Quién es Craig Wright, el hombre que dice ser Satoshi Nakamoto el creador de Bitcoin
En otoño de 2012, mucho antes de que la mayor parte del mundo hubiera oído hablar de Craig Wright, este informático australiano presentó discretamente su primera patente relacionada con el recién creado bitcoin, que entonces valía diez dólares.
Al año siguiente, un exchange casi desconocido llamado Coinbase recaudó cinco millones de dólares "para facilitar el uso de bitcoin al consumidor medio". Un año después, en 2014, el cofundador de la revista Bitcoin, Vitalik Buterin, publicó un artículo en el que describía un nuevo tipo de blockchain, llamado Ethereum, dando crédito al creador seudónimo de bitcoin, Satoshi Nakamoto, por sus avances en criptografía.
Mientras la incipiente industria de las criptomonedas sólo se fijaba en la licencia permisiva anexa al código informático de bitcoin, que en la práctica permitía a cualquiera utilizar el software en virtud de la ley de derechos de autor, Wright buscaba la protección de patentes para nuevas formas de explotar la tecnología.
En diciembre de 2015, cuando dos organizaciones de noticias lo identificaron como candidato a ser realmente Satoshi Nakamoto, Wright había solicitado personalmente dos patentes y era el científico jefe de una empresa con sede en Suiza llamada nChain que había solicitado otras tres.
Hasta hace poco, un apasionado debate se ha centrado en si Wright, de 52 años, es o no Nakamoto, cuyas carteras de bitcoin contienen 33.000 millones de dólares de la criptodivisa a su precio actual de unos 30.000 dólares y cuya invención del blockchain –que permite a cualquier persona del mundo enviar a otra dinero digital, sin necesidad de banco– ha ayudado a empresarios a recaudar 89.000 millones de dólares, según el sitio de datos Pitchbook. El año que viene, Wright se presentará ante el Tribunal Superior de Justicia del Reino Unido para demostrar que ha inventado la primera criptomoneda.
"Yo creé el bitcoin", dice a Forbes desde su despacho de Londres.
Pero el centro de ese debate podría cambiar pronto. Independientemente de que Wright pueda o no demostrar que ha inventado la moneda, si puede esgrimir como quiere sus 800 patentes concedidas y 3.000 pendientes en 46 jurisdicciones, pronto podría empezar a cobrar por el derecho a crear una amplia variedad de aplicaciones de blockchain.
Esto afectaría a todo, desde el mercado de criptomonedas de un billón de dólares hasta las implementaciones corporativas construidas por algunas de las mayores empresas del mundo. Y lo que es más inquietante, Wright está empleando tácticas legales que podrían sentar precedentes para el software publicado bajo las normas permisivas de derechos de autor conocidas como código abierto, incluido el marco Javascript de código abierto ampliamente utilizado de Meta conocido como React, Visual Studio de Microsoft para editar código y el sistema operativo Linux de Linus Torvalds, que alimenta aproximadamente el 40% de Internet.
"No me gusta Silicon Valley. Son un cáncer en este mundo", dice Wright. "Son un puñado de comunistas que creen que pueden robar lo que quieran". Tras hacer una pausa, aparentemente para reconsiderar sus palabras, añade: "Son una hemorroide cancerosa en el culo del mundo".
¿Quién es Craig Wright?
Craig Steven Wright nació en 1970 en Brisbane (Australia), hijo de una madre que introducía datos en tarjetas perforadas para los primeros ordenadores y de un padre veterano de Vietnam. Para la mayoría, Wright es un polímata, con más de veinte títulos en su página web, desde un máster en Estadística y Psicología Forense hasta un diploma en Apreciación Artística. A lo largo de los años, la propiedad intelectual en la que ha trabajado, que incluye una amplia gama de formas de utilizar la tecnología blockchain, se ha movido en lo que equivale a un juego de trusts y empresas.
En 1997, dice, creó un fideicomiso australiano llamado Craig Wright R&D. Era propietaria de Blacknet, a la que describe como precursora de bitcoin. En 2002, dice, trasladó esa investigación a otro fondo, Ridges Estate.
