¿Cómo se arregla?: plan "1 a 1" de Moreno caducó y Argentina perdió terreno en 45 países
Tras conocerse la noticia de la renuncia de Guillermo Moreno al frente de la Secretaría de Comercio Interior, economistas, empresarios y hasta figuras de la oposición, salieron a pegarle con extrema dureza al polémico funcionario.
Y lo hicieron apuntando al blanco más visible: sus fracasos.
El listado de temas en los que talló Moreno y en los que no consiguió resultados satisfactorios es muy extenso. Y a lo largo de este 2013 no hizo más que ampliarlo.
Uno de los más resonantes fue el control de precios. Tras haber lanzado el "plan freezer" -que congeló los valores en supermercados durante algunos meses- y ser uno de los impulsores de la iniciativa "Mirar para cuidar" -con militantes de La Cámpora monitoreando las góndolas-, la inflación no sólo no se contuvo sino que terminó elevándose, con un índice que acumula un alza superior al 26% en los últimos doce meses.
La SuperCard se convirtió en otro sinsabor para el polémico ex secretario, dado que a lo largo de varias semanas sólo se habían habilitado 400 plásticos.
El plan de blanqueo de capitales fue otro de los grandes dolores de cabeza que debió enfrentar Moreno, dado que con el Cedin apenas pudo ingresarar a la economía menos de u$s400 millones, cuando el objetivo inicial era de u$s4.000 millones.
Y a este largo listado, quien fuera el "guardián del modelo", sumó un último gran fracaso antes de su renuncia: el del plan "1 a 1", que no funcionó como lo había planeado y que había quedado prácticamente desactivado antes de dejar la Secretaría.
A través de este sistema, que hizo su debut a fines de 2011, todas las empresas que traían productos del exterior estaban obligadas a compensar sus importaciones con exportaciones por el mismo valor, de modo que cada compañía funcionase como una suerte de "unidad económica superavitaria".
Esto tenía como objetivo generar más dólares a través del saldo comercial y lograr un "colchón verde" más robusto para el BCRA.
Así es como se dieron casos realmente insólitos: hubo automotrices que salieron rápidamente a tejer alianzas con productores de maní, de revestimientos de interiores o de comida para perros para poder hacerse de un cupo y así ingresar vehículos.
También hubo empresas del sector tecnológico que se vieron obligadas a firmar acuerdos con exportadores de pescados o con bodegas, para poder seguir operando en la Argentina.
Este último, de hecho, fue uno de los rubros más buscados por las firmas importadoras: en 2012, entre los 100 principales exportadores de vino del país había unas 15 empresas que nada tenían que ver con este sector, como fabricantes de motos, comercializadores de productos para bebés o distribuidores de insumos para la construcción.
Un plan "descabellado"
Para empresarios y economistas, el plan "1 a 1" de Moreno era tan ambicioso como descabellado: tenía como meta que todas las firmas importadoras contribuyeran a generar un superávit comercial artificial y que se disparase el flujo de dólares que ingresaba a la economía.
Sin embargo, nada de eso ocurrió: no se generaron "nuevas" y genuinas ventas al mundo, dado que básicamente todas estas operaciones consistieron en un liso y llano "pase de manos", ya que el importador firmaba un acuerdo con la empresa exportadora para que esta última realice el envío al exterior bajo su nombre.
El otro gran problema era que el infructuoso plan "1 a 1" tenía un alto costo para la firma importadora, ya que ésta debía pagarle un "peaje" al dueño de la mercadería y de los contactos en el exterior, que en promedio rondaba el 10%.
Así las cosas, los magros resultados obtenidos a nivel exportaciones terminaron haciendo naufragar el plan "1 a 1".
Por un lado, las propias empresas fueron las que lo abandonaron, al ver que su cumplimiento no se traducía, en general, en una mayor rapidez para importar.
En diálogo con iProfesional, Miguel Ponce, gerente de la Cámara de Importadores (CIRA), confirmó que "semanas antes de la renuncia de la renuncia de Moreno teníamos muchas empresas que nos habían comunicado que el plan de compensaciones no corría más".
