iProfesional en la China profunda: así se hacen vinos del otro lado del mundo
Son más de 35 horas entre vuelos y escalas desde Buenos Aires. Incluso, si hay demoras, pueden superarse las 40 horas. Ningxia está realmente del otro lado del mundo. El aeropuerto principal de esa región, ubicado en la ciudad de Yinchuan, no acostumbraba a recibir muchos visitantes de occidente, hasta que arrancó el boom del vino; hoy, una de las principales actividades económicas en esa zona que se ubica muy cerca de la frontera con Mongolia.
Yinchuan, la ciudad cabecera en el centro de Ningxia, es realmente próspera. Autopistas impecables, un aeropuerto nuevo e imponente, calles limpias, edificios que resplandecen por la noche y cadenas hoteleras de primer nivel le dan vida a este lugar que, sin llegar a tener el brillo de Shanghái, tiene su encanto.
Respecto de la industria del vino, China reclama que esa historia se comenzó a escribir en el gigante asiático hace miles de años. Pero la historia concreta de Ningxia arranca en 1984, cuando el gobierno comenzó a plantar viñedos de manera masiva, luego de diversos estudios llevados a cabo para encontrar las mejores zonas para este cultivo. Hasta allí viajó Vinos & Bodegas, de la mano de AHK Argentina (Cámara de Industria y Comercio Argentino-Alemana), en el marco de una gira de prensa organizada por ProWein.
La realidad es que Ningxia no es una zona fácil. Es una región ultra árida, que tiene algunos puntos de contacto con Mendoza. Pero se respira un clima un poco más hostil.
En general, durante la primavera y el verano, la zona de viñedos se caracteriza por los días claros y soleados, lo que garantiza una buena sanidad de las uvas. Pero, hablando de extremos, la temperatura puede superar los 32 grados en verano.
El problema se da durante el invierno, cuando desciende hasta los -30 grados centígrados. Este frío extremo genera la primera particularidad de los viñedos de la zona: todas las bodegas deben cubrir los viñedos con una capa de tierra de unos 60 centímetros, para evitar que se congelen.
En general, lo hacen con máquinas. Los viñedos, de hecho, están preparados para el trabajo mecanizado. Es un espectáculo que no se ve en ninguna zona de la Argentina: cuatro o cinco tractores, pasando a toda velocidad entre las filas, removiendo la tierra y arrojándola sobre los viñedos, hasta lograr el espesor necesario para evitar que las plantas mueran.
"Hacemos el vino imposible", murmura uno de los enólogos, quien agrega que por el costo de la mano de obra esta práctica sería imposible de replicar en otra parte del mundo.
Este proceso lo inician en noviembre, antes de la llegada del crudo invierno. Justo en Chateau Moser, cuando iProfesional visitó la bodega, los operarios estaban en pleno proceso de cobertura de los viñedos.
Según Li Demei, profesor de Enología en la Beijing Agriculture College, en todo China hay unas 900 bodegas que cuentan con licencia para producir vinos. Sin embargo, las que están activas todos los años son unas 450. De ese total, unas 86 están establecidas en Ningxia.
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Hoy, la región de Ningxia está produciendo unas 120 millones de botellas al año, convirtiéndose en una de las principales del gigante asiático, según explica a iProfesional Li Demei.
Estas bodegas, junto a productores independientes, cultivan en total unas 40.000 hectáreas. Y aquí es donde se siente a pleno la influencia francesa: cerca del 50% de la superficie está plantada con uvas Cabernet Sauvignon. Entre las variedades clave también figuran Merlot, Cabernet Franc, Syrah, Petit Verdot, Chardonnay y Sauvignon Blanc.
De hecho, la palabra "chateau" es muy común en China. La influencia francesa responde no solo a la presencia de flying winemakers que desde hace años asesoran a los productores locales. En ese país también existe una gran fascinación por el charme francés, por sus vinos y por su historia.
Las etiquetas de los grandes chateau franceses son ultra codiciados por los consumidores chinos de alto poder adquisitivo. Y ese aspiracional se respira en cada centímetro de la vitivinicultura china.
Chateau Moser, uno de los más cercanos a Yinchuan, a unos 30 minutos en auto, por fuera luce como una representación de una suerte de palacete de aires europeos, si bien por dentro encierra un paseo luminoso y colorido, pensado para entretener a los visitantes de una manera muy particular.
A propósito: en la región de Ningxia recibe, cada año, unos 400.000 visitantes al año, una cifra por debajo del millón que registraron las bodegas de Mendoza en 2018, pero igualmente nada desestimable.
Lo interesante es que en Ningxia hay espacio para jugadores grandes y pequeños. Entre los grandes se puede mencionar a Great Wall, una empresa controlada por el gigante Cofco, que cuenta con 1.200 hectáreas y produce unas 5 millones de botellas al año, sólo en esa región de China.