A mediados de la década del año 2000, mientras cursaba un posgrado en Derecho Mercantil Internacional, entabló amistad en foros de Internet con el especialista en seguridad estadounidense Dave Kleiman. Aunque Wright afirma que él y Kleiman –fallecido en 2013– solo se vieron una vez en persona para tomar algo, ambos trabajaron juntos en varios proyectos, incluido un libro de 2007 sobre la investigación de hackeos informáticos coescrito por Wright y editado por Kleiman.
Una supuesta copia de un correo electrónico proporcionado a Gizmodo en 2015 por alguien que dijo a la publicación que había "hackeado" a Nakamoto, parece mostrar a Wright pidiendo ayuda a Kleiman para editar un documento que describe bitcoin. Wright se negó a decir si el correo electrónico era auténtico, aunque afirma que el artículo de Gizmodo se basa en documentos falsificados proporcionados por el patrimonio de Kleiman e insiste en que creó bitcoin por sí mismo. Boies Schiller Flexner, el bufete de abogados que representa a Kleiman, no ha respondido a la solicitud de comentarios.
El 31 de octubre de 2008, un grupo, dúo o individuo que utilizaba el seudónimo de Satoshi Nakamoto publicó un libro blanco en el que describía bitcoin como una "versión peer-to-peer de dinero electrónico" que permitiría enviar pagos online directamente de una parte a otra "sin pasar por una institución financiera".
Cuando el código de bitcoin se publicó en el repositorio de software Sourceforge en enero de 2009, Nakamoto incluyó una nota que permitía a cualquiera utilizarlo con pocas restricciones bajo los términos de una licencia desarrollada en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Se denominaba Copyright (c) 2009 Satoshi Nakamoto.
Wright dice que "la licencia del MIT es muy amigable con la propiedad intelectual". Dividió su propiedad intelectual relacionada con bitcoin entre cuatro empresas australianas que controlaba, dice, cada una con especialidades diferentes. Information Defense recibió propiedad intelectual relacionada con la base de datos de bitcoin; Integyrs recibió su investigación criptográfica; Greyfog recibió propiedad intelectual relacionada con lo que ahora llamamos Internet de las Cosas, y Strassen recibió información relacionada con lo que se llama una red fragmentada, que divide grandes redes en piezas más digeribles, escribió en un correo electrónico.
Aunque los documentos de auditoría de 2010 muestran que aún no se había "presentado" ninguna patente, Wright afirma que empezó a trabajar para cambiar esa situación ese mismo año. Su primera patente relacionada con bitcoin, un método por el cual múltiples usuarios podrían dividir el código de acceso a los registros de blockchain para cosas como herencias y registros corporativos, fue concedida por la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos en 2017. En diciembre de 2010 Nakamoto escribió su último post público, comenzando con las palabras: "Todavía queda trabajo por hacer…".
Sea o no Nakamoto, Wright dice que a principios de 2011 él; su primera esposa, Lynn; y Kleiman fundaron W&K Info Defense para desarrollar propiedad intelectual relacionada con blockchain. También cambió el nombre de Craig Wright R&D a Tulip Trust, que pasaría a desempeñar un papel importante en su estrategia empresarial. Aunque la composición real de Tulip Trust sigue siendo un misterio, Wright afirma que «posee empresas. Es el único activo que posee».
El 13 de diciembre de 2010, el creador de bitcoin inició sesión en lo que sería uno de sus últimos actos utilizando el seudónimo, cambiando aparentemente la licencia de Copyright (c) 2009-2010 Satoshi Nakamoto a Copyright (c) 2009-2010 Bitcoin Developers. Unos días después, Andresen publicó el mensaje: "Con la bendición de Satoshi, y con gran reticencia, voy a empezar a hacer una gestión de proyectos más activa para bitcoin".
En la primavera siguiente, Satoshi Nakamoto envió lo que se cree que fue su último mensaje privado y desapareció, o eso dice la historia. "He pasado a otras cosas", escribió en un correo electrónico al antiguo desarrollador del núcleo de bitcoin, Mike Hearn. "Está en buenas manos con (el desarrollador del núcleo de bitcoin) Gavin Andresen y todo el mundo". Hearn, dice que el correo electrónico es "genuino".
