Redes 5G: por qué se demora su llegada a Argentina, según expertos regionales en comunicación
Desde hace seis años se viene hablando de 5G. Recién en este año comenzaron a activarse las primeras redes comerciales de esta tecnología que promete cambiar cualquier aparato productivo que se le cruce. Si la promesa es tan alta ¿por qué los países de América latina que tienen despliegues no las activan? ¿Por qué la Argentina tiene tan atrasada su discusión?
Fue una de las preguntas que surgió en el primer día de Congreso de la Futurecom 2019, que se realiza en San Pablo, Brasil, hasta este jueves, y que reúne a las empresas que impulsan el desarrollo de 5G en la región.
La respuesta no es un única, y las derivaciones que los disertantes expusieron se vinculan entre sí. Sucede que hay redes 5G ya desplegadas en distintos países de la región, como Uruguay, y varios del Caribe, entre los que se encuentran Trinidad y Tobago, Guyana, Surinam y Puerto Rico, no logran activarse comercialmente por falta de dispositivos. Pero todavía no logran ponerse en marcha comercialmente.
En la Argentina, el camino hacia 5G está en su etapa inicial. En agosto pasado se inició el proceso de consulta pública a los interesados y no es posible aventurar cómo continuará ante el cambio de Gobierno que se efectuará el próximo 10 de diciembre.
Pero, ¿qué es lo que pasa en la región y que puede ser una pista de lo que podría ocurrir a futuro con las futuras redes móviles?
La respuesta es múltiple. Y mientras para algunos expertos el tema pasa por la disponibilidad de dispositivos, para otros por los nuevos planteos que abren las nuevas tecnologías, servicios y plataformas que hoy existen y chocan con prestaciones tradicionales. Para otros, la cuestión pasa por volver a repensar las matrices productivas de las naciones si es que se quiere cumplir con la utopía de más tecnología en favor de las economías y el desarrollo.
Las cinco 5G
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Como se dijo, en América latina y el Caribe hay al menos cinco redes 5G pidiendo pista. La demanda de dispositivos para que estas redes se pongan operativas por parte de estos países es relegada por los proveedores de equipamiento, que privilegian los pedidos que realizan las grandes compañías en los Estados Unidos, aún cuando no se trate todavía de despliegues masivos.
Esto es una parte. Los impactos que están generando las nuevas tecnologías a nivel social, económico, laboral, están provocando a su vez un movimiento en diversas direcciones y, hasta tanto, esta revolución no se encauce, no será posible comenzar a ver esa mayor productividad que promete la tecnología. En este caso, la 5G.
A esto se suma que, hasta ahora, no puede desconocerse el impacto que las tecnologías, en cualquiera de sus versiones, han tenido sobre la productividad: han permitido que los procesos productivos se hagan más rápidamente, pero eso no se ha traducido en una mejor distribución de la riqueza.
Entonces, si se quiere avanzar en redes de nueva generación, habrá que encarar un proceso de transformación desde las bases productivas, a las que aún no sólo no les han llegado los beneficios sino que tampoco comprenden de qué van.
"Uno de los objetivos de 5G es habilitar los despliegues de Internet de las Cosas (IoT) porque el concepto básico de la transformación digital es hacer más eficientes a los sectores económicos. Si esto se implementa bien, se cumple el objetivo. Para ello, es necesario que existan dispositivos y que haya infraestructura suficiente que los soporte", dijo a iProfesional, José Otero, director de 5G Américas, durante la Futurecom 2019 que se realiza en San Pablo hasta este jueves.
Se trata de un proceso que comenzará a tener su impacto en el mediano plazo. A partir de que aquellas compañías que ya comenzaron sus despliegues empiecen a recibir los dispositivos sobre los que montar los diversos servicios. Prestaciones que, a su vez, son las que tendrán su efecto en la economía.
