¿Sabés cuántas horas de trabajo tenés que destinar para pagar tu conexión a internet?
En los últimos tiempos, reportes internacionales dieron cuenta de que la Argentina tiene uno de los costos de acceso a internet más bajos de la región. Y le pusieron números: que oscila entre u$s5 y u$s20 y que, para pagarlo, se necesitan casi dos horas de trabajo. ¿Es realmente así?
Lo que primero se piensa es que, para obtener una cifra aproximada, hay que hacer una cuenta fácil: dividir el costo de la velocidad promedio por el precio que se paga. Y listo.
Pero no. La cosa no es tan fácil como parece. De modo que se intentará hacer el ejercicio de calcular cuán barato o caro es internet en el país, especialmente en tiempos donde el Gobierno destaca lo que se está haciendo en política de conectividad -tal como lo mencionó el presidente Alberto Fernández durante su discurso de apertura de sesiones ordinarias en el Congreso- y en la cual la intervención de precios parece erigirse como una solución. Después veremos cuántas horas de trabajo demanda pagar esa conectividad.
El promedio de velocidad del acceso a internet en la Argentina es de 40,67 mb a septiembre de 2020, según un reporte de la Cámara Argentina de Internet (CABASE) en base a datos del Ente Nacional de Comunicaciones (CABASE).
El PBI per capita de la Argentina en 2020 se ubicó en torno a los u$s8900, es decir, unos u$s744 por mes. Resulta difícil tener precisión con estas variables dada la inestabilidad que experimentan las mismas según pasan los años. Pero sigamos.
Ahora hay que buscarle un valor a esos 40,67 mb promedio de velocidad de las conexiones a internet. Así se puede hacer la división lisa y llana a fin de obtener el precio que se paga por el acceso en la Argentina y, del mismo modo, cuánto se invierte en cantidad de horas de trabajo tomando los datos del Banco Mundial.
La cuenta sería más o menos sencilla si no fuera porque es muy difícil encontrar un precio, uno solo, para un mismo tipo de conexión, más allá de la velocidad de que se trate. Actualmente, más de la mitad de las conexiones a internet en la Argentina se encuentran por encima de los 20 mb de velocidad. Y los productos que se suelen ofrecer arrancan en los 10 mb para arriba, aunque hay prestadores en las provincias que todavía ofrecen accesos de 6 mb.
Intentar encontrar un tipo de conexión idéntico entre los distintos proveedores de internet que operan en la Argentina –hay más de 1.200, entre grandes, medianos y pequeños- es casi tan difícil como predecir cuánto va a costar un litro de leche en septiembre, control de precios mediante.
Precios para todas, todos, todes
Veamos unos pocos ejemplos, arbitrarios, caprichosos, tomados de las páginas web de distintos ISP (proveedor de servicio de internet, por su sigla en inglés).
Telpin, la cooperativa que brinda servicios de internet en Pinamar y otros lugares de la costa cobra $1.590 por un acceso de 10 mb y $1.790 por uno de 50 mb. Sin dudas, conviene el segundo. Permite contratar la conectividad sin atarlo a otro servicio.
Claro cobra $1.290 por un acceso de 50 mb y $1.699 por uno de 100 mb. En ambos casos se incluye línea fija.
UniversoNet, un proveedor que opera en La Rioja, Catamarca, Santa Fe, Misiones, Entre Ríos, Córdoba y Buenos Aires, tiene en la actualidad una promo de $696 para una conexión de hasta 50 mb. Lo hace sobre la vieja tecnología de ADSL. Se trata de la empresa que se hizo cargo de 150.000 clientes que debió desprenderse Telecom cuando se aprobó su fusión con Cablevisión.
Cotesma, la cooperativa que da servicios en San Martín de los Andes, ofrece un paquete que no divide internet de la televisión. El costo por un servicio que 50 mb se ubica entre los $3605 para los socios de la cooperativa, y los $4.506 para los no asociados.
Uno más. Movistar brinda un servicio de fibra óptica de 50 mb velocidad simétrica –sube y baja con la misma velocidad- a $1.637 por mes, en promoción para un contrato de un año con un primer mes gratis.
Como se advierte, acá aparece la primera dificultad. Tratar de saber si es barata o cara la conexión a internet en un país con tanta disparidad de precios sobre una misma velocidad –al menos en apariencia- obliga a hacer un trabajo más profundo. Porque, suponiendo que se trate del mismo tipo de conexión, el ingreso per capita es uno en la costa atlántica, distinto en la Ciudad de Buenos Aires y también diferente al que percibe un trabajador en La Rioja o en Chubut.
Todo esto sin olvidar el impacto de las promociones que las distintas compañías ponen en marcha cuando lanzan un nuevo producto y que suelen extenderse durante un año. Sin mencionar al prestador, hoy es posible contar con un servicio de fibra óptica de 50 mb a $850 en algunas ciudades, un valor que termina siendo mucho más conveniente que el que se ofrece en la Prestación Básica Universal.
¿Entonces?
El esfuerzo
Más allá de la cantidad de horas que le demande a un argentino trabajar para pagar su conectividad, lo que parece tener más peso al momento de medir el esfuerzo económico que se debe hacer para estar conectado es lo que señala la Unión Internacional de las Telecomunicaciones (UIT) que plantea la asequibilidad, es decir, la capacidad de los hogares o de las personas para pagar los servicios de telecomunicaciones. Los precios de estos servicios suelen aparecer como obstáculo para que el grueso de los ciudadanos se conecten o, quienes ya lo hacen, puedan pasar a prestaciones de mejor calidad.
Y planteó, en el marco de la comisión UIT/Unesco sobre Banda Ancha para el Desarrollo Sostenible que para que los servicios de banda ancha básicos fueran asequibles en los países en desarrollo de cara a 2025 no tienen que representar más del 2% de sus ingresos.
Si hacemos este ejercicio básico tomado como parámetros los números actuales de la Argentina el cálculo sería dividir los $66.000 mensuales que percibe un trabajador en promedio, de acuerdo a cifras oficiales, sobre 20 días en promedio de desempeño: el resultado son unos $3.300, que suele llegar a ser el costo de algunas conexiones en algunos lugares del país –cuatro veces más que la del prestador mecionado más arriba-.
Es decir, demandaría un día de trabajo o medio día de trabajo, según cómo se mire, en dónde se viva y de qué prestador se es cliente. Pero con promoción ese esfuerzo en cantidad de horas es mucho menor.
El ejercicio, que seguramente carece de otras variables y otros aspectos más complejos y profundos para llegar a una mejor respuesta, sirve para mostrar lo dificultoso que suele ser pretender definir una política general con variables o estructuras rígidas en un país donde, al menos en lo que a conectividad se refiere, muestra matices, diferencias y análisis que exigen definiciones nuevas y flexibles.