Surgió una colorida leyenda: para que bitcoin fuera realmente descentralizado no podía tener un solo punto de vulnerabilidad, así que Nakamoto se borró a sí mismo del código como regalo al mundo, confiando a un variopinto grupo de desarrolladores de código abierto que guiaran su crecimiento hasta convertirse en una moneda global no dependiente de bancos ni gobiernos. Nueve meses después, Gavin Andresen parece haber trasladado el código base a Github, un repositorio de la competencia.
Contrariamente a lo que parece indicar el correo electrónico enviado a Hearn y a lo que parece mostrar el rastro de Sourceforge, Wright afirma que no estaba de acuerdo con la transferencia de poder. Afirma que un nuevo grupo de desarrolladores de bitcoin, entre ellos Wladimir van der Laan, el anterior responsable del repositorio de código, eludió los controles de administrador que Wright utilizaba para gestionar el código base cuando trasladaron el software a Github y luego cambiaron la licencia allí. Básicamente, afirma Wright, le robaron bitcoin. "Lo que no esperaba era que la gente rehiciera todo así para saltarse mi control de administrador", dice. "Así que crearon sitios completamente nuevos y me echaron". En un correo electrónico a Forbes, van der Laan negó haber movido el código base. También negó haber cambiado la licencia. "Esto lo hizo Satoshi", escribió.
A pesar de todo, el trabajo de Wright en materia de propiedad intelectual continuó.
En abril de 2013, Kleiman murió, dejando a su hermano, Ira, como representante de su patrimonio. A través del negocio de W&K, ese patrimonio poseía propiedad intelectual relacionada con bitcoin y quizás 1,1 millones de bitcoins, actualmente valorados en 33.000 millones de dólares, obtenidos minando la criptodivisa –aunque nadie ha demostrado tener la clave privada de Nakamoto, que sería necesaria para mover esos activos.
En 2015 Wright fundó DeMorgan Group, con sede en Sídney, una empresa descrita en un comunicado como una firma de investigación y desarrollo de "monedas alternativas" centrada en la "banca de nueva generación". Transfirió la propiedad de gran parte de su trabajo sobre bitcoin a DeMorgan y anunció que había calificado para un reembolso en efectivo de hasta 54 millones de dólares diseñado por la Oficina de Impuestos de Australia para estimular la innovación. "Este reembolso reforzará la posición de tesorería del grupo", dijo entonces en un comunicado. "Y es una importante fuente de fondos para nuestras actividades de desarrollo".
A medida que el negocio crecía ese verano, Wright firmó un acuerdo con el antiguo empresario del juego Stefan Matthews –que afirma haber recibido de Wright una copia del libro blanco de bitcoin antes de que se publicara– para comprar la propiedad intelectual de DeMorgan por 1,5 millones de dólares australianos y trasladarla a una empresa británica ahora conocida como nChain.
El acuerdo, por un total de casi quince millones de dólares australianos, también incluía un contrato de servicios con Wright por valor de 3,5 millones de dólares australianos repartidos en cinco años y otorgaba una participación del 37% en la nueva empresa a Wright y a su segunda esposa, Ramona, sin identificar al propietario mayoritario.
El acuerdo con Matthews también transfería a nChain el control de lo que Wright estima que es alrededor del 90% de la propiedad intelectual creada por él. Más tarde se supo que el propietario mayoritario era Robert MacGregor, fundador de la empresa canadiense de pagos nTrust. Forbes intentó ponerse en contacto con MacGregor en dos direcciones de correo electrónico a las que se le ha asociado, pero ambas fueron devueltas por no poder entregarse.
Wright se convierte en una figura pública
El 8 de diciembre de 2015, Wright se convirtió en una figura pública controvertida en el mundo de las criptomonedas después de que Wired y Gizmodo publicaran informes separados basados en filtraciones anónimas, alegando que había una muy buena posibilidad de que él fuera Satoshi Nakamoto o –como dijo Wired- «un bromista brillante que muy mal quiere que creamos.» Wright afirma que «los artículos de Wired y Gizmodo se basan en información de Ira Kleiman. Para fabricar una historia sobre su hermano que nunca ocurrió, Ira falsificó documentos, hizo declaraciones falsas y utilizó múltiples correos electrónicos para ponerse en contacto con los periodistas haciéndose pasar por múltiples personas. Lo hizo para ganar un dinero al que no tenía derecho».
