"Fomentar el consumo es insostenible porque cada peso que se inyecte a la economía irá a una demanda de dólares"
En días donde al cepo cambiario se le sumarían otras restricciones al consumo de bienes y servicios en dólares, y por otro lado se menciona que se incrementaría la emisión de pesos para favorecer el consumo local, iProfesional habló al respecto con el economista Fernando Marengo, socio de Arriazu Macroanalistas.
Este experto, con más de 14 años en este estudio, y un posgrado de finanzas en la Universidad Di Tella, analizó también cómo se podría resolver el pago de la deuda externa y qué salida posible hay a la crisis económica.
-¿Cómo considera que es el panorama económico que le espera al Gobierno?
-La economía que dejó el gobierno anterior presenta fortalezas y debilidades. Las fortalezas, en parte, fueron impuestas por el mercado, y mirando a futuro pueden ser que la economía tenga capacidad ociosa y mano de obra disponible, algo que quiere decir que se puede generar crecimiento económico sin la necesidad de tener que tomar decisiones de inversión.
Además, sirve tener un sistema financiero chico, líquido y sin descalce, más allá que uno preferiría tener un sistema grande y que brinde crédito, pero el actual evita tener crisis bancarias. También es positivo contar con un bajo nivel de monetización, que quiere decir que hay pocos pesos dando vuelta en la calle si se toman todos los billetes en poder del público más los depósitos del sector privado. Entonces, si se hace algo razonable, esa demanda de pesos debería subir y le permitiría un financiamiento genuino al fisco.
A su vez, el macrismo dejó una reducción del déficit fiscal, un superávit comercial y equilibradas cuentas externas. Además, mucha gente habla del tipo de cambio real, pero en realidad acá se mueve el dólar para ajustar los costos salariales en moneda estadounidense, entonces el costo laboral unitario es el más bajo de los últimos diez años. Por ende, en términos de competitividad, hay un elevado nivel. Finalmente, se ajustaron en gran medida los precios relativos, que era uno de los principales problemas que había enfrentado el gobierno saliente y que generó mucho ruido por la suba de tarifas.
-Evidentemente, por la situación actual, también hay temas de suma debilidad, ¿cuáles son los más riesgosos?
-En cuanto a las debilidades, la economía está en recesión pero tenemos que pensar que está estancada desde 2011 con ciclos expansivos y contractivos. El último empezó a mediados del año pasado y hasta ahora la economía viene acumulando una caída del 8%. Otra es la tasa de inflación elevada y creciente, en una economía indexada, lo cual es un serio desafío pensándolo a futuro para ver cómo se resuelve. Otros puntos débiles son la deteriorada situación fiscal que hay desde las PASO y la fuerte pérdida de reservas, ya que el nivel disponible es bajo. A ello se suma el nulo acceso al financiamiento externo, donde no hay posibilidades de colocar deuda y esto genera la necesidad absoluta de hacer una reestructuración que sea amigable en el corto plazo.
-En este contexto complejo, ¿qué desafíos tiene el Gobierno por resolver?
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-Los desafíos vienen claramente por la parte de las debilidades que tiene la economía, y se vinculan con bajar la pobreza, que es un problema estructural que tiene Argentina, que en algún momento estuvo disfrazado con el subsidio que se llamaba empleo público. Los desafíos para bajar la pobreza tienen dos patas: por un lado, bajar la inflación; y, por el otro, generar crecimiento. Algo que Argentina no supo resolver en su historia económica moderna. De hecho, en los últimos 70 años de Argentina hubo apenas 12 años de inflación de sólo un digito.
-¿Cómo se baja la inflación?
-Diría que hay tres condiciones para bajar la inflación: la primera es que no hay que emitir dinero para financiar el déficit fiscal, básicamente no se debe tener déficit fiscal. El segundo punto es que en una economía como la nuestra, donde todos pensamos en términos de dólares, es fundamental tener estable el tipo de cambio nominal, pero para lograr eso se precisa de equilibrios macroeconómicos por detrás. El tercer requisito es desindexar la economía, sino será un trabajo arduo y de largo plazo bajar la inflación.
