapadas por la coyuntura.
Los planes a favor de las pequeñas y medianas empresas lanzados por el Gobierno en la emergencia se encuentran todavía en la nada misma.
Como ya contó iProfesional, los comercios y las industrias golpeadas por la paralización de la actividad económica son rechazados por las entidades, que no quieren aceptar lo que en la jerga se conoce como "carpetas manchadas".
Es decir, se niegan a otorgarles créditos a comerciantes y empresarios que -obligados a cerrar sus puertas por la expansión del coronavirus- no tienen un buen score para mostrar. Y, mucho menos, buenas perspectivas de su negocio. Nadie sabe a ciencia cierta la extensión ni profundidad de esta crisis.
La mayoría de los bancos tampoco cumple con la exigencia del Banco Central de refinanciar los créditos de sus clientes sin costos extras. La resolución oficial 6949 obliga a las entidades financieras a pasar a la cola del crédito la cuota que los clientes no puedan abonar ahora.
Deben hacerlo sin cobrarles castigos ni multas. Esa cuota impaga debe postergarse en las mismas condiciones de los préstamos cuando fueron tomados.
En los últimos días, las redes sociales se inundaron con quejas de los clientes denunciando a sus bancos por ese incumplimiento.
El propio Alberto Fernández en persona se puso al frente de la cruzada: dio la orden de castigar con sanciones a los bancos que no cumplan con las últimas medidas y no les presten a las pequeñas y medianas empresas que lo requieran. Le pidió expresamente al titular del Banco Central que prepare acciones contra las entidades díscolas.
La indignación del Presidente, cuentan las fuentes, ocurrió durante el fin de semana y a comienzos de esta semana, cuando le dijeron que tampoco con el fondo de garantías armado por el Gobierno, los bancos dejaban la tibieza.
"No puede ser. Es el único sector que no pone el hombro", lo escucharon decir al jefe de Estado.
Hay algo cierto. La segunda etapa de la cuarentena que arrancará el lunes próximo -y que durará no menos de 10 días más- no será como la que imaginaron los hombres de negocios sino como la que recomiendan los científicos y especialistas de la salud que a diario consulta el Jefe de Estado.
Es decir, hasta por lo menos el 1° de mayo, la mayor cantidad de gente adentro será la determinación que tomará el Presidente, siempre que la curva de casos descienda y el pico del contagio pueda amesetarse. De lo contrario, mayo también será un mes inflexible desde lo sanitario.
En este contexto, el Gobierno se ve obligado a dos cosas. La primera: habilitar a operar solamente a los sectores esenciales para el resto de la comunidad desoyendo a las lógicas presiones en un contexto donde, básicamente, el 99% está perdiendo.
Lo segundo: mejorar en la gestión y tomar desde el Estado todas las medidas necesarias para no dejar gente al margen, desprotegida frente a los (también lógicos) intereses económicos.
En las próximas horas, todos veremos si -esta vez- se notará equilibrio en las decisiones. Y que no ganen los que, por poder de lobby, suelen hacerlo.