La nueva fama de Wright cambió el tono en nChain, según Matthews, que es el presidente de la empresa. Matthews afirma que, aunque su visión de la empresa siempre fue la de un desarrollador de software y propiedad intelectual a largo plazo, MacGregor vio en Wright una figura del tipo de Steve Jobs que podía poner en escena para aumentar el valor de la empresa antes de venderla. «Quería venderlo todo a Silicon Valley», coincide Wright. «Y no se molestó en pedirme mi opinión sobre lo que pienso de Silicon Valley antes de hacerlo».
A regañadientes, Wright intervino en múltiples eventos, incluido un panel con otro sospechoso de ser Nakamoto, Nick Szabo, proyectando su mejor impresión de empresario tecnológico, y tanto él como Matthews afirman que varias entradas de blog en las que se identificaba a Wright como autor fueron escritas en realidad por MacGregor. La estrategia iba a culminar con una serie de «sesiones de prueba» que convencerían de una vez por todas al mundo de que Wright era Satoshi Nakamoto.
En abril de 2016, el empresario Jon Matonis y el desarrollador de software Andresen presenciaron unas demostraciones que, según ellos, parecían mostrar a Wright firmando un mensaje en la blockchain de bitcoin con una firma cifrada asociada a Satoshi Nakamoto; ambos declararon entonces públicamente que creían su afirmación.
Aunque Wright parecía firmar con la firma de Nakamoto, no tardaron en surgir dudas sobre la autenticidad de sus pruebas. Un reportaje de Vice mostraba lo que parecían ser múltiples formas de falsificar la firma. Una explicación escrita que Wright publicó al mes siguiente suscitó la refutación del investigador de seguridad Dan Kaminsky, quien afirmó que los mensajes podrían haberse enviado sin conocer la clave privada de Nakamoto, una especie de contraseña.
En una disculpa publicada en su sitio web, Wright parecía reconocer que la prueba no era satisfactoria, pero mantenía su afirmación de ser Nakamoto. «Mientras se desarrollaban los acontecimientos de esta semana y me preparaba para publicar la prueba de acceso a las claves más antiguas, me derrumbé. No tengo valor. No puedo», escribió. «Cuando empezaron los rumores, se atacaron mis cualificaciones y mi carácter. Cuando se demostró que esas acusaciones eran falsas, ya han comenzado nuevas acusaciones. Ahora sé que no soy lo suficientemente fuerte para esto».
Wright no ha repetido su prueba hasta el día de hoy, ni ha movido ningún bitcoin de la cuenta de Nakamoto, lo que probaría irrefutablemente que tiene conocimiento de la clave privada del creador de bitcoin. Es probable que se requiera un método u otro en las próximas vistas judiciales del Reino Unido. El artículo de Matonis en el que declaraba creer en Wright sigue disponible en su sitio Medium, pero este año, Andresen adjuntó una nota a su declaración original de mayo de 2016 en la que decía que fue un «error confiar en Craig Wright tanto como lo hice», aunque no se retractó de su afirmación de que Wright era Satoshi Nakamoto.
Durante los siguientes meses de 2016, cuenta Matthews, Wright se quedó casi siempre en casa, enviándole de vez en cuando ideas para inventos. La enemistad entre Wright y MacGregor fue en aumento. «Tuve que hacer de árbitro entre algunos altercados increíbles entre ambos», dice Matthews. «Me dijo que no quería saber nada más de Craig Wright ni de nChain». Matthews dice que reunió un fondo de capital privado maltés para comprar la parte de MacGregor, y en noviembre de 2016 MacGregor había abandonado la empresa.
No tardó mucho en encontrar al exmultimillonario Calvin Ayre, que estuvo brevemente en la lista de los más buscados del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos por explotar un negocio de apuestas, Bodog, supuestamente ilegal en el Estado de Maryland. «Nos considerábamos completamente legales», dice Ayre. «Y en un momento dado, era una de las mayores empresas de juego online del mundo».
