• 22/12/2024

Con dólar calmo y alta inflación, el mercado teme turbulencia por el retorno del atraso cambiario

Hay economistas que argumentan que la paridad debería estar en $44. Y advierten que ante el atraso se podría reiniciar el ciclo de dolarización del público
09/01/2019 - 06:13hs
Con dólar calmo y alta inflación, el mercado teme turbulencia por el retorno del atraso cambiario

En la Argentina de hoy no hay términos medios: de la brusca devaluación se pasa a advertir sobre un posible atraso cambiario. Sin dejar de analizar la chance de una nueva agitación en el mercado.

En ese amplio espectro se mueven desde economistas independientes hasta los propios funcionarios. Y no es que unos u otros hayan enloquecido. En verdad, todos asumen la fragilidad del actual equilibrio económico y financiero.

Y así como desde el Banco Central, Guido Sandleris y su vice, Gustavo Cañonero, monitorean de cerca las municiones  con las que disponen para hacer frente a una eventual ola  dolarizadora, los funcionarios también se preparan para intervenir comprando hasta u$s50 millones diarios en caso de que el tipo de cambio toque la banda inferior de la “tablita”.

Es el infierno o el cielo. En las consultoras de la City, lo mismo que en el Gobierno, están muy atentos a la dinámica de la crisis.

Se sabe, el Banco Central y la Casa Rosada, se focalizaron en mantener estable el valor del dólar. Sandleris y Dujovne lo comentan en cada diálogo con delegaciones de inversores que llegan a monitorear de cerca la economía argentina.

Se trata del objetivo central (¿acaso el único?) para llegar a las elecciones de octubre. De otra manera, creen, Mauricio Macri no tendría chances de reelección.

La premisa cuenta a su favor con el rígido esquema armado entre el BCRA y el Fondo Monetario Internacional después de la última corrida, y que se puso en marcha hace casi 100 días. El plan de “emisión cero” ayudó claramente a que la dolarización se redujera a la mínima expresión.

Sin embargo, algunos economistas sostienen que si la paridad cambiaria se eleva por debajo de la inflación, en algún momento el “mercado” puede reaccionar frente a ese atraso.

El argumento es que si el dólar se "abarata" demasiado rápido respecto de los precios, podría instalarse nuevamente la desconfianza sobre la sostenibilidad del tipo de cambio y podría reiniciarse la tendencia al atesoramiento de dólares, lo cual cambiaría por completo la dinámica que se está observando en estos días.

¿Tormentas de verano?

Sin ir más lejos, los próximos 100 o 120 días serán clave para ese monitoreo. De acuerdo a las estimaciones de la consultora Eco Go -dirigida por Marina Dal Poggetto- y de Ecolatina, la inflación mensual entre enero y abril rondará entre 2,8% y 3%.

Producto de los ajustes tarifarios impulsados por el propio Ejecutivo, entonces, la inflación de la primera etapa del año resultará más elevada que la prevista hasta hace algunas semanas.

La “Teoría de Baumol & Tobin” encaja con los dichos de Spotorno. Ese modelo se basa en la optimización en el uso del efectivo. Una empresa, o el público en general, se queda en pesos para costear sus transacciones ya que el ingreso y posterior egreso de inversiones especulativas generan costos adicionales. Sólo se recurre a esos movimientos en tiempos de gran incertidumbre o cuando todas las fichas están puestas hacia un solo lado. Como puede ser cuando existe la certeza de una devaluación inminente.

En el Banco Central analizan el escenario con la misma óptica. Y le ponen números.

Sandleris está convencido de que, con la aplicación del plan de emisión cero, ya no quedan pesos en la calle para disparar una ola dolarizadora.

Y que, en el peor de los casos, esas compras de dólares -motivada por la incertidumbre electoral en medio de la campaña- tendría un límite. El jefe del Banco Central habla de los $200.000 millones de depósitos a plazo fijo que ingresaron al sistema financiero desde octubre.

¿Y el resto de los plazos fijos? En los bancos hay casi $900.000 millones colocados en su mayoría a 30 días de plazo. Y en la Argentina sobran los ejemplos del comportamiento histérico de los ahorristas en medio de una crisis y la incertidumbre.