"Hasta el año pasado, cumplir con exportaciones por el mismo valor que el que se importaba era condición necesaria y suficiente para continuar operando y que se aprueben las Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación. Sin embargo, este año ya había dejado de ser condición suficiente. De hecho, tenemos asociados a la cámara que contaban con un saldo positivo y aun así no les autorizaron un solo embarque en todo 2013", recalcó Ponce.
En la misma línea, Marcelo Elizondo, ex director ejecutivo de Fundación ExportAr, confirmó que "el plan 1 a 1 terminó haciendo agua y ya estaba virtualmente desactivado. Y la principal razón está en que las empresas nunca lograron compensar en los niveles que se pretendía y el Gobierno terminó entendiendo que iba a ser prácticamente imposible lograrlo".
En tanto, un ex funcionario de la Cancillería Argentina que actualmente asesora a compañías de primera línea, destacó que "el sistema de compensaciones ya no lo cumplía ninguno de mis clientes".
"Teníamos una empresa de tecnología que, para poder importar, había firmado un acuerdo con una productora de aceite de oliva. Este año, incluso, había hecho dos embarques bajo su CUIT pero en los últimos seis meses no le aprobaron ni una sola declaración jurada, así que decidió suprimir el convenio", recalcó el directivo.
Por su parte, el presidente de una bodega de Mendoza, que cada año elabora y comercializa 2 millones de litros de vino y con presencia en cerca de 50 mercados en el mundo, confirmó a iProfesional que "ya no nos queda ningún acuerdo en pie con empresas importadoras".
"Cuando arrancó el plan, a fines de 2011 o principios de 2012, teníamos fácilmente una docena de consultas por semana. El año pasado incluso llegamos a exportar bajo 25 números de CUIT diferentes", ratificó el directivo, dejando en claro cuán difundido estaba este sistema.
Sin embargo, el bodeguero aseguró que "todo esto se terminó. Arrancamos el segundo semestre con sólo dos acuerdos y ahora ya no tenemos ninguno".
En este contexto, Ponce graficó lo inviable de la iniciativa al remarcar que "el Gobierno nunca tuvo capacidad operativa para controlar a todo el universo de importadores. Hubiese necesitado un ejército de técnicos para poder hacer un seguimiento a más de 6.000 empresas".
Un "peaje" que fogoneó la inflación
Cuando se lanzó la iniciativa, allá por diciembre de 2011, Moreno tenía dos objetivos en mente: por un lado, que los importadores aprovechen su red de contactos en el exterior y así ayuden a impulsar el "Made in Argentina".
Por otro, según confirmaron a iProfesional diversas fuentes, el funcinoario era consciente de que los exportadores, para darles parte de su cupo, cobraban un "fee" o un "peaje", que en promedio era del 10%, pero que podía llegar a ser de hasta el 15%, dependiendo de las urgencias que tuvieran las empresas importadoras.
Para el ahora ex secretario, ese costo extra que debían afrontar los importadores funcionaba a la vez como una suerte de "subsidio" a la exportación, dado que le permitía a la firma que colocaba su producto en el exterior hacerse de unos "puntitos" de ganancia y así compensar la pérdida de competitividad a causa del atraso cambiario.
"Los exportadores estaban recibiendo un ´premio´ de 10 puntos promedio por lo que vendían afuera. De algún modo era como si le hubiesen mejorado el tipo de cambio", recalcó Ponce.
Sin embargo, el directivo aseguró que este plan generó altos costos y casi ningún beneficio: "El problema de que las empresas tuvieran que pagar para compensar es que ese 10% se terminaba incorporando al precio del artículo importado".
Esto, según Ponce, llevó a que, "si lo que se traía de afuera era un bien intermedio para un producto de exportación con valor agregado, entonces la empresa perdía competitividad. Y si el producto era para consumo final, entonces se terminaba generando un efecto inflacionario".
