Cae el consumo de vinos Merlot en la Argentina: ¿llegará el resurgimiento?
Tal vez con ánimos de buscar un chivo expiatorio, muchos señalaron como responsable del ocaso en el que ingresó el Merlot en los últimos años a la película Entre Copas, que se estrenó allá por el año 2004.
De alguna manera, se transformó en una espada de Damocles, que cayó sobre esta reconocida variedad tinta, que pasó de gozar de prestigio a quedar relegada y sufrir el "bullying" de los consumidores, que en ese entonces abrazaron en masa al Pinot Noir.
Basta recordar que en esa misma película, uno de los protagonistas se paseaba alegremente defenestrando al Merlot. Y su mensaje parece que se replicó en millones de consumidores.
Así, se generó una pequeña revolución en el negocio del vino, que terminó provocando una suerte de "pinotización" y que, especialmente en el Nuevo Mundo, terminó empujando cada vez más a la sombra al Merlot, variedad que igualmente sigue teniendo su reinado en Burdeos, Francia.
Hace un par de años, gurúes y bodegueros afirmaban sobre el resurgimiento del Merlot. Como una suerte de ave fénix, parecía volver de las cenizas. Sin embargo, este movimiento que pudo verse en algunos países productores, parece demorarse en la Argentina.
Salvo algunos vinos lanzados en los últimos años a partir de esta variedad, la realidad es que escasean las novedades. Y no se observa mucho entusiasmo por parte de las bodegas por darle nuevo empuje a esta cepa.
¿Cuán herido de muerte está el Merlot en la Argentina? ¿Se ingresó en un punto de no retorno acaso?
En diálogo con Vinos & Bodegas, Alfredo Sáenz, propietario de la cadena de vinotecas Enogarage, plantea que "el Merlot salió del radar".
"Claramente, el consumidor se 'malbequizó' y las otras opciones en tintos que más prevalecen son el Cabernet Sauvignon, Pinot Noir y los red blend, que sí están en auge", agrega.
A su turno, Daniela Fernández, brand ambassador de la reconocida bodega Monteviejo, señala que, en parte, esta variedad "sufrió la mala reputación que le dio la película", a lo que sumó "el protagonismo que pasó a tener el Malbec en nuestro país".
"El consumidor, en general, no arriesga tanto. Y por eso muchas veces prefiere mantenerse en el varietal que sabe que 'no lo va a desilusionar'", afirma.
En caída Al analizar cómo fue la evolución reciente del Merlot en la Argentina, se observa que entró en una fase claramente declinante.
El último récord en cuanto a superficie se dio en 2007, cuando las bodegas todavía estaban en plena fase de expansión, tras el empuje de competitividad cambiaria que restaba de la megadevaluación que había dejado la crisis 2001-2002.
En 2007 el INV registraba 7.417 hectáreas plantadas con Merlot. Sin embargo, a partir de allí, sobrevino la caída hasta el 2017, cuando tocó las 5.517 hectáreas.
Esto implicó un descenso del 25% en una década, muy por encima de la caída general de superficie que se dio en la industria vitivinícola, menor al 2%.
Sin embargo, en un reciente diálogo con Vinos & Bodegas, Martín Bruno, quien se posicionó como el mejor sommelier de la Argentina en el último concurso que organiza la Asociación Argentina de Sommeliers, no consideró que esto fuese completamente negativo. De hecho, señalaba que "si se sacan hectáreas de Merlot en zonas donde no va a producir vinos de relevancia, no es un problema. Mendoza no es Pomerol".
En cuanto a las ventas internas, en 2017 se comercializaron 8,4 millones de litros de vinos varietales elaborados a partir de Merlot, tocando así el menor nivel desde 2009.
Si bien parte de esta caída obedeció a la mala cosecha –en términos de volumen- que dejó 2017, al efecto arrastre de la vendimia 2016 y a la baja del consumo general que padece el negocio, la realidad es que su influencia está en baja, en parte por el boom del Malbec.
De hecho, las pocas variedades que han logrado escapar de la sombra de la cepa emblema argentina y que en los últimos años captaron el interés de críticos fueron Cabernet Franc y Petit Verdot, cepas con bajísimos niveles de producción y un nivel de superficie casi marginal.
"Creo que cada cepa tiene su momento y su base de fans. Lo qué pasó con el Merlot, por un lado, es que la oferta desapareció, por lo tanto las bodegas debilitaron esta presencia, y al no existir una demanda marcada es reemplazada por otras cepas que generan igual o superior grado de satisfacción", plantea Sáenz.
Factores a favorPara quienes trabajan en la industria, no está todo perdido para el Merlot.
Fernández plantea que "es una cepa que a los sommeliers nos llena de satisfacciones. Jamás me ha pasado de recomendar el varietal en un restaurante y que a alguien no le haya gustado".
"Lo he ofrecido muchas veces que alguien mencionó desear un vino frutado y de cuerpo medio y creo que ante esa búsqueda, este varietal puede ser pensado como una alternativa interesante", señala.
Además, la experta marca un tema no menor en tiempos de alta inflación: "Creo que es una buena opción porque suele estar subvaluado. Es decir, al no tener una demanda muy alta en Argentina, las bodegas para poder rotar al varietal tienen que colocarlos con precios muy competitivos, y muchas veces sucede que la calidad percibida es mejor a la que uno está pagando".
De cara hacia los próximos años, ¿llegará la redención para el Merlot?
Sáenz, que maneja la distribuidora Umami y además cuenta con su cadena de vinotecas y tiene contacto fluido tanto con bodegueros como con consumidores, todavía no ve la luz al final del túnel.
"La industria es muy dinámica y todos los años se mueve para un lado o para otro, siguiendo modas o tendencias. Pero claramente en lo que es vinos tintos, el retorno del Merlot todavía está en carpeta. Y no hay demasiadas señales que auguren un pronto retorno", concluye.