Sandleris responde a sus interlocutores: “Se podrían dolarizar los ahorros de los últimos meses, los que entraron para aprovechar las altas tasas de interés. Esos $200.000 millones. El resto no porque se trata de dinero transaccional de la gente. Lo necesita para cubrir sus necesidades de pesos”.

Si así fuera, la dolarización tendría un límite de unos u$s5.000 millones. “En ese caso, podríamos ver un sacudón en el mercado cambiario, pero acotado”, analiza Spotorno en su diálogo con iProfesional.

El economista recuerda que en la corrida de agosto-septiembre, los ahorristas individuales y las empresas sacaron $200.000 millones de los bancos que estaban en plazos fijos para comprar dólares.

“Si ahora se repitiese la historia, el efecto no sería el mismo”, aventura Spotorno. “Una cosa es con el dólar a $20 o $25 y otra muy distinta es cuando la cotización ya subió a $39”, completa. 

El temor al ciclo clásico

De todas formas, los economistas de la City previenen sobre los efectos negativos de habilitar un atraso del tipo de cambio, un clásico de los años electorales, sobre todo si antes hubo una devaluación fuerte.

Desde distintas ópticas y diagnósticos, tanto Guillermo Calvo como Orlando Ferreres y Aldo Pignanelli advirtieron sobre un incipiente atraso cambiario. "El dólar tendría que estar a 44 pesos”, dijo sin vueltas el ex presidente del Banco Central.

“El dólar está bastante cerca del valor que debería tener, pero ahora habría que manejarlo con la inflación para que no caiga en términos reales”, mencionó, a su vez, Ferreres.

La consultora Quantum, dirigida por el ex secretario de Finanzas Daniel Marx, le puso números a esa cuestión. En su último reporte semanal, Marx estimó que, en los últimos 90 días, el tipo de cambio real se apreció nada menos que un 19,6%.

Los números son así: a finales de septiembre, el dólar cotizaba a $41,31 mientras que cerró la primera semana de 2019 en $37,32. Esa baja nominal de 9,7% en el precio del billete verde se traduce en una apreciación real del peso del 19,6%.

El dólar en el piso de la banda, alcanzado en las últimas jornadas, alimenta los argumentos de quienes ya abren el paraguas sobre un renovado proceso de atraso cambiario, a pesar de la brusca devaluación, que duplicó el valor del dólar en pocas semanas.

Sin embargo, desde Quantum ponen distancia sobre esa dinámica. “El 'alivio' cambiario está inducido por una política monetaria muy contractiva, que en alguna medida está afectando la demanda de dinero. Sin embargo, la incertidumbre sobre los pagos de la deuda soberana se mantiene elevada”, advierte Marx.

Luego prosigue en el sentido de que, tarde o temprano, el precio del dólar y el “riesgo país” deberán “converger”. ¿De qué manera?: “Dependiendo de las expectativas que se vayan formando desde las encuestas electorales y la evolución de la economía, el proceso de convergencia será con aumentos del tipo de cambio o con reducción del riesgo país”.

Tanto Spotorno como el ex viceministro de Economía Emmanuel Álvarez Agis introducen otra variable: la evolución de la inflación que, obviamente, está directamente relacionada al eventual atraso cambiario.

Spotorno menciona dos escenarios a monitorear en las próximas semanas: 

  • Si la inflación no desacelera lo prometido, entonces el atraso cambiario podría sobrevenir y disparar la dolarización. Un proceso ya conocido por los ahorristas argentinos.
  • Que la recesión sea más dura, se prolongue en el tiempo, y la imagen de Mauricio Macri se deteriore, de cara a las elecciones de octubre. Está claro: una desventaja del actual jefe de Estado también recalentaría el mercado cambiario.

En el sentido opuesto, el propio Spotorno aclara que en esa “economía detectivesca”, habría drivers a favor de un mercado más optimista.

En esa línea menciona algo de lo que se estuvo viendo en las últimas jornadas: una mejora en el escenario internacional -ya sea traccionado por la estrategia de la Reserva Federal o por el nuevo orden político en Brasil- que habilite un descenso del “riesgo país” y de las tasas de interés internas.

En definitiva, un escenario menos rudo para el consumo, que permita anclarse en un esquema con tasas menos gravosas, con algunos sectores favorecidos por la devaluación, como el turismo y el campo.