En julio de 2017 se declaró culpable de un cargo menor, abandonó la empresa y se reinventó como inversor privado. Matthews, que dirigía el trabajo de capital riesgo de Ayre, dice que conoció a Wright a mediados de la década de los años 2000, cuando el inventor ayudó a realizar una auditoría de seguridad de su empleador de juego Centrebet. Matthews pensó que ambos harían buenas migas. «Trajo a Craig», dice Ayre, «y me dijo que había un tipo al que conocía desde 2006. Sé a ciencia cierta que es Satoshi. Así que nos gustaría venir a hablar contigo porque necesita ayuda».
Matthews voló desde su casa en Manila y Wright desde Australia para conocer a Ayre en persona en la azotea de su ático de Vancouver. El trío pasó dos días bebiendo vino tinto, conociéndose y, en general, divirtiéndose. «Calvin y Craig, desde el momento en que se miraron cuando los presenté, había algo magnético allí», dice Matthews. El encuentro desembocó en la inversión de Ayre en nChain. «Stefan y yo lo sacamos adelante», dice Ayre, «pusimos infraestructura a su alrededor y creamos todo un ecosistema».
Si nChain era la base del ecosistema, a continuación se dispusieron a instalar los montantes y las vigas. En agosto de 2017, Ayre compró el sitio de criptonoticias CoinGeek. Está escrito por autores que utilizan una mezcla de sus nombres reales y seudónimos no revelados para «contrarrestar la desinformación» que, según ellos, se estaba difundiendo sobre los orígenes del bitcoin. En 2018 Wright, Ayre y Matthews lanzaron Bitcoin Satoshi Vision (BSV), un cripto token basado en una versión de bitcoin anterior a 2017 que no incluía cambios que hicieran la moneda más privada, algo con lo que Wright no está de acuerdo. «Puedes mezclar, puedes mover y ahora no hay registro», dice, de las transacciones bajo el sistema revisado. «Es el ideal platónico del Anillo de Gyges. Básicamente, puro secretismo y esperar que el mundo vaya bien».
BSV ha tenido un éxito modesto, ya que ha alcanzado un valor de mercado de 767 millones de dólares, según CoinGecko, el número 54 en la lista de criptodivisas por tamaño; el líder del mercado, bitcoin, vale 594.000 millones de dólares. Wright dice que posee «un poco» de BSV, Ayre dice que posee algo, «pero no cantidades masivas», Matthews no respondió a una consulta sobre su propiedad de BSV.
En abril de 2019, Wright registró dos derechos de autor en la Oficina de Derechos de Autor de Estados Unidos –uno para el libro blanco de bitcoin, el otro para el software– desencadenando una cadena de aparentes imitadores que hacían afirmaciones similares. Al mes siguiente, la agencia publicó un comunicado en el que afirmaba que «la Oficina de Derechos de Autor no investiga la veracidad de ninguna declaración realizada… En el caso de los dos registros emitidos a favor del Sr. Wright, durante el proceso de examen, la Oficina tomó nota del conocido seudónimo «Satoshi Nakamoto» y pidió al solicitante que confirmara que Craig Steven Wright era el autor y reclamante de las obras registradas. El Sr. Wright hizo esa confirmación».
Si Wright llega a convertir esa propiedad intelectual en efectivo, probablemente será a través de nChain, dirigida desde Londres, donde vive Wright, pero constituida oficialmente en la criptoamigable Zug (Suiza). Nchain gana dinero esencialmente de los derechos de autor que obtiene de las licencias que ha concedido y de los honorarios de consultoría. Aunque en gran parte financiada por Ayre, Wright dice que un fondo de capital privado con sede en Liechtenstein es también un inversor y que su esposa es un «fideicomisario«. Cuando se le pide que aclare si nChain tiene fideicomisarios, o si en realidad estaba hablando del Tulip Trust, que ella ayuda a dirigir, Wright dice que el fideicomiso está «vinculado» a nChain. Decir que Wright se muestra cauteloso en las entrevistas es quedarse corto.
«A propósito, no tengo ninguna visibilidad ni conocimiento», dice Wright sobre el funcionamiento interno del fideicomiso, riendo. «En cuanto sé algo, hay gente que quiere que se lo cuente al tribunal, así que me aseguro de no saberlo». Tras una larga pausa, añade: «Lo ignoro intencionadamente». Los documentos de una demanda contra Wright interpuesta por la herencia Kleiman indican la existencia de al menos tres fideicomisos Tulip.
