Pablo Cúneo: "Argentina tiene gran potencial para producir vinos rosados de clase mundial"
En los últimos años, en la Argentina comenzó a darse un fenómeno que forma parte de una tendencia global: los vinos rosados fueron tornándose más elegantes.
De esos colores intensos, casi tirando a fosforescentes, los enólogos fueron migrando hacia tonalidades más tenues. En paralelo, se les bajó el nivel de dulzor, apuntando hacia un estilo más seco y austero.
De alguna manera, las bodegas argentinas comenzaron a mirar a hacia la histórica región de Provence, donde el 70% de los vinos que se producen son rosados.
En este contexto, iProfesional dialogó con Pablo Cúneo, head winemaker de Bodega Luigi Bosca, quien analizó esta tendencia que se dio en los últimos años en el país y, además, detalló las claves para lograr ejemplares más y más elegantes.
-¿Por qué considerás que se ha dado un auge de los vinos rosados de alta gama en la Argentina?
-Considero que dos de los factores clave que incentivaron el auge de los vinos rosados en nuestro país fueron la curiosidad y la conciencia del consumidor por la armonización del vino con la comida. Ahora no sólo existe una gastronomía más variada que antes si no que el consumidor se volvió más curioso y receptivo.
Además, son vinos aptos para todo tipo de paladar, frescos, frutales y versátiles para acompañar un sinfín de situaciones. Esto los hace muy accesibles para quienes se están aventurando en el consumo del vino y los convierte en la opción indicada para aquellos a los que les parece que un tinto es demasiado pesado y un blanco demasiado ligero.
-¿Creés que la Argentina, en el mediano plazo, tiene posibilidades de ser reconocida por la calidad de sus rosados?
-Hay una gran oportunidad en el mercado argentino para los rosados, ya que el consumidor se vuelca cada vez más hacia estos vinos como así también a los blancos. Estoy convencido que Argentina tiene un gran potencial para producir rosados de clase mundial por su diversidad de climas, cepas y por la constante innovación y calidad de los profesionales que trabajan en la industria.
-¿Cómo fue el proceso por el cual, en los últimos años, se ha dado un giro hacia rosados mucho más elegantes?
-Es una tendencia mundial iniciada por los vinos de la Provence, en Francia. El proceso de cambio fue muy rápido. Hace poco tiempo, los rosados que hacíamos eran casi todos de Malbec con tintes muy rojos y a veces con alcoholes demasiado altos. Hoy no sólo elaboramos rosados a base de Malbec sino que se han incorporado otras variedades muy aptas para este fin como el Pinot Noir, Syrah, Merlot o Cabernet Franc, entre otras y a veces también cortadas con variedades blancas.
Sin embargo, el cambio más radical fue que empezamos a pensar los vinos rosados desde el viñedo, eligiendo las variedades y zonas más aptas y cosechando las uvas en el punto de madurez adecuado de frescura. Además, en bodega adaptamos las técnicas de elaboración para extraer y cuidar la frescura aromática y lograr colores más sutiles, como los rosa salmón, cobre o piel de cebolla, que encontramos cada vez más en las mesas.
-¿Cómo definirías el mercado actual de vinos rosados en los principales centros de consumo a nivel mundial? ¿Qué está demandando el consumidor?
-Es un mercado que viene creciendo fuertemente en los últimos años. Los principales consumidores de vinos rosados del mundo son Francia, Estados Unidos e Inglaterra, que son mercados que marcan tendencia. Hoy los consumidores buscan vinos rosados de colores sutiles y atractivos, con sabores y aromas suaves, frescos y elegantes, y su consumo está ligado a temporadas como la primavera y el verano. Además, por su versatilidad, están dejando de estar acotados a ocasiones específicas, como los aperitivos o el after office, para ganar más presencia en la mesa a lo largo de toda la comida.
-¿Cómo se piensa hoy un rosado antes de elaborarlo? ¿Qué papel juega la planificación desde el mismo viñedo?
-La planificación desde el viñedo es esencial y esto es lo que ha hecho la diferencia con los rosados de hace unos años. Hoy son temas fundamentales la elección de las variedades, la fecha de cosecha, la definición de técnicas de elaboración, los tipos de envases y cierre y las fechas de fraccionamiento y salida al mercado. Como mencioné anteriormente, hoy se suman al Malbec variedades como Pinot Noir, Syrah, Merlot y Cabernet Franc entre otras, y, en algunos casos, se suman variedades blancas en los cortes. Las distintas características aromáticas hacen que la oferta se diversifique.
Asimismo, la fecha de cosecha es crucial ya que la tendencia se dirige hacia niveles de alcohol más bajos y niveles de acidez y frescura mayores. El momento de cosecha también incide en los perfiles aromáticos cada vez más frescos. Respecto a la elaboración, buscamos exaltar la fruta y la frescura, cuidando los procesos de prensado, las temperaturas de fermentación y la guarda del vino en contacto con sus borras finas. Luego, al momento del llenado, tratamos de fraccionarlos lo antes posible para llegar a los mercados con un vino rosado más joven y fresco. En el caso de la exportación, esto nos da una ventaja por estar a contra-estación de los mercados del norte.
-En el caso del rosado de Luigi Bosca, ¿Cómo fue que decidieron salir del lugar común del Malbec y optar por explorar con otras variedades no tan tradicionales para elaborar este tipo de vinos?
La Bodega Luigi Bosca siempre se caracterizó por ir más allá y explorar diferentes cepas de calidad durante toda la historia. A la innovación permanente se le suma la búsqueda constante de la máxima expresión del vino argentino. Cuando comenzamos a pensar el concepto de Luigi Bosca Rosé decidimos salir del lugar común y explotar con otras variedades que conocemos hace muchos años como Pinot Gris, Syrah y PinotNoir.
El resultado fue un vino elaborado con uvas de viñedos propios situados en Maipú y Luján de Cuyo, Mendoza, a una altura promedio de 800 metros. La primera edición, y hasta la cosecha 2017, las elaboramos a partir de uvas Pinot Gris y Syrah. En esta combinación, el Pinot Gris aportaba la frescura, fluidez y notas cítricas mientras que el Syrah daba el suave color rosado cobrizo y carácter en la boca. En la cosecha 2018, después de varias pruebas, decidimos cambiar Syrah por Pinot Noir, en la búsqueda de mayor frescura y elegancia. El resultado fue un vino frutado, con aromas y sabores florales, de frutos rojos frescos y especias, a lo que se suma un toque mineral, con un equilibrio jugoso en boca.