Antonini: "Los agricultores se convirtieron en robots de las empresas de herbicidas"
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Los vinos amigables con el medioambiente, que no utilizan químicos a lo largo de la fase de producción, están ganando cada vez más adeptos entre los consumidores argentinos.
Claro que, durante años, algunos vinos cargaron con la mala fama de ser defectuosos. Bodegueros incluso destacan que atrás en el tiempo no se aplicaban las prácticas correctas para que el producto llegara en óptimas condiciones a los consumidores.
Pero las cosas han cambiado: en la Argentina, actualmente trabajan 65 productores de uva orgánica certificados. La mayor parte de ellos se emplazan en Mendoza.
En total, existen en el país unas 2.500 hectáreas destinadas a las prácticas orgánicas y biodinámicas, lo que equivale a menos del 2% del total.
Buena parte de la producción se exporta y la Unión Europea es el principal mercado, captando un 70% de los envíos al exterior, según datos brindados por los organizadores de la Feria de Vinos Orgánicos.
Sin embargo, afirma que, detrás del sello orgánico, hay una filosofía, una forma de encarar esta actividad que tiene poco que ver con lo que se hace comúnmente: " A los vinos orgánicos, yo los llamos tradicionales. Y a lo que en general se le dice 'tradicional' yo lo llamo 'convencional'", desafía.
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Antonini subraya su idea afirmando que "es mejor hablar de viticultura y enología tradicional y no tanto del concepto 'orgánico', que no es nada nuevo, dado que es exactamente lo que se 80 años atrás".
Acto seguido, Antonini redobla la apuesta: "La agricultura convencional ha tenido un efecto muy negativo sobre varios aspectos: sabores que se han perdidos, contaminación del medio ambiente y destrucción de la sabiduría de los agricultores, que se han transformado en pequeños robots, manejados por grandes empresas productoras de herbicidas y alimentos transgénicos, como Monsanto, Bayer o Basf, y que ya no tienen más la relación cercana que tenían con la tierra, las plantas y el clima".
Así, el enólogo italiano, que encontró su lugar en el mundo en el Valle de Uco, hizo un llamado a "volver a tomar en cuenta todos lo que hemos perdidos y recuperarlos en una forma eficiente y económicamente sustentable".
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Evolución y cambio
El ingeniero agrónomo y enólogo Sebastián Bisole, de Casa de Uco, produce un Malbec y un Pinot Noir bajo la línea El Salvaje, con certificación orgánica.
Para ello, la bodega, emplazada en pleno corazón de Chacayes, cuenta con unas 20 hectáreas que se trabajan de manera artesanal, es decir que no se utilizan químicos y se fertiliza con compost natural.
Bisole coincide con Antonini al afirmar que "muchos vinos orgánicos en Argentina nacieron para explotar un nicho de mercado y no verdaderamente como una convicción".
Es decir que, bajo su óptica, algunas bodegas al ver que diferentes mercados empezaban a demandar este tipo de vinos, aprovecharon para ofertar y vender aunque fueran de baja calidad.
"El fin era poder aumentar el precio de venta. Y, si había un problema, se podía alegar que el vino era orgánico, natural, sin intervención química. Por eso es que durante mucho tiempo, 'vino orgánico' fue sinónimo de algo que no era bueno", agrega.
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¿Cuánto más caro resulta producir un vino orgánico en la Argentina? Bisole explica que hay una fórmula precisa para calcular la diferencia entre una producción orgánica y una producción convencional, dado que hay muchas variables que intervienen en la diferenciación de estos costos.
Sin embargo, a grandes rasgos, se podría establecer que una producción orgánica resulta entre un 13% a un 17% más costosa que una producción convencional, a lo que se suma el valor de la certificación.
"Estos valores no son significativos en el total de la producción, pero es importante entender que existen", completa el enólogo.
¿Y cómo impacta un entorno natural y la filosofía de trabajar de manera amigable con el medioambiente en el producto final? Sobre este punto, Antonini no duda: "El cultivo de cualquier cosa sin agroquímicos de síntesis siempre resulta en mejores sabores y carácter. Y esto vale para la uva, las manzanas, los tomates y cualquier otro fruto".
El experto agrega que "cuando se eliminan estos químicos, en el cultivo hay una mejor conexión entre el terruño y el vino; entonces hay una expresión del lugar más marcada. En consecuencia, los vinos tienen más energía y sabores más intensos".
Para concluir, Antonini es claro al concluir que para lograr un buen vino "tradicional" –es decir, orgánico- se requiere de una mayor habilidad como enólogo: "Hay que tener mucha más experiencia que cuando se hace un vino con productos agregados, porque para hacer menos definitivamente hay que saber más".