Incluso con una plantilla de 260 empleados, Wright afirma que este será el primer año en que nChain sea rentable. El director de Propiedad Intelectual, Robert Alizon, afirma que la empresa tiene cinco licenciatarios individuales y espera que sean veinte para finales de año. Su principal objetivo, explica, es ayudar a los empresarios que construyen sobre la blockchain BSV a crear negocios rentables, pero nChain también está preparando el terreno para cobrar a los desarrolladores que están creando proyectos utilizando otras aplicaciones de blockchain. «En esencia, queremos apoyar al ecosistema que está eligiendo BSV», dice Alizon. «Y, obviamente, si la gente está compitiendo sin pagar sus cuotas, también tenemos que empezar a vigilar eso.
Tanto si operas en BSV como fuera de BSV, tendrías tanto derecho como obligación de obtener una licencia de nChain». David Pearce, un abogado de Birmingham (Inglaterra) que ha rastreado 440 patentes de nChain sólo en Europa, afirma que «muchas de estas patentes son, para bien o para mal, válidas». Aunque ha presentado objeciones a tres patentes de nChain en nombre del consultor de bitcoin Arthur van Pelt, cree que la mayoría de las demás han sido «concedidas válidamente por la Oficina Europea de Patentes, que suele considerarse una de las más duras del mundo».
Sin embargo, hay una trampa. A pesar de que nChain tiene 765 patentes que abarcan temas como la tokenización, la gestión de identidades y los micropagos, en jurisdicciones como Estados Unidos, Europa y China, Forbes sólo ha podido encontrar una empresa que pague por las licencias de BSV: Unisot, compañía de la cadena de suministro con sede en Oslo, que pagó una licencia única.
Entre los demás licenciatarios, e-Livestock, que está creando un software que permite a los habitantes de países en desarrollo utilizar animales de granja como garantía, afirma que no pagó por su licencia plurianual. Ted Rivera, del estudio cinematográfico MyMovies, basado en blockchain, afirma que Wright le cedió los derechos de uso de las patentes de streaming y encriptación, aunque Wright declaró a Forbes que no era así. El Gobierno Provincial de Bataan, en Filipinas, firmó un memorando de entendimiento con nChain en diciembre, y si pasa a un acuerdo formal podría codesarrollar patentes de propiedad conjunta con la empresa.
Bryan Daugherty, presidente de Smart Ledger, con sede en New Hampshire, que se basa en BSV, dice que no tiene licencia y no cree que su empresa la necesite para su trabajo, pero se siente protegido por nChain. «Nos están protegiendo», dice, «con suerte, en el sentido de crear un ambiente bueno y amistoso para el surgimiento de esta tecnología más allá del criptocasino que hemos visto hoy».
La batalla llegal
Entre bastidores, mientras el equipo de Wright construye su negocio de BSV, arrecia un complejo laberinto de batallas legales que podrían afectar al futuro del sector. En febrero de 2018, el patrimonio de Dave Kleiman demandó a Wright ante el tribunal estadounidense del Distrito Sur de Florida, alegando que «perpetró un esquema contra el patrimonio de Dave para apoderarse de los bitcoins de Dave y sus derechos sobre cierta propiedad intelectual asociada con la tecnología bitcoin.» En concreto, la propiedad de W&K.
Mientras se prolongaba ese pleito, en enero de 2021, el equipo de Wright envió una carta de cese y desistimiento a la filial criptográfica de la empresa de pagos Block, pidiéndole que retirara una copia del libro blanco de bitcoin de su sitio web. Los abogados del grupo comercial de patentes Crypto Open Patent Alliance (COPA) respondieron con una carta en la que pedían a Wright que demostrara que había escrito el libro blanco, a lo que siguió una demanda contra él ante el Tribunal Superior de Justicia del Reino Unido, solicitando que se pronunciara sobre la reivindicación del inventor como autor.