De aspecto minimalista, con una fachada equivalente a un edificio de cuatro o cinco pisos, esta bodega es realmente imponente.
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Del otro lado, puede mencionarse a la bodega Helan Qing Xue, que se estableció hace unos 15 años y apenas produce unas 60.000 botellas por vendimia. Se trata de una bodega muy funcional, comandada por la carismática enóloga Zhang Jing, quien habla un perfecto inglés.
"La calidad de los vinos de Ningxia mejoró mucho en los últimos años. Cada vez estamos conociendo más en profundidad nuestro terroir y esto está impactando positivamente en los vinos. Todavía hay que recorrer un largo camino, es cierto, pero estamos en la dirección correcta", plantea la enóloga, quien agrega que es clave en el desarrollo de la vitivinicultura local el hecho de que "los consumidores se están sintiendo más y más confiados en probar vinos hechos en China".
La bodega produce un interesante Cabernet Sauvignon que, en su cosecha 2011, ofrece aromas sutiles y elegantes y cierta tensión en su desarrollo.
Zhang Jing menciona un hecho clave y está vinculado con los hábitos alimenticios, con una dieta que está incluyendo cada vez más carnes rojas, tanto vacuna como de cordero: "Cada vez se marida más el vino con las comidas, algo que antes no era tan usual. Y el Cabernet Sauvignon va muy bien con las carnes", plantea, recordando que de las 40.000 hectáreas que hay en Ningxia, más de 20.000 son de la gran variedad francesa.
Un aspecto interesante es que en China siempre muestran con orgullo la sala de barricas. Se habla mucho de madera y, en general, se siente la madera en los vinos. El discurso de la frescura, que vienen imponiendo gurúes del mundo, todavía no está tan en la mente de enólogos y bodegueros en esta parte del mundo.
En China pasa un poco lo que sucedía en Mendoza hace 10 o 15 años, cuando la madera era un atributo importante y formaba parte obligada de todas las fichas técnicas.
Aquí en China, en cada presentación, los enólogos hablan mucho del tiempo que pasó el vino en la barrica. Y esto responde bastante al gusto de los consumidores locales, que se sienten más cómodos con los vinos más maduros y de pulso dulzón que con los ejemplares ácidos y mordientes.
Sobre este punto, Li Demei menciona que en la región hay un punto crítico y es el de la cosecha. Dado que la temperatura es elevada, durante cada vendimia las bodegas enfrentan el desafío de que se les dispare el nivel de azúcar y, como consecuencia, perder la preciada acidez natural.
Hay otro aspecto clave y es que la historia moderna de la vitivinicultura en esa región de China es tan reciente que los viñedos son muy jóvenes. Por eso es que las bodegas de Ningxia todavía están encontrando su estilo particular.
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Para tener una referencia, una bodega como Xige Estate, ubicada a más de una hora de distancia de Yinchuan (una suerte de Valle de Uco en Mendoza), es considerada una de las más importantes de la región por ser una de las pocas que posee viñedos de 20 años de antigüedad, considerado todo un patrimonio en China.
En Ningxia también hay espacio para la sorpresa: tras una fachada minimalista y moderna y rodeando el paisaje árido, se erige una de las pocas bodegas Chandon fuera de Francia. Fue fundada en 2014 y es el sexto establecimiento fuera del Viejo Mundo.
Allí, utilizando únicamente método tradicional, producen Chandon Red: un espumante que conjuga uvas Pinot Noir, Marselan y Syrah, de buen volumen y peso y de burbuja ligera, que iría perfecto para un asado argentino.
El clásico Brut, en tanto, es un espumante que también funcionaría muy bien en el mercado argentino, con una nota levemente tropical y una acidez no tan estridente.
La importancia del gigante asiático en la industria del vino salta a la vista: según datos aportados por Li Demei, China es hoy el tercer mayor mercado de consumo de vinos a nivel mundial del vino, en términos de valor, representando más de u$s16.000 millones al año, solo siendo superado por Estados Unidos y Reino Unido.
Sin embargo, según el experto, para el 2021 se espera que pase a ocupar el segundo lugar, con un negocio proyectado de más de u$s22.000 millones.
Este mercado, sin embargo, estará representado mayormente por los vinos importados. ¿Es posible pensar en un incremento de la producción en el corto plazo de vino local? El experto asegura que no es tan simple: "Para poder establecer una bodega y empezar a producir vinos hay que obtener una licencia del gobierno. No cualquiera puede lanzarse a hacer vinos sin tener este permiso".
En este contexto, son especialmente las bodegas del exterior las que hoy apuntan todos sus cañones al gigante asiático.