Es de Puerto Rico, vivió en China y acaba de lanzar un vino de Mendoza que sorprende
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Vino por primera vez a la Argentina cuando tenía unos 14 años de edad. Y al primer lugar que la llevó su padre, Guillermo García Lamadrid (nacido en Cuba pero exiliado desde muy joven), fue a Mendoza.
Ella, Gabriela García Lamadrid, nacida y criada en Puerto Rico, habla sobre política, reflexiona sobre esa mezcla de nostalgia y melancolía que caracteriza a los rioplatenses y lo contrasta con la desbordante alegría de los habitantes de la isla que dejó hace tiempo para convertirse en una suerte de ciudadana del mundo.
De espíritu nómade, Gabriela estudió administración con orientación en economía y política en Nueva York. Pero también estuvo viviendo un tiempo en Shanghái, China, donde continuó con sus estudios.
Cuenta que siempre tuvo un espíritu foodie y que, de hecho, tenía una lista interminable de restaurantes que visitar en la Gran Manzana, con el desafío de no poder repetir ninguno durante le tiempo que estuviese en la universidad.
Ahora, a más de una década de haber pisado Mendoza por primera vez, Gabriela está presentando un vino que lo pensó en su cabeza durante dos años.
Ella todavía recuerda esos primeros asados en Luján de Cuyo, en la finca que compró su padre y donde fundó Lamadrid Estate Wines, la bodega ubicada en la zona de Las Compuertas y que creció bajó la dirección enológica de los hermanos Héctor y Pablo Durigutti, sus socios desde siempre en este proyecto vitivinícola.
Y también recuerda que lo que más le impactó fue haber pisado por primera vez la sala de tanques.
"No me voy a olvidar nunca cuando conocí a Angelina Yáñez, que en ese entonces era la asistente de enología. Subía y bajaba, tomaba muestras, no paraba. Era una muchacha con mucha pasión y con mucha energía. Y esa pasión por el vino me la contagió desde ese mismo momento", rememora Gabriela.
Y no trae este recuerdo por casualidad: Angelina es la enóloga responsable de haber elaborado Zunzún, el primer vino rosado de bodega Lamadrid pero que fue concebido desde cero por Gabriela.
"Quería que fuese ella la enóloga de este proyecto. Para mí fue como un ejemplo a seguir y que ella forme parte de esto es como que cerró todo un círculo", explica durante su paso por Buenos Aires, donde estuvo presentando esta nueva etiqueta.
Su vinculación con el vino no fue tan inevitable como se podría pensar. Si bien su padre (que arrancó con el negocio de la carne en los Estados Unidos) se convirtió en bodeguero, ninguna de sus otras dos hermanas se interesó por seguir el legado familiar.
Y Gabriela, de hecho, estuvo a un paso de tomar otro rumbo: "Una startup de cosméticos con base en Nueva York, para la que había trabajado como pasante, se interesó en mí y quiso contratarme. Pero ahí supe que no quería estar en esa industria. Yo quería estar en el mundo del vino".
Ahí fue cuando arrancó a estudiar sommellerie en los Estados Unidos. Y esto, sumado a su formación en administración, fue la llave para seguir los pasos de su padre. A fines de 2014 estuvo involucrada en el lanzamiento de una línea de vinos de Lamadrid (Begani) y luego comenzó a pensar en lanzar algo distinto. Y ahí surgió la idea de Zunzún, un rosado de Cabernet Franc que recién está llegando al mercado interno.
"Lamadrid se caracterizó siempre por haber elaborado vinos tintos. Y queríamos hacer algo diferente. Por eso pensamos en un rosado. Y elegimos la variedad Cabernet Franc porque es una cepa por la cual la bodega es muy reconocida en el mercado interno y en el exterior", explica.
¿Y por qué el nombre Zunzún? Gabriela cuenta que así es como le dicen a los colibríes en Cuba. Y el nombre surgió porque todos los días (aun hoy) un colibrí visitaba un arbusto que hay pegado a la sala de degustación de la bodega.
"Es un pájaro chiquito que parece muy indefenso, pero no es así: defiende su territorio con mucha fuerza y, además, hay mucha mitología a su alrededor", explica.
Vinos & Bodegas degustó este ejemplar, que se comercializa a un precio sugerido de $420, y se encontró con un vino complejo en nariz, con notas de frutas rojas crujientes, toques florales y una pátina que muy lejanamente recuerda al pimiento. En ese sentido, no es un rosado unidimensional. En boca, en tanto, se siente toda esa misma complejidad percibda al comienzo. En su andar se muestra vibrante, súper fresco, pero balanceado y con un buen peso. De modo que no es un rosado de esos chispeantes y ligeritos.
Gabriela asegura que quería aunar dos momentos de consumo con este vino: que se pueda disfrutar junto a una comida pero que también se pueda descorchar sin mayores preocupaciones una tarde al costado de la pileta.
A futuro la idea es ir ampliando la línea Zunzún con otros lanzamientos. Pero ahora la energía está puesta en esta primera etiqueta.
Tras las presentaciones de prensa, Gabriela se va a volver a subir a un avión. Nueva York, Texas, Lima y otras ciudades figuran en su larguísimo itinerario. Pero ahora en los viajes va con un colibrí bajo el brazo.
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