Escapó del comunismo, fue camarero y se convirtió en un pilar del Silicon Valley
Andy Grove fue un refugiado húngaro que se convirtió en uno de los pilares de Silicon Valley. Como científico y ejecutivo, fue una figura principal en el ascenso de la empresa Intel y un símbolo de la revolución informática mundial.
Autor del libro "Sólo los paranoicos sobreviven", este hombre obsesivo también revolucionó el managment del sector tecnológico, y sus enseñanzas hoy forman parte de la jerga común en la administración del capital humano de una organización.
Grove inspiró a generaciones de tecnólogos, empresarios y líderes empresariales, como, por ejemplo, Bill Gates, el cofundador de Microsoft. También fue reconocido como líder en uno de los grandes períodos de transformación técnica y social del mundo.
Vio el surgimiento de la computadora personal y el desarrollo y expansión de Internet y, de hecho, la creación de Silicon Valley con todo lo que llegó a encarnar en la realidad y en la imaginación.
En 1979, asumió la presidencia de Intel, una de las empresas más identificadas con la adopción generalizada de computadoras en todo el mundo. Se convirtió en director ejecutivo de la empresa en 1987 y fue presidente del consejo de administración de 1997 a 2005.
Hombre reconocido por sus logros en ciencia, tecnología y administración, Grove tenía una licenciatura en ingeniería química del City College de New York y un doctorado de la Universidad de California en Berkeley.
Entre la paranoia y la supervivencia
Aunque su formación académica y los inicios de su carrera estuvieron sesgados hacia lo técnico, se le atribuyeron cualidades de personalidad que lo hicieron apto también para el papel de gerente. Combinó el enfoque analítico de un científico con la capacidad de involucrar a otros en conversaciones honestas y profundas.
Por sí solos, los títulos de los libros que publicó a lo largo de los años hicieron evidente la amplitud de sus talentos e intereses. Uno de los primeros trabajos, publicado en 1967 y pensado como texto universitario, se tituló "Física y tecnología de dispositivos semiconductores".
A medida que su papel se expandió y evolucionó, los títulos de sus libros lo reflejaron: abordó el liderazgo empresarial en "High Output Management" (1983) y el citado arriba "Only the Paranoid Survive" (1999).
Conocido por mantener su empresa no sólo a flote sino también próspera y en crecimiento explosivo en medio de la competencia feroz y el cambio constante de la revolución informática, Grove se identificó con el vínculo entre la paranoia y la supervivencia. Se expresa sucintamente en esta cita que se le atribuye:
"El éxito engendra complacencia. La complacencia genera fracaso. Sólo los paranoicos sobreviven".
Intel, que alguna vez fue conocida por sus chips de memoria, evolucionó hasta convertirse en uno de los principales productores de microprocesadores, componentes que impulsaron la adopción generalizada de las computadoras y su potencia cada vez mayor.
El hombre que potenció la valoración de Intel hasta 50 veces
Ahora prácticamente un nombre familiar, Intel estaba formada sólo por sus dos fundadores, Gordon Moore y Robert Noyce, cuando Grove se convirtió en su primer empleado. Los tres habían estado en Fairchild Semiconductor.
"En varias partes hemos llevado a Intel desde una empresa nueva a una de las empresas centrales de la economía de la información", afirmaba Grove. Se decía que sus ingresos del primer año fueron inferiores a 3.000 dólares.
Mientras era director ejecutivo de Intel, la empresa se convirtió en una de las principales historias de éxito industrial estadounidense y sus acciones fueron buscadas ávidamente por los inversores.
La empresa gozó de gran popularidad a pesar de que la mayor parte de sus ingresos se canalizaron hacia la investigación y el desarrollo y no hacia los bolsillos de sus accionistas. El objetivo primordial era producir microprocesadores que fueran continuamente más rápidos y mejores que los de cualquier competidor.
A medida que la empresa fabricó productos como el célebre chip Pentium, que ha sido un pilar de la computadora personal, los ingresos crecieron, según la empresa, de poco menos de 2.000 millones de dólares a más de 26.000 millones de dólares.
Las dificultades, incluso las crisis, no fueron desconocidas durante el mandato de Grove. Pero este hombre incansable pareció desplegar una voluntad de aprender, cambiar y asumir riesgos, que logró que su empresa superara los obstáculos.
Una vida signada por el nazismo y el comunismo
Andrew S. Grove nació en una familia judía de clase media el 2 de septiembre de 1936, en Budapest, la capital de Hungría, poco más de dos años antes de que la Segunda Guerra Mundial sumiera a Europa en el horror. Sus amigos lo conocían como Andris Grof. El nombre fue cambiado en los Estados Unidos.
