Rusia no cree que el Apolo 11 haya llegado a la Luna y viajará a comprobarlo
Una de las teorías de la conspiración más conocidas del mundo, la que asegura que el Apolo 11 nunca estuvo en la Luna, sigue siendo muy popular en Rusia, donde la mayoría de las personas no cree que los estadounidenses haya realizado esa travesía espacial hace 50 años.
Aunque la "conspiración lunar" fue inventada en EEUU, casi en ningún país del mundo fue tomado en serio el supuesto montaje cinematográfico con que la Casa Blanca engañó al mundo, en Rusia el 24% de la población no cree en este mito.
Hay un 76% de la población que cree que los estadounidenses no llegaron a la Luna aquel 20 de julio de hace 50 años. Una cifra que va en aumento: hace seis años, una encuesta del Pew Research Center de Washington mostraba que el 57% de los rusos no creía en la conquista lunar.
Curiosamente, en la década del 70, en plena Unión Soviética, ni los funcionarios del Kremlin ni los medios de comunicación dudaban de los logros de los astronautas estadounidenses.
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Por entonces, la URSS estaba considerada como la principal potencia en exploración espacial y superaba con creces en tecnología a los Estados Unidos: había conseguido lanzar con éxito el primer satélite, el Sputnik I en 1957, y de enviar el primer hombre al espacio, Yuri Gagarin, el 12 de abirl de 1961.
Desesperado por ganar la carrera, el presidente John F. Kennedy dijo, 43 días después del vuelo de Gagarin, que el lanzamiento de una misión tripulada a la Luna se convertía en un objetivo prioritario para la siguiente década.
"Cuando recibíamos señales de la Luna, las recibíamos de la Luna, no de Hollywood", defendió el cosmonauta ruso Gueorgui Grechko, miembro del programa lunar soviético -que fue cancelado después de que la misión Apolo 8 orbitó la Luna por primera vez-.
En ese momento todos los sistemas de reconocimiento soviéticos estaban observando el primer vuelo tripulado a la Luna: el equipo de radio soviético recibía señales del Apolo 11, todas sus comunicaciones de audio y las imágenes de televisión del aterrizaje.
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"Poner en escena un engaño como ese habría sido quizá tan difícil como llevar a cabo la verdadera misión", concluía en la década del 80 otro cosmonauta ruso y diseñador del transbordador espacial, Konstantin Feoktistov.
Para poder hacerlo habría sido necesario enviar una estación de televisión a la Luna y luego enviar el Apolo 11 como respuesta, explica. "Escenificar la llegada de los astronautas estadounidenses a la Luna sería más difícil y costaría más que un viaje real", dice por su parte el director del Instituto Ruso de Geoquímica y Química Analítica, Yuri Kostitsin.
La oleada anti Apolo 11 comenzó a finales de la década de 1990, la "conspiración lunar" cobró fama en una Rusia cada vez más enfrentada con los Estados Unidos. "Los contemporáneos lo atribuyen al hecho de que la nueva y frágil Rusia necesitaba desesperadamente nuevos conceptos pseudopatrióticos, como el que los estadounidenses habían engañado a todos, incluida la Unión Soviética, que siempre había sido la primera en todo", dijo la periodista rusa Ekaterina Sinelschikova.
La incredulidad rusa fue alimentada tras la publicación del libro "Anti-Apolo. Estafa lunar de EE.UU.", obra del ruso Yuri Mujin, quien afirmaba que el dinero asignado al programa lunar de la NASA había sido supuestamente robado, mientras que las escenas de aterrizaje habían sido filmadas por Stanley Kubrick, director de la película "2001: Odisea en el espacio".
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Además, según el investigador, había comunistas y algunos científicos soviéticos que formaban parte de la conspiración. En 2007, una prestigiosa revista científica rusa publicó un artículo en el que se "demostraba" que el cohete Saturno V no podía llegar a la Luna a la velocidad a la que volaba.
El año pasado, Dmitri Rogozin, el director de Roscosmos, la agencia espacial rusa, anunció que se preparaba una misión a la Luna, que tiene el siguiente objetivo: "Nos hemos fijado la tarea de volar allí para comprobar si ellos (los estadounidenses) estuvieron allí o no. Ellos dicen que sí, nosotros lo comprobaremos".
Rusia construye un nuevo cohete superpesado para la conquista de la Luna y de Marte, y una infraestructura para acomodar esta nave espacial en el cosmódromo Vostotchni en Siberia.
El primer lanzamiento, dijo el Kremlin, está previsto para el año 2028 y la aventura por comprobar la "gran mentira estadounidense" costará 1.500 millones de rublos (20.085 millones de euros).