El fracaso del carsharing en todo el mundo: por qué no funcionó
El fenómeno se empezó a ver en 2019 y se repite en docenas de ciudades del país asiático. Las imágenes de campos con cientos de vehículos en buen estado completamente huérfanos, algunos aún con sus desodorantes de ambiente colgando de los espejos exponen brutalmente la realidad de la movilidad eléctrica.
Lo mismo sucede en Francia y otros países de europa. Los autos son tan ordinarios que no tienen ningún valor de reventa, más si se considera que cambiar las baterías por unas nuevas sale tanto o más que el vehículo.
Hasta hace pocos años parecía una buena idea alquilar autos sólo por el tipo de uso. La suciedad, los olores y el maltrato a las unidades le dieron el tiro de gracia a un mal negocio.
Uno de los puntos que llama la atención de las fotos que se difundieron alrededor del mundo es que los autos que se alojan indefinidamente en estos descampados tienen un patrón común: son modelos modernos, en tonos de carrocería claros y, hoy se sabe, son exmiembros de flotas de empresas de carsharing.
Fabricantes chinos en el negocio
Hace poco más de una década, impulsados por subsidios gubernamentales, cientos de fabricantes chinos se metieron en el negocio de la movilidad eléctrica para sacar provecho de la oportunidad. Naturalmente, gran parte de la cosecha fue de modelos chicos con un estándar básico en materia de diseño, calidad y autonomía de batería, con lo cual no resultaron especialmente atractivos para el usuario promedio, aunque sí lo fueron para las empresas de carsharing que, en ese momento, apostaban a un negocio que parecía estar recién empezando.
El carsharing es una solución de movilidad que permite desplazarse con todas las comodidades, sin tener que comprar un coche, ni pagar todos los costos adicionales que supone ser propietario de uno.
Algunos de los 4000 autos eléctricos desechados por una compañía de carsharing que cerró en Francia. La comuna ahora enfrenta un enorme problema ecológico.
Si suena parecido al alquiler de autos, es porque se trata del mismo negocio con variantes adaptadas a los tiempos que vivimos, como el hecho de buscar el coche más cercano a nuestra ubicación y, si está libre, poder usarlo para desplazarnos hasta donde deseemos. Una vez haya terminado el uso, se lo estaciona en las zonas asignadas y la próxima persona que lo necesite hará el mismo proceso.
Pero el carsharing fracasó y de los más de 500 fabricantes chinos de autos eléctricos que competían en 2019, hoy quedan alrededor de 100 activos.
Ordinarios y baratos
Esos coches eran ordinarios y baratos, sus baterías fallaban regularmente y en muchos casos al dejarlos en carga el próximo usuario se encontraba con que no estaban al 100% y se quedaban tirados en medio de la ciudad.
Hubo empresas que, para aprovechar el programa de subsidios, falsificaron registros de vehículos eléctricos y producían chasis vacíos sin baterías, o baterías que no cumplían con los estándares. En 2016 hubo decenas de fraudes de empresas que reclamaron más de 9300 millones de yuanes (US$1300 millones) en subsidios. En consecuencia, Beijing empezó a recortarlos y, ante un nuevo cambio repentino de políticas, muchas empresas que no encontraron una forma de mantenerse a flote, quedaron varadas.
Centenares de autos eléctricos abandonados en un descampado en China. El uso de autos eléctricos como movilidad urbana compartida no funcionó.
En Francia
En 2018, una de las primeras iniciativas de coche compartido dejó de prestar servicio: se trata de la francesa Autolib, y con el Bolloré Bluecar cuyos autos abandonados fueron localizados recién ahora. Miles de unidades de este coche urbano eléctrico, que no han encontrado destino ni uso tras el cese de esta firma de carsharing, se amontonan en un descampado.
De esta noticia se han hecho eco medios franceses como L"argus gracias a las fotos de denuncia en redes sociales de los vecinos de Romorantin, una localidad de la zona Centro-Valle del Loira y cercana a París. La capital fue la primera ciudad donde comenzó a operar Autolib, aunque no la única, pues también estuvo activa en Lyon o Bordeaux.
Y es que, si ya no es tarea fácil dar salida en el mercado de segunda mano a los coches eléctricos, menos aun cuando las unidades han estado destinadas a un servicio público, pasando por no pocas manos y no siempre cuidadosas.
Solo siete años estuvo en servicio Autolib en París hasta que rescindió el contrato antes de tiempo. Y es que no fue tan rentable como se esperaba: de hecho, al cese de la iniciativa acumulaba una deuda cercana a los 200 millones de euros.
Las bicis
Con las bicicletas pasó lo mismo en China mientras que en nuestro país aún hay empresas que tratan se mantener a flote el modelo de sharing pero está visto que no funciona tampoco.
En 2018, Wu Guoyong, un fotógrafo con sede en Shenzhen, fue de los primeros en documentar este tipo de desperdicio industrial cuando fotografió con drones pilas de bicicletas, originalmente pensadas para formar parte de un sistema de pedaleo compartido que se tradujo en millones de ejemplares tirados en zanjas, ríos y estacionamientos.