DNU de Milei: ¿se viene una nueva era para los medios y las comunicaciones?
El decreto de necesidad y urgencia (DNU) del presidente Javier Milei para desregular la economía incluye reformas en los servicios de comunicación audiovisual (radio, TV abierta y TV paga).
Aun cuando el DNU supere cuestionamientos judiciales, la revisión del Congreso o planteos sobre derechos adquiridos, el efecto de esas reformas será modesto, a menos que luego se anuncien otras medidas. La excepción podría ser la privatización de los medios públicos, pero es una medida de incierta concreción.
Radio y TV: topes nacionales no, locales sí
El DNU de Milei elimina por completo los topes" de multiplicidad nacionales de licencias fijados por la Ley de Medios sancionada por la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner en 2009 y reformulados en forma limitada por un DNU del expresidente Mauricio Macri en 2016.
En 2009 un mismo titular no podía tener más de 10 emisoras (licencias) de radio o TV abierta en todo el país y 24 licencias de cable en otras tantas ciudades. Tampoco se autorizaba a un proveedor de TV satelital a operar otros medios o telecomunicaciones, si bien a diferencia del cable podría cubrir todo el país. En 2016 el tope se subió a 15 licencias de radio y TV y se eliminaron los límites para el cable.
Con el DNU de Milei, ya no habrá más topes nacionales. Sin embargo, se mantiene el tope local por ciudad y/o área local de servicio, de una emisora de amplitud modulada (AM); dos de frecuencia modulada (FM), si hay más de 8; y un canal de TV.
Un tope nacional de 15 o 10 radios o canales, en un país como la Argentina con cerca de 10 mil emisoras (legales plenas, con permisos precarios o sin licencia pero toleradas), más todo el universo de la televisión por cable e Internet, parece una sobre precaución "antimonopólica" absurda.
Pero no se trata sólo de la teoría. Las grandes empresas de medios argentinos casi nunca llegaron a esos topes de radio y TV abierta. Telefe tenía hasta hace poco nueve canales abiertos en todo el país.
El Trece contaba con apenas cuatro; Radio Mitre, con cerca de media docena de emisoras propias. América TV tiene unos seis canales y La Red un número menor de radios propias.
En realidad, esas grandes empresas de medios se desprendieron en forma voluntaria de muchos medios de sus redes y los vendieron a compañías locales o menores.
En los últimos tres años, Telefe vendió su canal de Neuquén a Alpha Media (Radio Rivadavia), los canales de Salta y Tucumán a Televisión Litoral de Rosario y se quedó con cuatro canales. El Trece enajenó su canal de Bariloche también a favor de Televisión Litoral y retuvo tres canales propios a nivel nacional.
Panorama del mercado de medios donde llega el DNU de Milei
¿Por qué ocurrió esto? Porque lo que hoy importa en radio y TV abiertas son las redes de afiliadas, emisoras de distintos titulares que transmiten en simultáneo parte del tiempo, en lugar de las redes propietarias, emisoras del mismo titular que pueden o no transmitir programas conjuntos.
En todo caso, el levantamiento de los topes nacionales podría incentivar a redes de propiedad de pequeños medios de Buenos Aires o fuera del AMBA que, con el agregado de varias estaciones propias desplegadas en todo el país, logren competirle en escala a emisoras muy fuertes de las principales ciudades.
El DNU de Milei mantuvo los topes locales de emisoras de un mismo titular, una medida que puede considerarse lógica, porque a nivel local es donde se producen los efectos nocivos de un monopolio u oligopolio comunicacional.
El acaparamiento monopólico de emisoras locales por parte de una misma empresa nunca existió en la Argentina. Si hubo casos, por ejemplo, como en la ciudad de México, donde la empresa Televisa operó por décadas todos los canales de la metrópoli azteca.
Los límites que mantiene el DNU por ciudad son los históricos. Sin embargo y aun sin producirse los citados acaparamientos, los topes locales de la Ley de Medios ya se incumplieron durante los propios gobiernos kirchneristas.
Mientras esos gobiernos ponían el foco en el grupo Clarín, empresas como las del empresario Raúl Moneta, los grupos Indalo y Vila-Manzano violaban límites locales que incluso con los procesos de "adecuación" eludían gracias a la transferencia de sus medios a allegados.
