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Vinos orgánicos y salvajes: cómo son los dos lanzamientos de Casa de Uco

A partir de viñedos emplazados en Los Chacayes, la bodega está presentando en estos momentos un Malbec y un Pinot Noir con certificación orgánica
VINOS & BODEGAS - 05 de Octubre, 2018

El ingeniero agrónomo y enólogo Sebastián Bisole plantea una paradoja que se da en el negocio vitivinícola: mientras que en el exterior, especialmente en Europa y Estados Unidos, los consumidores encuentran un diferencial positivo en los vinos orgánicos, a punto tal que están dispuestos a pagar un plus por esta certificación, en la Argentina se dio un fenómeno contrario.

En efecto, ante la escasa información sobre esta categoría y –según afirmó el experto- la baja calidad de algunos productos que dominaron las góndolas durante bastante tiempo, los consumidores comenzaron a dudar de este tipo de etiquetas, lo que llevó a que muchas bodegas prefirieran no comunicar si se trataba de un vino orgánico.

Se estima que en la Argentina hay cerca de 70 productores de uva orgánica con certificación, ubicándose la mayor parte en la provincia de Mendoza. En total, son unas 2.500 hectáreas que se trabajan con prácticas amigables con el medioambiente y que no utilizan ningún tipo de químicos, ya sea para fertilizar como a la hora de controlar plagas o enfermedades.

Se trata de una cifra que fue en franco aumento, si bien esto representa una participación baja, del orden del 2%, sobre el total de la superficie destinada a la viticultura.

Venimos de un concepto errado, por el cual se hacían vinos orgánicos malos. En el mercado interno había muchos ejemplares de baja calidad, con defectos, lo que terminó alejando a los consumidores”, disparó Bisole.

“Nosotros, desde Casa de Uco, queremos cambiar esa percepción que se tiene de los vinos orgánicos. Es decir, lo hacemos por convicción”, planteó.

Desde la bodega, emplazada en pleno corazón de Chacayes, destacaron que en la actualidad cuentan con unas 20 hectáreas que cuentan con certificación, de modo que no se utilizan químicos y se fertiliza con compost natural.

Agregaron que para ello “se trabaja de acuerdo a un estudio de suelos realizado en todas las hileras de la finca para poder identificar el comportamiento de cada planta del terruño y cómo ésta se reflejará en cada vinificación”.

“Esto no lo hacemos por una cuestión de marketing. La idea de darle impulso a lo sustentable es porque estamos convencidos de que es el camino que hay que tomar. No queremos usar pesticidas porque, además de dañar la esencia de la planta, estamos dañando el medioambiente”, aseguró Juan Tonconogy, managing partner de la bodega.

“Todo esto es un granito de arena que queremos aportar para potenciar el mercado del vino orgánico. Ese es el motivo por el cual tampoco corregimos acidez ni agregamos taninos. Buscamos que el vino sea la expresión más cercana del terruño”, agregó.

En este contexto, la bodega está presentando en sociedad la nueva línea de vinos orgánicos de la familia “El Salvaje”, una marca que ya estaba disponible pero con vinos elaborados de manera convencional. 

Son dos nuevas etiquetas: un Malbec y un Pinot Noir de partida limitada que llegan al mercado a un precio sugerido de $390.

El Salvaje Orgánico Malbec 2016

 

Un Malbec que muestra una expresión diferente. Está la esperada fruta roja bien expresiva, pero aparece también un fondo entre herbáceo y ligeramente ahumado. Lo llamativo es que no tiene paso por madera, sin embargo, se percibe esa nota, que el enólogo la atribuye al hecho de que un 15% de la uva se fermentó con raquis. En boca se mueve en un punto intermedio entre el paso seco y una oleosidad leve. Sus taninos muestran firmeza y una textura apenas rugosa, con un excelente volumen. Bebible pero con carácter. Su toque de exotismo hace que el nombre le calce perfecto.

El Salvaje Orgánico Pinot Noir 2017

 

Se trata de un tinto rico en aromas, no excesivamente complejo pero sí lo suficientemente profundo como para captar la atención. Su estilo se mueve entre la fruta roja levemente madura, los toques terrosos y las flores secas. En ese sentido, no tira tanto hacia los hongos como otros Pinot Noir. En boca, la juega de amable, pero con un fluir bastante compacto, con una leve tención y un pulso apenas vibrante que lo hace definitivamente bebible. Tiene el plus, además, de tener espíritu seco pero con cierto dejo oleoso, contribuyendo a su buen balance general.

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