Preocupación en el entorno de Alberto: empresas aceleran su colchón de aumentos de precios
La situación se repitió por lo menos cinco veces durante la última semana: empresarios de primera línea reunidos alrededor de una larga mesa analizando la realidad. Buscando pistas sobre lo que llegará con el nuevo gobierno después del 10 de diciembre. Industriales, constructores, fabricantes de alimentos y socios de compañías de medicina privada comparten las incertidumbres.
Los dueños de las principales empresas de la Argentina muestran una reacción idéntica frente al cambio de inquilino en la Casa Rosada: ante la duda, arman un "colchón" de precios.
En una economía inflacionaria, las remarcaciones están al orden del día y atraviesan a todos los sectores. Inclusive a aquellos que han perdido clientes o rentabilidad por la contracción del consumo y el mercado interno, por culpa de la pérdida de poder adquisitivo.
Los movimientos de precios no deberían ser indiferentes a la situación política en estas semanas previas a la asunción de Alberto Fernández. Es cierto que la transición se transformó en una puja por el "relato" entre Mauricio Macri y el presidente electo. Otra vez, la "pesada herencia" en el centro de la escena política.
Pero lo cierto es que la dinámica inflacionaria trascenderá al 10 de diciembre. La suba de precios que se está observando durante las últimas semanas seguirá alimentándola; y el costo político de estos movimientos ya socavará la imagen del futuro jefe de Estado.
Es así que se plantea el gran interrogante sobre cuánto tiempo podrán los principales gremios sostener la premisa de evitar las protestas públicas, o ir por un reclamo de mayores incrementos salariales, si la inflación se sigue acelerando.
La respuesta parece clara. Por eso mismo es que lo que sucede ahora en las góndolas de los supermercados genera inquietud política y ya se escuchan opiniones en el sentido de que se debe actuar para cortar el espiral ascendente de los precios. Incluso en las propias filas del Frente de Todos, algunos economistas consideran que Alberto F. debería al menos pronunciarse, echar luces sobre lo que está pasando con los aumentos, y dejar de mantenerse al margen.
Los aumentos de las últimas dos semanas fueron transversales. Hay incrementos en los precios de los alimentos, por parte de las fabricantes más importantes del país. Pero también en otros rubros ligados a los servicios públicos, como la telefonía móvil y la medicina prepaga. Y también en los combustibles, que volverían a subir al menos en dos oportunidades más antes del traspaso del poder.
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Golpe a la canasta básica
Los movimientos en los precios de los alimentos abarcaron a la mayoría de los productos que integran la canasta básica.
Los ajustes fueron de entre 8% y 12%. Incluyeron a productos como pan, carne, fideos, aceites, arroz, azúcar, yerba y café. Los lácteos fueron los que más aumentaron: desde la leche fluida y en polvo hasta los quesos.
El tema fue abordado en las últimas reuniones empresariales. Tanto en la Unión Industrial como en la Copal, los ejecutivos -aun cuando entre ellos compiten y se esconden las estrategias- reconocen que los aumentos de precios son comunes a todos. Nadie reconoce que la política pasa por armarse un colchón, pero sí -en cambio- se menciona el incesante agravamiento de los costos y la incertidumbre.
Se habla del peso de las tarifas de los servicios públicos y de la cuestión financiera (tasas de interés y las dudas sobre lo que puede pasar con el tipo de cambio), que se mantiene al tope de los reclamos y los análisis.
Por otra parte, la posibilidad de que durante el próximo ciclo se apruebe la Ley de Góndolas - que intenta una democratización en la exhibición dentro de los supermercados, dándole un espacio obligatorio a las pequeñas y medianas empresas fabricantes - tiene un unánime rechazo de las grandes fábricas y las cadenas de supermercados.
Lo cierto es que ni los ejecutivos ni los funcionarios se muestran sorprendidos por lo que ocurre. De hecho, lo había anticipado el ministro Dante Sica, quien advirtió estos movimientos como una especie de autodefensa de las propias compañías ante el acuerdo de precios y salarios en camino.