A partir de "ingeniería societaria" que no violan de manera formal los topes que mantiene el DNU de Milei, aunque sí contradice el espíritu de la ley, pueden identificarse varios grupos con exceso local de emisoras.
- El Grupo Octubre, del sindicalista peronista Víctor Santa María, dueño del diario Página/12, tiene en la ciudad de Buenos Aires una radio AM y cuatro FM. Además de sus FM, Alpha Media opera dos radios AM en Buenos Aires: Radio Rivadavia, favorable al macrismo, y Radio Splendid, inclinada al kirchnerismo.
- El Grupo Indalo (Cristóbal López) tiene una radio AM y cuatro radios FM en Buenos Aires.
- América (Vila-Manzano) cuenta con una radio AM y siete radios FM en Mendoza.
Situaciones similares se observan en Córdoba y Rosario, con hasta cuatro radios FM de un mismo titular; y en Santa Fe y Bahía Blanca hay grupos locales que operan hasta ocho emisoras de FM.
De todas maneras, todas estas ciudades tienen hoy entre 70 y 100 emisoras de radio, de modo que la concentración de cuatro emisoras y aún las excepcionales de ocho radios no afectan mayormente la competencia. Por el contrario, brindan una especialización temática que no siempre sería sostenible con emisoras aisladas.
Un caso distinto es el del Grupo Perfil, que posee dos canales de TV abierta en la ciudad de Buenos Aires. Estas circunstancias podrían tenerse en cuenta en algún proceso de desregulación futura y ampliarse los límites locales, pero no suprimirlos del todo, para armonizarlos más con la realidad.
Al mismo tiempo, debería flexibilizarse y facilitarse al máximo la adjudicación de licencias de AM, FM y TV, un tema atravesado por complicaciones burocráticas y políticas, pero que el DNU de Milei no trató.
DNU de Milei: otros cambios en comunicación audiovisual
El DNU de Milei reforma también la ley Argentina Digital (telecomunicaciones) para considerar servicios de TV paga (cable o satélite) a la modalidad IPTV (televisión lineal transmitida por protocolo de Internet).
IPTV es empleado hoy por la mayoría de los operadores. Las señales de TV cable, analógicas o digitales, se enviaban antes de manera independiente de las de Internet.
Flow, Telecentro, Claro TV o Movistar TV envían hoy por IPTV contenidos de televisión por Internet, aunque por un "canal" virtual separado y paralelo sólo accesible por el abonado, pero que no consume el ancho de banda de la conexión general a Internet.
No se trata del "streaming", que ofrece señales, libres o pagas, o de carácter lineal u bajo demanda, a través de la conexión general a Internet. Así funciona el Canal 22 del dirigente nacionalista-peronista Santiago Cúneo o el servicio pago de Netflix; estos servicios se llaman sobre la red (OTT, sigla en inglés por "over the top").
La caracterización del DNU de Milei puede tener cierta relevancia, porque facilita que cualquier proveedor de Internet (o servicio TIC en general) ofrezca TV paga no streaming con una introducción simple de la tecnología IPTV.
Puede ser un servicio propio, como la TV paga de las telefónicas, o un servicio de terceros, como la empresa IPLAN, que ofrece además de Internet el servicio D-Go de DirecTV, pero a través de sus redes de fibra y por IPTV.
El DNU de Milei también enmienda la Ley Argentina Digital para que servicios satelitales de TV paga como DirecTV, llamados DTH (TV satelital direct to home) pasen a considerarse servicios TIC. Hasta ahora eran comunicación audiovisual.
De esta manera, carecerán de la limitación impuesta hasta ahora según la cual el prestador de servicios de TV paga satelital no podía ofrecer ningún otro servicio (radio, TV, Internet).
Además de DirecTV, hasta ahora existían dos operadores DTH menores. Uno en Formosa que poseía también un cable terrestre. El otro es una asociación comercial de pequeños proveedores de TV por cable fuera del AMBA que también prestaba un servicio DTH al público, pese a su condición de cableoperadores.
Como en los otros casos, las limitaciones anteriores se eludieron con "ingeniería societaria". Sin embargo, los gobiernos kirchneristas impidieron en forma activa que las empresas telefónicas participaran de la TV satelital, para proteger a la entonces estadounidense DirecTV y socavar a Cablevisión de Clarín.