"Hasta ahora, las tecnologías han ayudado a modificar un modelo extractivista sin agregar valor, aunque contribuyeron a la matriz. Pero si seguimos con este modelo de commoditties donde la tecnología sólo agiliza la extracción poco podemos pedirle a 5G", sostuvo, por su parte, Rodrigo Ramírez Pino, presidente de la Cámara Chilena de Infraestructura Digital.
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Tras recordar el impacto que las nuevas tecnologías vienen teniendo en las sociedades y las economías a lo largo de la historia de la humanidad, con el ejemplo de cómo se modificaron las comunicaciones con el surgimiento del telégrafo, Alejandro Prince, director de Prince Consulting, sostuvo que "estas tecnologías conforman una nueva fórmula explosiva que permitirá en los próximos cinco años conectar miles de cosas en fracciones de segundo. La capacidad de producir inteligencia será mucho mayor".
Esta capacidad a la que alude Prince es considerada como la segunda fase de la Inteligencia Artificial (IA), la motorizada por la producción de datos, la que se vehiculiza justamente a través de las redes de telecomunicaciones. De ahí que el especialista destaque que esta producción de millones de datos convertidos en inteligencia demandará "un genio, un talento, que ayude a mejorar los procesos a partir de estas herramientas".
Claro que se trata de un proceso de mediano y de largo plazo. Si hoy no hay suficientes dispositivos es difícil que se cumpla la promesa de la tecnología 5G que contribuye a la mayor productividad, a la mejora de los aparatos productivos.
"Si no hay dispositivos la tecnología no puede hacer lo que debería. Y esto ya pasó con LTE o con tecnologías anteriores. A medida que se activen las redes comerciales aparecerán más dispositivos y a partir de ahí comenzarán a advertirse los cambios", aseveró Otero.
Las condiciones para el desembarco
Acá es donde, además de recrearse la promesa de la inversión tecnológica para incrementar la productividad, es cuando también aparece la crítica y la necesidad de tomar acción en otros campos si se quiere cumplir con esa promesa.
"El advenimiento de 5G o de cualquier otra tecnología debe implicar la creación de una nueva matriz en donde la digitalización permita construir un nuevo modelo productivo para agregar valor", enfatizó Ramírez Pino.
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Y aportó datos sobre lo que ocurre en Chile donde apenas el 3% de las pyme encara algún proceso de transformación digital. Un dato que bien puede aplicar a cualquier país de la región.
En la Argentina, el 49% de las micro y pequeñas empresas no exportadoras cuentan con bajos niveles de inversión en tecnología, de acuerdo a un informe de CIPPEC sobre la transformación industrial argentina.
En este contexto, Prince consideró que una vez que se den las discusiones que permitan acomodar los impactos que hoy tienen las plataformas, las regulaciones sobre medios y redes y proveedores de servicios on line, y que también se incorpore a la discusión la cuestión energética -fundamental para el funcionamiento del machine learning y otras aplicaciones de la IA- llegará esa mayor productividad.
"Las infraestructuras que usamos cotidianamente, como los servicios de educación, de transporte, de salud, de entretenimiento serán alcanzados por estas nuevas tecnologías y todo estará conectado. Una vez que todo esto se sensorice para que, por ejemplo, un peaje advierta que vienen muchos autos, o que ante determinada circunstancia se incrementen los pedidos de delivery, o cualquier otra demanda de los usuarios, se verá el impacto en la productividad. Compartir esa información será lo que permitirá ganar en eficiencia", indicó Prince.
Ramírez Pino consideró que "el proceso de adquisición tecnológica necesita que se facilite el proceso de adopción de las pequeñas empresas. Hemos hecho poco para mejorar el aparato productivo", sentenció.
De modo que parte de la promesa de 5G y su impacto positivo en las economías dependerá de qué tan bien se explique y capacite ya no a las grandes companías sobre la transformación digital sino, básicamente, a las pequenas y medianas empresas que, en definitiva, son las que impulsan la creación de trabajo en la región.
Creación de trabajo que, en virtud del mundo que vivimos, exige cada vez más creación de valor.