Cuando los nazis ocuparon Hungría, él y su madre asumieron identidades falsas y fueron acogidos por amigos para mantenerlos alejados de los campos de concentración.
Después de la guerra, Hungría estuvo gobernada por regímenes comunistas represivos y, durante un levantamiento contra uno de ellos, Grove escapó a Occidente en 1956.
Instalado en New York, se propuso aprender inglés y emprender el camino que le llevaría a la fama. La subida fue empinada. Uno de sus primeros trabajos fue como ayudante de camarero.
Su esposa, Eva, también refugiada, era camarera cuando se conocieron. Se casaron en 1958 y tuvieron dos hijas. Finalmente, Grove pudo llevar a sus padres a los Estados Unidos.
El padrino de los directores ejecutivos de la tecnología
Desde hace varios años se destaca que muchos directores ejecutivos de empresas de las tecnologías de la información y la comunicación no tienen una oficina. Mark Zuckerberg, el CEO de Facebook, se sienta en un escritorio entre sus empleados.
Cuando Meg Whitman asumió el mando de HP, trasladó a los ejecutivos de sus oficinas a cubículos para mejorar la colaboración. La idea, sin embargo, tiene más de 20 años. De todos los directores ejecutivos famosos que evitaron una habitación con puerta para sentarse con sus empleados, Grove fue el primero y el más conocido.
Grove se sentaba en un cubo para eliminar las barreras entre el director ejecutivo y el personal. Cuando estaba cerca, cualquiera podía acercarse y decirle en voz baja que se había equivocado en una decisión. No había miedo de un despido, porque Grove fomentaba lo que llamaba una "confrontación constructiva".
Grove fue uno de los primeros directores ejecutivos en sentarse en un cubículo en un esfuerzo por crear la impresión, al menos, de una cultura laboral no jerárquica. La mayoría de las empresas tecnológicas, a pesar de las quejas de los empleados, siguieron el ejemplo de Intel. Ese plan igualitario de asientos fue una de las muchas cosas que los líderes corporativos -para bien o para mal- trataron de copiar de la forma en que Grove dirigió Intel.
Fue Grove quien escribió sobre la "gestión por objetivos" en su libro "High Output Management", una técnica a la que a menudo se hace referencia como "objetivos y resultados clave", que fue adoptada en todo Silicon Valley.
Sus ideas sobre la disonancia estratégica, cuando la intención y la acción estratégicas están fuera de control; y el punto de inflexión estratégica, un momento clave en el que las empresas pueden cambiar de rumbo y alcanzar nuevas alturas o marcar el principio del fin, son ahora jerga común entre los ejecutivos.
Una intransigencia que le costó u$s475 millones
Grove otorgó opciones sobre acciones a las empresas con mejor desempeño, algo que muchas compañías hacen ahora. Y el libro "Sólo los paranoicos sobreviven", que reflejaba su exigente estilo de gestión, también se ha convertido en un lema en muchas salas de juntas directivas.
Esa paranoia ayudó a Grove a llevar a Intel a alturas extraordinarias, llevando a la empresa fuera del negocio de las memorias y hacia los microprocesadores que alimentan las computadoras y casi todas las facetas de la vida moderna.
Pero liderar una revolución puede haber sido cegador en ocasiones, e incluso desencadenado lo que algunos llamaron intransigencia cultural. Después de que se encontró una falla en el chip Pentium a mediados de la década de 1990, la compañía se negó durante semanas a reemplazar el chip antes de que finalmente se disculpara y emitiera una retirada, lo que provocó una pérdida de 475 millones de dólares.
Esa debacle sirvió para demostrar que este gigante de la tecnología y del mundo de la gestión era falible. Sin embargo, al final la marca Pentium emergió aún más fuerte.
Las ideas de Grove se mantienen gracias en parte a los libros que escribió. Han durado porque se tomó el tiempo para enseñar a otros, tanto de manera informal como en las aulas de las universidades californianas de Stanford y Berkeley. Pero se han mantenido en gran medida gracias a lo que construyó como líder: alguien que ayudó a transformar una empresa pionera y, en el proceso, el mundo digital.
Después de dejar Intel, Grove se involucró en la filantropía. Ya jubilado, abogó por la investigación médica, entre otras causas. Aportó millones de dólares para ayudar a fundar la Escuela de Ingeniería Grove en el City College de New York, donde tuvo sus inicios intelectuales. Grove murió el 21 de marzo de 2016 a los 79 años. Le habían diagnosticado cáncer de próstata y la enfermedad de Parkinson.