Un acuerdo con el FMI, el camino menos doloroso para evitar una crisis y eludir un "ticket seguro al desastre"
La cuenta regresiva comenzó. En pocos días, el Gobierno enviará al Congreso los lineamientos macroeconómicos de su programa plurianual y allí empezará a develar la hoja de ruta que tiene en mente para los críticos dos últimos años de gestión. Se asume que al menos lo central de dicho programa cuenta con el aval del FMI y que formará parte del nuevo acuerdo con el organismo.
Es un paso fundamental para que las degradadas expectativas privadas encuentren algún cauce y los activos financieros argentinos, dólar incluido, relajen las presiones sobre sus precios. El viaje de la misión argentina a Washington de este fin de semana busca acelerar los tiempos.
En concreto, como siempre, se debaten stocks y flujos de dólares, con un deadline muy claro: marzo de 2022. Hasta entonces se acumulan vencimientos por u$s7.900 M en concepto de capital e intereses de deuda externa y los acreedores son principalmente los tenedores de bonos reestructurados y el Fondo Monetario Internacional.
"Un default abierto con el principal acreedor dominado por las principales economías centrales es un ticket seguro al desastre"
Desde Analytica hemos planteado reiteradas veces que un acuerdo con el Fondo es el menos doloroso de los caminos posibles para evitar una crisis de corto plazo y estar en condiciones de generar algún sendero viable para generar divisas en el mediano y largo plazos.
Es claro que no resuelve per se ningún desequilibrio, pero un default abierto con el principal acreedor dominado por las principales economías centrales es un ticket seguro al desastre.
Mirado desde los stocks, el cuadro es complejo. Las reservas líquidas del Banco Central, medidas incluso a la usanza del FMI, equivalen apenas a un mes de importaciones y por ello el gobierno espera casi con desesperación una buena liquidación de la cosecha fina en diciembre para alimentarlas. Se proyecta una dinámica de flujos compleja que preanuncia que este stock no hace compatible la continuidad de la actual estrategia cambiaria con los pagos de importaciones de bienes y servicios y el cumplimiento de los compromisos de deuda hasta marzo. Algo debe cambiar. Los mercados lo saben y forman expectativas esperando la corrección en algún momento antes de marzo.
Un acuerdo con el Fondo podría servir como una suerte de paraguas protector que, bajo ciertas condiciones, descomprima esas previsiones. Aunque parece imposible que el organismo avale la continuidad del atraso cambiario como estrategia, también comprende que resolver con lógica el dilema cambiario argentino no admite las recetas tradicionales como la devaluación como medida central.
El compromiso de acumular reservas, otro clásico del Fondo que como cualquier acreedor quiere ver capacidad de repago, es una vía más "amigable" de presentar en sociedad. Pero la brecha de 100% sigue ahí, al acecho, desalentando la viabilidad de un ordenamiento cambiario razonable.
Las dificultades del Banco Central para hacerse de dólares, o mejor aún, de retenerlos, incluso en un año con los mejores precios internacionales desde 2012, llegaron en estos días a la necesidad de volver a restringir las operaciones sobre el turismo al exterior. Que no se trata de una medida aislada para castigar a las clases medias que le quitaron el apoyo electoral al gobierno, sino que forma parte de la lógica de proteger unas reservas muy escasas y en especial, de mostrarle al FMI que lo poco que hay, se cuida. El Fondo, como cualquier acreedor, desea que su deudor use todos los medios disponibles para defender su caja…
Así, días después de las elecciones, el Central abandonó la intervención vía bonos en el mercado de los dólares bursátiles, por el cual se fueron nada menos que usd 2.400 millones de las reservas en un año para subsidiar el precio de salida. También obligó a los bancos a desprenderse de sus tenencias en dólares, medida que generó los rumores totalmente injustificados de "corralito" sobre los depósitos en esa moneda. Hoy, el sistema financiero cuenta con los niveles de liquidez más altos de la historia, tanto en pesos como en dólares y nada más lejos que la posibilidad de prohibir retiros de depósitos.
"La llegada del FMI es apenas el inicio del camino para recuperar reputación. Se necesitan señales creíbles y consistencia macro"
Ambas decisiones del BCRA fueron pensadas a medida del apetito del FMI. Incluso la caída de 25% en el mes en los pagos por importaciones de octubre podría entenderse en esa línea. Esta cuestión es, de todos modos, más estructural. Desde Analytica advertimos desde hace meses que la brecha cambiaria incentiva a adelantar importaciones y, de acuerdo con nuestros cálculos, unos u$s18.000 millones de pagos al exterior por compras de insumos, partes y piezas industriales no pueden explicarse sólo con la evolución propia de la actividad sectorial ni con la del tipo de cambio real. Evidentemente, las expectativas devaluatorias en un escenario de restricciones y tasas reales de interés negativas influyen en la decisión.
Con muy escaso margen de maniobra e instrumentos poco eficientes, el Gobierno está preparando el terreno para el desembarco fondomonetarista en la economía argentina a partir de 2022. Las misiones trimestrales se volverán algo corriente y los nombres de sus técnicos, conocidos para el común de los argentinos. Pero la llegada del Fondo es apenas el inicio del camino para recuperar reputación. Se necesitan señales creíbles, consistencia macro e ir cumpliendo las metas que fije el acuerdo para que vuelva una esquiva palabra a la economía argentina: confianza.