-En este combo de necesidades oficiales, ¿cuál es el mayor desafío?
-Lograr un crecimiento sostenido durante décadas, algo que pudieron hacer muchos países, como China, Chile, Perú, Colombia, entre otros. Pensemos que el desafío de Argentina de bajar la pobreza a un digito implicaría duplicar el PBI per capita, algo que precisa 20 años de crecimiento a un ritmo de 4,5% promedio anual.
Entonces, crecer dos décadas a ese ritmo genera una demanda de inversión, algo que necesita financiamiento. Y si se quiere financiamiento externo, va a generar un déficit fenomenal. Entonces, necesariamente, se deberá financiar con ahorro domestico, y para eso se precisa desarrollar un mercado de capitales, se necesita credibilidad y, fundamentalmente, incentivar el ahorro en vez del consumo, lo cual es todo un desafío político.
-¿Cuál es la posibilidad de éxito de un plan de equilibrio general y sustentable?
-Las chances de lograrlo son muy elevadas, la pregunta a hacerse es qué probabilidad hay de que se implemente un programa de este tipo, cuando las declaraciones oficiales indican que la idea es ponerle plata en el bolsillo a la gente y que el problema son los niveles de la tasa de interés. Entonces, cuando empezamos a escuchar estas cosas, parte de la fortaleza que presenta la economía en algún momento se empezará a perder.
-¿Qué perspectivas de gestión económica le genera la designación de Martín Guzmán como ministro?
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-Ojalá sea la más exitosa del mundo, creo que lo que hay que entender en Argentina es que el problema que tiene la economía es de restricción presupuestaria, y eso no es falta de pesos. No se soluciona poniendo billetes en el bolsillo de la gente.
Cada peso que se le pone a la gente, puede generar demanda de bienes que se producen a nivel doméstico, algo que generaría actividad económica. Pero si esto llega a ocasionar una demanda de productos importados, eso implicaría pagar más importaciones y usar más dólares o reservas.
O bien, la gente podría decidir comprar más dólares con más dinero disponible, y si se los compran al Banco Central generaría una mayor pérdida de reservas o depreciación del tipo de cambio oficial. Y si el BCRA no los vende y la gente quiere comprar dólares, eso producirá una mayor brecha cambiaria. El problema de esto es que es más grande el incentivo a eludir el control de capitales, y cuando esto ocurre los exportadores tienen menos incentivos a liquidar divisas y los importadores más incentivos a comprar al exterior. Entonces eso generaría la pérdida del superávit externo.
-El nuevo Gobierno asumió con la promesa que no hay margen para el ajuste, ¿se puede cumplir?
-A nadie le gusta ajustar, el ajuste lo sufre mucha gente, sobre todo los de menos recursos, pero cuando uno ve la historia reciente de Europa, siempre queda margen para hacerlo. Sobre todo, con los desequilibrios que había en 2011 en adelante en Grecia, Portugal y España, se observa la magnitud del recorte que hicieron vía una baja nominal de los gastos, porque ni siquiera tenían una posibilidad de realizar una licuación de estos porque están en la zona euro. Es que si no se hacen las cosas de forma consistente, después el mercado te termina obligando a hacer el ajuste y llevándote al peor escenario, que es lo que estamos sufriendo en Argentina hace un año y medio.
-¿Qué puede ocurrir con el dólar en los próximos meses?
-Para pensar qué puede pasar en la economía argentina en los próximos meses, se deberá ver el equilibrio entre cuántas reservas dispone el Banco Central y qué le pasa al superávit de cuenta corriente cambiaria versus si se decide la expansión vía emisión de pesos (cómo será la misma y a qué velocidad se realiza). En base a ello, se verá qué pasará con el tipo de cambio, ya que si hay una fuerte expansión de pesos y rápidamente se pierde el superávit cambiario, claramente el precio del dólar no tiene otra alternativa de ir para arriba. Lo mismo la inflación. Ahora bien, si no se retrasan las tarifas y esa expansión es algo puntual, dentro de un programa consistente, puede aguantar el tipo de cambio estabilizado.