Elizondo coincidió en el impacto negativo que tuvo este plan en los precios internos, dado que "los importadores no sólo debían encarecer el producto que traían en un 10%, por lo que estaban obligados a pagarle al exportador que les cedía la mercadería, sino que también sufrían otros sobrecostos ocultos de gestión, como tener que poner recursos humanos para realizar una tarea que, en realidad, no deberían estar haciendo".
Caída del "made in Argentina"
Pese a la obligación impuesta por Moreno de forzar a las empresas argentinas a que exporten más, lejos de que el país haya ganado mercados, lo que terminó sucediendo es que los envíos al exterior de los rubros más utilizados para cumplir artificialmente con el plan "1 a 1", en general, terminaron cayendo.
Es decir, el sistema prácticamente no generó ningún efecto positivo en la inserción del "Made in Argentina" en el exterior.
En efecto, al analizar la performance de una "canasta" conformada por los principales productos escogidos por los importadores, se observa que entre enero y septiembre de este año se realizaron envíos por u$s6.691 millones, un nivel que se ubicó por debajo del alcanzado en el mismo período de 2011 y 2012 (ver infografía).
Incluso, si del listado se excluye el biodiesel -producto que fuera elegido por algunas automotrices para compensar, como Alfa Romeo, pero que actualmente sufre el boicot por parte de Europa-, hay un amplio abanico de artículos con tasas de variación negativas.
Tal es el caso de la carne vacuna, cueros, leche en polvo, maní, pescado procesado y manzanas.
Según Elizondo, "hay un amplio espectro de economías regionales que sirvieron para que las empresas importadoras compensen, pero que igualmente están exhibiendo caídas en las cifras de exportación. Esto demuestra lo poco que impactó el plan 1 a 1".
En este sentido, el experto brindó datos por demás desalentadores:
•En 2011, las exportaciones argentinas crecían en 78 países y se mostraban a la baja en 11.
•En 2013, las ventas albicelestes están creciendo en apenas 42 destinos y, como contrapartida, cayendo en 45, cifra récord de toda la década (ver gráfico).
"Es la primera vez en una década que las exportaciones argentinas están retrocediendo en más países que en los que están incrementándose. Esto es muy grave y será difícil de arreglar", sostuvo Elizondo.
Según el informe de su consultora, las empresas nacionales pierden terreno en 17 países de Europa -como Alemania, España, Francia, Italia, Holanda, Reino Unido y Dinamarca, entre otros-, en 9 mercados de América latina -Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, por mencionar algunos- en 10 de Asia -como India y Malasia- y hasta en Africa, tal como sucede con Angola, país que fue visitado por el propio Moreno para mejorar el intercambio.
"Se suponía que íbamos a conseguir nuevos mercados, que íbamos a incrementar las ventas al mundo, pero nada de eso ocurrió", disparó Ponce.
Así las cosas, pese a los esfuerzos oficiales, las exportaciones este año están cerrando con una pobre tasa de crecimiento del 4%, mientras que las importaciones están triplicando esa cifra.
En tanto, el superávit comercial apenas alcanzará los u$s8.500 millones, el nivel más bajo de toda la era K.
Si bien la iniciativa de Moreno no prosperó, hay quienes no descartan que, ahora con Axel Kicillof al frente del Ministerio de Economía, haya una reformulación del sistema que fracasó durante la gestión del ex secretario.
"El comercio exterior va a seguir estando administrado, porque se necesita generar más dólares", aseguró a iProfesional el presidente de una cámara empresaria, quien dejó picando una posibilidad: "Se rumorea que el nuevo ministro quiere implementar un ´plan 2 a 1´ pero con un bono de exportación. Es decir, a cada empresa que salga a vender al mundo le darían un bono por el cual le dejarían importar por la mitad del valor".
"Sería más descabellado que el plan de Moreno. Estamos cruzando los dedos para que esto sea sólo un rumor y no una condición para seguir operando en el país", concluyó.