De vuelta a Florida, en diciembre de 2021, el jurado del caso de la herencia Kleiman desestimó casi todas las reclamaciones contra Wright excepto la de conversión, o fingir que poseía propiedad intelectual que no era suya. A W&K –no a la herencia– se le concedieron cien millones de dólares en daños y 43 millones en intereses. Wright dice: «La propiedad intelectual de W&K no estaba relacionada con Dave en modo alguno, salvo que yo le regalara acciones». Junto con el dinero, Wright puede haber perdido algo de credibilidad. La juez del caso escribió que encontró que él había falsificado documentos, y no está convencida de que realmente exista un Tulip Trust: «La totalidad de las pruebas que constan en el expediente no corroboran que el Tulip Trust exista».
Pero Wright aún puede reír el último. Su segunda esposa, Ramona Ang, y su exmujer han presentado documentos alegando que Ira Kleiman no sólo no tiene una participación mayoritaria en W&K, sino que son copropietarios, lo que abre la posibilidad de que la sentencia recaiga en parte en la propia familia de Wright. Aunque un juez federal de Florida se negó a pronunciarse sobre el litigio, Wright afirma que está trabajando en la propiedad intelectual de W&K. «La única propiedad intelectual de la empresa existe en mi cabeza», escribió en un correo electrónico a Forbes. Toda la documentación, añade, la tenía «Dave Kleiman y obviamente no la ha guardado de forma que la gente pueda acceder a ella».
En febrero, Wright volvió a la ofensiva. Tulip Trading, una empresa que, según él, es propiedad de Tulip Trust, demandó a 16 desarrolladores de bitcoin ante el Tribunal Real de Justicia del Reino Unido, incluido van der Laan, alegando que tienen la responsabilidad fiduciaria de realizar cambios en el código de bitcoin que él cree que devolverían 3.000 millones de dólares de la criptomoneda que, según él, le robaron, aparte de los 33.000 millones de dólares en bitcoins que supuestamente pertenecen a W&K. Pearce, el abogado de patentes, dice que «si un juez del Reino Unido considera –estamos hablando de fracciones de un porcentaje, el tipo de probabilidad de una bola de nieve en el infierno– que existe algún tipo de deber fiduciario, obviamente sería un gran problema para Estados Unidos en particular».
Más tarde, en junio, el Tribunal Superior de Justicia del Reino Unido dijo que el caso COPA, el de los desarrolladores de bitcoin y otros dos se juzgarían conjuntamente, a partir de enero de 2024. En concreto, examinarán lo que el tribunal llama «la cuestión de la identidad» común a cada caso. «Ninguno de estos casos llega a ninguna parte hasta que Craig Wright demuestre que es Satoshi Nakamoto», dice Pearce. «Todos son asuntos relacionados con la propiedad intelectual. Pero todos dependen de que Craig Wright sea Satoshi Nakamoto. Y no lo es».
Jess Jonas, directora jurídica del Fondo de Defensa Legal de Bitcoin, que representa a los desarrolladores que trabajan en proyectos relacionados con la criptomoneda, es menos optimista: «La gente no puede simplemente esconder la cabeza en la arena y decir: ‘Bueno, ya sabes, no es Satoshi, así que el tribunal lo resolverá y desaparecerá'». Y añade: «Los desarrolladores y otros participantes de la industria se están viendo obligados a responder a estas demandas, y deben hacerlo porque lo que está en juego en este caso es una de las licencias de código abierto más importantes que existen. Y si esa protección no existe, ¿por qué se arriesgaría la gente a desarrollar software libre y de código abierto para uso público?».
Cuando se le preguntó si le preocupaba el impacto que sus patentes pudieran tener en bitcoin y otros desarrolladores de código abierto, Wright respondió: «Son públicas. No es culpa mía si la gente no comprueba estas cosas«. Aunque Wright afirma que tiene previsto hacer valer más ampliamente sus derechos de propiedad intelectual, de momento está centrado en los casos actuales y en conseguir derechos de licencia de quienes estén dispuestos a pagar. Uno de los posibles demandados en el futuro es Apple, cuya distribución del libro blanco sobre bitcoin en algunos dispositivos constituye, según Wright, una violación de los derechos de autor.
Mientras Wright se prepara para las vistas de enero en el Tribunal Supremo, afirma que gran parte de su estrategia legal girará en torno al traslado de la base de código de bitcoin a Github y la supuesta elusión de su control de administrador. Wright lo describe como una infracción de la Ley de Uso Indebido de Ordenadores del Reino Unido de 1990. Dice Wright: «Es un delito penal».