De todas maneras, la reforma establecida por el DNU de Milei no exime a los operadores de TV paga —cable o satélite— de tener al menos un canal local o propio, al estilo de las señales Metro, Somos, Telemax, TVeo para los cables, o D-News en el caso de DirecTV.
Tampoco los exime de incluir en sus grillas los canales aéreos locales o señales de noticias, que son obligatorias para los operadores, a precios pactados o gratis si así son ofrecidas por sus titulares.
O bien otras señales que el regulador declare en forma discrecional de "interés público", como por ejemplo la folklórica y "federal" Argentinísima, la salteña Multivisión o la religiosa Unife.
El DNU de Milei no modificó este régimen, que para algunos necesitaría de algún ajuste, aunque sin abandonar fines de pluralismo o acceso. ¿Hasta cuantas señales pueden incluirse de manera forzosa en una grilla, a veces algunas en forma arbitraria y en detrimento de otras?
DNU de Milei: desregulación satelital, Elon Musk e Internet
La "desregulación de los servicios de Internet satelital", con mención incluida por Milei en su discurso por cadena nacional el 20 de diciembre a la empresa Starlink del empresario Elon Musk, de buena sintonía con el jefe de Estado y considerado un ícono por muchos libertarios, es un anuncio con dosis de marketing.
El DNU de Milei desreguló los servicios de comunicaciones satelitales en general, y suprimió la autorización previa a satélites extranjeros. Ahora se exige sólo un registro. La empresa estatal Arsat posee dos satélites en la mitad de su vida útil. Operan con una rentabilidad baja debido a la intensa competencia mundial que hay en este rubro.
Antes y después de Arsat funcionaron decenas de satélites extranjeros que dirigen sus antenas a la Argentina. Hoy pueden usarse en el país cerca de 40 satélites, o grupos de estos, de una docena de empresas.
En este marco, Starlink es una empresa satelital más y si hasta ahora no operó fue porque no veía condiciones políticas y económicas adecuadas en la Argentina, no porque se le haya impedido. Starlink no afecta a Arsat, de modo que no es una acción de Milei para perjudicar el interés nacional en favor de su "amigo" Musk.
A diferencia de competidores como Inmarsat o GlobalStar y otros locales, Starlink ofrece algunas innovaciones, como la baja latencia, velocidades hasta 150 MB por segundo y orientación al usuario final, no a empresas.
Pero su ámbito serán zonas aisladas rurales, porque por mucho tiempo no podrá competir en precio o velocidad con la fibra terrestre o la quinta generación (5G) de comunicaciones telefónicas. En todo caso, Starlink podría usar el DNU de Milei para ofrecer TV paga por IPTV.
DNU de Milei: ¿qué pasará con Radio Nacional, la TV Pública y Télam?
El DNU de Milei dispone la conversión de todas las empresas estatales en sociedades anónimas, incluida Radio Nacional, la TV Pública y la agencia de noticias Télam, los principales medios públicos nacionales. Esta conversión es el paso previo para privatizarlas: Milei ya anunció que lo haría porque las considera "medios de propaganda".
Resulta evidente que varios de estos medios dejaron de ofrecer contenidos culturales y artísticos plurales para convertirse en difusores oficialistas y partidarios de los gobiernos de turno. A veces, sirvieron también para denostar o invisibilizar a la oposición o aun adoctrinar en las formas más crudas.
Las emisoras de TV Pública, Radio Nacional y las señales adicionales como Encuentro o Paka Paka pueden valer por sus inmuebles y sus frecuencias. Su valor como medios activos es escaso: quizás sus archivos o una parte del personal podrían rescatarse para una futura actividad de difusión pública cultural.
Se debe observar hasta qué punto hay una decisión política o interesados para privatizarlos, incluso teniendo en cuenta que no es lo mismo la Radio Nacional que se encuentra en la base antártica Esperanza que la agencia Télam.
De la misma manera que el cierre del Banco Central y la dolarización quedaron como banderas electorales de Milei ante sus partidarios, persiste la incertidumbre de cuántos de estos medios públicos se transferirán en forma efectiva, de qué manera y si se cerrarán algunos.