Estos son los los desafíos que las criptomonedas plantean a los abogados
Los abogados debemos involucrarnos con los desafíos regulatorios de las nuevas tecnologías. Para asesorar a un cliente que posee criptomonedas, por ejemplo, un tributarista debe entender cómo se obtienen mediante minado, qué figura utiliza el fisco para grabar su tenencia y cuál es el costo de adquisición a los efectos del impuesto a las ganancias. Con este tipo de divisas digitales tan volátiles como el Bitcoin, un consejo equivocado puede resultar en pérdidas importantes.
Al trabajar con activos como las criptomonedas, debemos prepararnos para un mundo en el cual las consultas de nuestros representados no tengan una respuesta inmediata en fallos uniformes a través de los años o reglamentaciones y leyes expresas. Como profesionales del derecho, no podemos mantenernos ajenos a los cambios tecnológicos y sus consecuencias para los clientes y para la sociedad en general.
Los códigos de ética de la American Bar Association incluyen una previsión sobre el denominado deber de competencia tecnológica, que tiene dos aristas: la obligación de utilizar la mejor tecnología actual para prestar servicios y el conocimiento del tema de fondo.
El código de ética y la ley del ejercicio profesional de los abogados en la Argentina escapan a una definición taxativa del deber ético para con el cliente, por una cuestión de técnica legislativa -que considero acertada-, al tratar el tema de manera genérica. Pero tenemos la obligación y va más allá de nuestros representados en los asuntos que llevamos.
La tecnología siempre avanza más rápido que las legislaciones
Una señal clara de que el futuro ya llegó es que la legislación, los jueces y los abogados argentinos nos encontramos inmersos en una incertidumbre que, estimo, con el tiempo aumentará.
Es que, en esta etapa de cambios tecnológicos acelerados, en casi todos los países del mundo los sistemas de legislación no llegan a brindar un marco jurídico claro sobre las nuevas tendencias.
La tecnología siempre avanza más rápido que las legislaciones, cuya función no es regular las conductas, sino, mucho más importante aún, generar los ámbitos en los que la actividad crezca plenamente. A lo largo de la historia se puede ver que la infraestructura legal de un país puede determinar el éxito o el fracaso del desarrollo humano.
En su libro Reglas para un mundo plano, Gillian Hadfield expone la necesidad de un sistema legal para el crecimiento en sociedad. Un país que no protege los derechos de propiedad intelectual tendrá un menor avance en investigación científica y desarrollo tecnológico. Por otra parte, las naciones que generan las condiciones legales necesarias para potenciar los negocios, ven sus frutos en materia de progreso económico.
Una visión liberal de la economía podría interpretar que la regulación de una actividad es contraproducente, por entenderla como una limitación a las libertades humanas. Pero la ambigüedad o el silencio no son necesariamente beneficiosos para el crecimiento, particularmente en los campos novedosos de la tecnología.
Las reglas claras brindan la previsión necesaria para potenciar los negocios, limitan la intromisión del Estado en el ámbito privado y, desde la óptica de las personas, aseguran sus derechos ante actores más fuertes.
En esta nueva etapa del desarrollo humano, cuando la legislación y la jurisprudencia específicas sobre un tema como las criptomonedas pierden peso, el ejercicio de la profesión legal cobra una mayor relevancia.
Creo oportuno recordar entonces el juramento que hicimos los abogados al aceptar nuestro código de ética: "Es misión esencial de la abogacía el afianzar la justicia y la intervención profesional del abogado, función indispensable para la realización del derecho".
(*) Fundador y CEO de Brevity.