Los asesores de Fernández ya le advirtieron al presidente electo de esta cuestión, al tiempo que le sugirieron evitar más pronunciamientos sobre este tema del "pacto social". Creen que, más allá de los argumentos sobre incrementos de costos, también está jugando el factor defensivo por parte de aquellos empresarios que temen un congelamiento de precios y buscan crear su "colchón"
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De todas formas, esos economistas cercanos a Alberto F. admiten que "ya es tarde". Que el "daño ya está consumado". Se trata de evitar un mayor agravamiento del cuadro de situación.
Las empresas se defienden: algunos ejecutivos advierten por el golpe que les provocó la crisis. Los últimos balances de algunas compañías líderes ponen de manifiesto esos quebrantos, con pérdidas históricas. Fueron los casos de las alimentarias Molinos, Arcor y La Serenísima -sólo por mencionar los casos emblemáticos divulgados en las últimas horas-, que dan cuenta de pérdidas de dinero y también de porciones de mercado.
La suba de precios ya se notará en el índice de inflación de octubre -que el INDEC difundirá este jueves 14- y al que las consultoras estiman entre 4% y 4,5%.
Sin embargo, lo peor está por venir: para noviembre, los cálculos van desde una inflación que tendría como piso el 5%, por culpa de la ola de remarcaciones posteriores a las elecciones. Sobre todo en alimentos.
Ese índice, con el relevamiento de lo que está ocurriendo este mes, se divulgará 48 horas después de la asunción de Fernández, el jueves 12 del mes que viene.
¿Aprovechará la ocasión el por entonces Presidente para avanzar en el acuerdo social, que incluya un congelamiento de precios?
Una dinámica preocupante
Lo que parece claro es que en ese momento podrá argumentar que la renovada aceleración inflacionaria tiene que ver con la herencia recibida. Pero esa visión tiene "patas cortas". Un vencimiento corto.
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La sociedad no sólo le demandará que baje la inflación rápido. Después de dos años de crisis, incertidumbre y recesión, el reclamo será también por una mejora en el poder adquisitivo.
La inflación acumulada en los primeros nueve meses cerró en 37,7%, y lo más probable es que culmine el año por encima del 55 por ciento. Eso significa, lisa y llanamente, que los salarios volverán a cerrar otro año en rojo. Con la gravedad de que varios rubros industriales y del comercio están evidenciando un salto en el desempleo.
Por afuera de los supermercados, en los servicios también aguardan reajustes. Lo mismo que en las estaciones de combustibles. En este último caso, se espera un incremento de entre 5% y 7% en los próximos días, apenas termine el congelamiento dictaminado por el actual Gobierno.
Y habría un ajuste adicional antes del traspaso del poder, también cercano al 5%, de acuerdo a las previsiones de las petroleras. Sólo un movimiento político del próximo jefe de Estado podría demorar esas correcciones.
Distinto es el caso de las prepagas y de la telefonía celular, rubros que ya se agenciaron incrementos para las próximas semanas cumpliendo con la obligación del preaviso. Las subas serán del 12% en promedio en el caso de la medicina; y del 22% en los teléfonos.
La vertiginosa agenda internacional -con crisis inesperadas en América Latina- distrajo por unas jornadas la abultada lista de tareas que le aguarda a lo que queda de la transición política y, sobre todo, al inicio del gobierno de "Los Fernández".
Como se aprecia, la próxima administración estará obligada a hacer pie en aguas turbulentas en materia inflacionaria. "La dinámica está lanzada", suele repetir la economista Marina Dal Poggetto para explicar lo complicado de ponerle una cuña a ese proceso.
Alberto Fernández, en su reciente aparición en la presentación de un libro, dijo textualmente: "Cada elección es un punto de arranque. Es empezar de nuevo; empezar a definir nuevos objetivos. Esta sociedad de 2019 es otra sociedad a la de 2015 o a la de 2011".
Fernández ya sabe que esa sociedad le va a demandar cosas muy claras y concretas a partir del 10 de diciembre. Quiere recuperar lo perdido en esta época de crisis.