-¿Es suficiente el acuerdo social para hacer bajar la inflación?
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-Si viene un acuerdo social y de precios y salarios que puede ayudar a bajar la inflación en el corto plazo. Tenemos que tener presente que un acuerdo de precios no es algo económico, sino que permite ganar tiempo para mostrar que el programa a implementar sea sustentable y equilibrado. La historia argentina demuestra que cada vez que hubo un acuerdo así se pensó que eso era todo el programa, todo el resto de las variables fueron inconsistentes. Entonces, cada vez que se terminaba ese trato, volaron los precios o hubo desabastecimiento porque nadie estaba dispuesto a producir a perdida.
-Con el tema del pago de la deuda, que podría ser sin quita y a largo plazo, según mencionó Guzmán en trabajos previos a ser Ministro, ¿qué opina al respecto?
-Creo que hay que hacerlo de manera rápida y amigable. Se debe evitar el default porque siempre tiene consecuencias, desde reputacionales hasta para poder conseguir líneas de financiamiento en el corto o mediano plazo. O podemos tener problemas con organismos internacionales, no es recomendable. Como deudores, si queremos generar credibilidad, tenemos que comprometernos a honrar una deuda, no sólo en los papeles sino en la ejecución.
Respecto del nuevo canje, importa cuál es la quita del valor presente neto y cómo quedan los pagos de los flujos nominales en los próximos períodos. Definitivamente, creo razonable no hacer una quita de valor nominal, en todo caso habría que extender los plazos y reestructurar los cupones o un mecanismo que permita subir la tasa del cupón año tras año, hasta llegar al nivel del interés que se pagará hasta que el bono caduque.
-Visto el contexto complicado y las primeras medidas del Gobierno, ¿ve posibilidad concreta de salir de esta crisis?
-Definitivamente se puede salir de esta crisis, el problema es el modelo económico y de país que se quiera implementar. Diría, más que por ajuste de mercado que por convencimiento, sobre todo porque ya se hizo en gran medida el ajuste macroeconómico, fiscal, de tarifas y del sector externo por falta de financiamiento. También tenemos un tipo de cambio competitivo y el nivel de monetización es bajísimo, porque toda la economía argentina se dolarizó todo lo que pudo hasta las elecciones generales.
En resumen, creo que están dadas las bases para hacer un programa sustentable y tener en cuenta la dinámica de equilibrio general, así se sale de esta crisis más temprano que tarde. Ahora tenemos que tener presente que ese programa es de austeridad, pero de corto plazo puede ser recesivo porque fiscalmente se debería seguir ajustando esperando confianza del sector privado hasta que se empiece a crecer. Es el caso de España y Portugal. El "milagro portugués" fue tres años de ajuste fiscal, donde se bajó el déficit de 11% hasta el 4% del producto bruto (PBI), con tres años consecutivos de recesión. Y recién el cuarto año se dio ese "milagro", pero primero se tuvo que poner la casa en orden.
-A la vista no se considera que este Gobierno, ni la gente, tenga tanta paciencia para ver resultados…
-Si a lo anterior no le vemos la viabilidad política y no es el modelo que creemos, pero pensamos que hay que incentivar al consumo y ayudar al crecimiento, bueno, de corto plazo tendremos una recuperación de consumo y mejorará la actividad económica. Y si a esto lo combinamos con un acuerdo de precios, podríamos tener una desaceleración de precios y pensaríamos que todos los problemas están resueltos. Pero no tenemos que perder de vista que ese programa es insostenible porque, básicamente, cada peso que se inyecte a la economía irá a una demanda de dólares, vía importaciones o compra de divisas.