AMABLE COMPLEJIDAD

Así es el vino espumante mendocino que demandó 13 años de trabajo

La bodega mendocina está presentando en sociedad su millésime elaborado con uvas cosechadas en 2006. Tras 13 años, sale al mercado
VINOS & BODEGAS - 13 de Noviembre, 2019

Más de 4.700 días. Ese es el tiempo que pasó desde que el enólogo Pedro Rosell elaboró la base del que se convertiría luego en un espumante realmente único en la Argentina.

Es que Bodega Cruzat, el establecimiento ubicado en Perdriel, Mendoza, y que se especializa en la producción de burbujas, está presentando en sociedad su segundo millésime: un blanc de Noir 100% Pinot Noir cosecha 2006 y que pasó más de 90 meses sobre levaduras.

No es común toparse con este estilo de espumantes en el país. Los franceses son los que mejor entendieron el efecto del tiempo sobre el champagne y hacen referencia a los diferentes niveles de plenitud que va adquiriendo la bebida conforme pasan los años.

En la Argentina hay muy poca experiencia en este sentido, por eso es realmente loable el desafío que encaró Cruzat con este producto. De hecho, no es el único millésime que lanzaron al mercado: en 2016 habían lanzado un espumante método champenoise, también cosecha 2006, pero que consistía en un corte de 85% Pinot Noir y 15% Chardonnay.

"Ese mismo año elaboramos este blanc de Noir 100% Pinot Noir pero decidimos esperar hasta este año para comercializarlo", plantea la enóloga de Cruzat Lorena Mulet.

"Ambos tuvieron una crianza de más de 90 meses sobre levaduras. Sabíamos que por su complejidad nos podía sorprender si éramos pacientes y esperábamos el efecto que causan las lías estando en contacto en la botella", explica la enóloga.

Por cierto, se trata de partidas realmente limitadas: del Millésime Pinot Noir-Chardonnay se elaboraron tan solo 5.000 botellas. Y no queda mucho en el mercado. "Actualmente quedan muy pocas reservadas para ir evaluando su evolución y para ventas muy especiales", señala Mulet. Del corte Blanc de Noir, en tanto, se elaboraron 3.500 botellas.

 

Este espumante, que se lanza con un precio sugerido de $2.300, tiene dos grandes virtudes: su complejidad y, a la vez, su amabilidad en el paladar. Esa es, de hecho, la característica que deberían tener los espumantes tope de gama.

Y este ejemplar va por ese camino: en su nariz confluyen notas profundas de levaduras y pan bien tostado. Mientras que en el anterior Millésime surgían algunas notas de mostaza, que Pedro Rosell las atribuye al Pinot Noir, en este espumante aparece un dejo a especias exóticas y, muy de fondo, una fruta sutil, nada opulenta. En boca muestra todo su esplendor: es muy voluminoso, avanza con muy buen peso y una mousse que, sin perder la elegancia, recorre el paladar.

Tiene una linda acidez que está súper bien ensamblada. Es un espumante que habla el lenguaje de la alta gama y que va, como dijimos, podrá ser disfrutado sin mayores complicaciones o entregar un registro de aromas complejos y buen carácter en boca para quien quiera detenerse en los detalles.

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