La pelea de Alberto con Trump complica la negociación con FMI y ya preocupa a los bonistas
Casi en tiempo récord, y a pesar de que todavía no asumió como flamante presidente, Alberto Fernández se cruzó muy fuerte con Donald Trump por el caso de Bolivia.
El calibre de la crítica coloca al presidente electo en una situación complicada ante su par estadounidense. "Estados Unidos retrocedió décadas y volvió a lo peor de los 70, cuando avalaron intervenciones militares contra gobiernos elegidos democráticamente", disparó Fernández.
Los dichos, que en otra situación podrían haber quedado como una discusión de política exterior con respecto a la región, tienen otro tinte imposible de ocultar: ¿en cuánto influirán estos cortocircuitos con Washignton en las negociaciones que tendrá la Argentina con el Fondo Monetario Internacional?
Sucede que hay un dato clave: Estados Unidos es el país con mayor poder de voto en el board del organismo. Ostenta el 16,52% de los votos totales y triplica a otro jugador fuerte como Alemania.
Así, la pelea de Fernández con Trump puede derivar en la falta de apoyo de Estados Unidos en las negociaciones que tendrá que encarar el presidente electo.
Sin el guiño de ese país en el directorio (de hecho Argentina perdía por goleada las votaciones si no fuera por el apoyo de Trump a Mauricio Macri), será muy difícil que se obtuviera un acuerdo para estirar los vencimientos de la deuda.
Ya con el acuerdo "Stand-by" caído, lo que viene sería uno de "Facilidades Extendidas". Pero eso requiere de un nivel de reformas que el Frente de Todos no está dispuesto a aceptar.
Desde Washington no se entiende
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Sea como fuere, y a pocas semanas de haber ganado las elecciones en primera vuelta, Fernández ya se enfrenta con Estados Unidos.
"Tanto la salida de Macri como las criticas por parte de Fernández enfrían la relación de los dos países. Aunque uno no debe pensar que Estados Unidos va a boicotear, tampoco creo que ayude, y tomaría un rol pasivo. Las criticas a Trump por supuesto no serian bien vistas", explicó a iProfesional, Claudio Loser, el argentino que más conoce al Fondo por dentro y que fue Director para el Hemisferio occidental del organismo.
Otro economista que pasó por el FMI, pero que pidió no ser nombrado porque ahora trabaja en el sector privado, coincidió en que los dichos de Fernández conspiran con un acuerdo rápido con el FMI.
"La verdad que no ayudan, pero no solo eso, la reunión del Grupo de Puebla, la pelea con (Jair) Bolsonaro... Una cosa era mantener una posición neutral, pero ha tomado una posición muy clara", alertó.
El ex funcionario del organismo de crédito, en diálogo con este medio desde Nueva York, señaló que de todas formas la discusión y regociación entre la Argentina y el FMI pasará más por lo técnico.
"Pero al darle letra a todo el ala más dura, el FMI demandará un plan bastante consistente, apoyado en un importante esfuerzo fiscal, que obviamente Fernández no va a estar dispuesto a convalidar", remarcó.
"Las posiciones van a empezar a un par de galaxias de distancia, es difícil ver cómo se van a acercar a un punto medio", agregó.
Otra fuente desde Washington también marcó que "claramente, sin el empuje explícito de Estados Unidos se va a poner muy difícil que el board apruebe cualquier programa".
En la capital estadounidense no entienden la estrategia de Fernández. Les parece insólito que el presidente electo ataque a quien lo puede ayudar a mantener el único financiamiento internacional. "No parece existir el mínimo entendimiento de la complejidad y severidad de la situación", dicen.
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"Las odas de Alberto Fernández la noche de las elecciones a Lula y Evo fueron preocupantes, pero parecían improvisadas. Ahora, dada su respuesta a la política de la Casa Blanca en Bolivia, su postura inesperadamente ideológica parece estratégica", reseñó Benjamin Gedan, senior adviser en The Wilson Center para América Latina desde Washington.
Para Gedan, dada la esperada renegociación de Argentina con el FMI y la reestructuración de la deuda, la esperanza de una mayor inversión extranjera y su relación interdependiente con Brasil, "la política exterior del presidente electo tiene implicaciones potenciales para la recuperación económica de Argentina".
El punto de vista optimista, continúa, si esto es un caso de "poner el guiño a la izquierda y doblar a la derecha", tanto en política exterior como económica.
Bonistas preocupados
Para los bonistas también es una muy mala noticia el cortocircuito del kirchnerismo con la Casa Blanca. Sin acuerdo con el FMI no hay chances de que avance un canje de deuda "amigable".
Es así por razones obvias: ningún tenedor de bonos aceptará esperar más tiempo para cobrar su acreencias cuando el mayor acreedor del país (el FMI) sigue discutiendo un programa con la Argentina.
Saben que primero cobra el Fondo y luego ellos. Y si no se disipan los pagos al Fondo, mucho menos se puede pensar en algún estiramiento de plazos con los privados.
Por eso la reacción del mercado fue negativa: el riesgo país subía 3% hasta los 2.518 puntos y los bonos derrapaban hasta 4,5% (principalmente los más cortos).
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Más allá de los comités de acreedores que puedan surgir, una iniciativa de los fondos "amigos" para empezar a negociar con Fernández, la deuda argentina está muy atomizada y necesita de un fuerte consenso para ser reestructurada.
"Es una muy mala noticia para los bonistas porque sin el apoyo de Trump, Fernández la tendrá complicada en el board", agregó a este medio Alberto Bernal, jefe de estrategia de XP Securities desde la Gran Manzana.
En Wall Street e incluso en el Gobierno sospechan que las reales intenciones del Frente de Todos es entrar en default total de la deuda culpando al macrismo por el abultado préstamo con el FMI y las condiciones que hay que aceptar para destrabar la negociación.
Incluso eso explicaría la falta de avances en la transición económica entre los distintos equipos técnicos. Nadie del team Fernández ha contacto al equipo de Hernán Lacunza para interiorizarse de los temas. Y así en todas las áreas.
Se especula en pasillos oficiales que el kirchnerismo no tiene ninguna voluntad de abordar un nuevo acuerdo con el Fondo y que se jugarán a ir por los privados sin ese paraguas.
En caso de que falle, algo muy improbable, el país podría volver al default total más temprano que tarde. Por lo pronto, y para el tipo de negociación que quiera tener Fernández con el organismo, necesita de Estados Unidos.
El tiempo corre y tampoco Trump está focalizado en el caso argentino. De hecho, ya está en campaña para las elecciones del año que viene, donde busca la reelección.
Los datos de la economía avalarían sus chances. Por eso, la región tendrá cada vez menos peso y podría radicalizar aún más su discurso para mantener el voto que lo llevó a la Casa Blanca.
En ese sentido, seguirá con su agenda ya conocida para la región, como el caso de Venezuela y Cuba a la cabeza. En ambos casos, pero particularmente en el primero que es donde le importa donde está parada la Argentina, Fernández no le juega a favor. El presidente electo, al parecer, no aspira a ganar puntos con Trump.