Cae el contrabando de celulares pero ni los fabricantes de Tierra del Fuego podrán aprovechar el momento
Con un dólar en torno a los $40, parece que al contrabando de celulares le ha llegado la hora de contraerse. Y en épocas en donde todo se reduce tanto, que una actividad ilegal también se achique no viene mal. Pasa que la situación es tan compleja que ni siquiera en el corto plazo la industria local del ensamblado de celulares va a poder aprovechar la coyuntura ventajosa.
Entre enero y agosto de este año la cantidad de celulares que ingresar al país por contrabando fue 1.034.000 unidades, y la proyección es que hacia el cierre de 2018 esa cantidad se mueva entre 1,5 y 1,7 millón de equipos, es decir, casi la mitad de los 2.810.311 que lo hicieron en 2017, según cifras que maneja la Asociación de Fábricas Argentinas Terminales de Electrónica (AFARTE).
“Hay una nueva realidad. El contrabando existe desde que se unificó el tipo de cambio a finales de 2015. Desde entonces registramos una tendencia creciente, de parte de las marcas que tienen capacidad para medir con exactitud qué cantidad de dispositivos ingresan al país por esa vía”, dijo a iProfesional, Federico Hellemeyer, presidente de AFARTE.
Las cuatro marcas que concentran la producción y comercialización de smartphones en el país –Samsung, LG, Motorola y Huawei- saben con precisión cuándo se activa un equipo que ingresó por la vía del contrabando. Y a partir de ahí se realizan las estimaciones.
“La tendencia del contrabando hasta 2017 era creciente. En 2017 se trató de más de 2,8 millones de equipos contra 10,6 millones que se integraron en Tierra del Fuego y otros 500.000 que se importaron legalmente”, agregó el directivo.
Ahora, la previsión es que el contrabando de celulares se reduzca en un 40% aproximadamente al cierre del caótico 2018. Pero todo será por obra de la devaluación, no porque desde la administración nacional se hayan implementado medidas para luchar contra el ingreso ilegal de mercaderías sino por las razones de fuerza mayor que impone la Argentina misma.
Y como el peso se devaluó de manera agresiva desde mayo primero, y se profundizó en agosto, después, hacerse de pesos en el mercado local para luego comprar en dólares los teléfonos móviles se hizo más dificultoso.
Tal como lo explicó el analista Enrique Carrier a finales de agosto. “En lo que va del año calendario, la devaluación del peso alcanzó el 52%, bastante por encima de la inflación estimada para todo el año, que se encuentra por sobre el 30% y que para el primer semestre se ubicó en el 16%. Esto implica un dólar más caro en términos reales”.
Y aún cuando los componentes son importados, continúa todavía siendo ventajoso comprar a nivel local. La diferencia entre comprar un teléfono en el país o traerlo de afuera, en cualquiera de sus formas, es tan exigua, que ya ni siquiera vale la pena estar buscando la manera de adquirirlo fuera de estas fronteras.
Mucho menos cuando afuera la única vía para comprarlo es en un solo pago, mientras que a nivel local no sólo es posible conseguir algo de financiación sino, además, asegurarse el soporte posventa.
Es lo que sucede con el iPhone que está siendo comercializado por Claro. Muchos clientes optan por adquirirlo en el operador antes de tomar el riesgo de traerlo del exterior. Hasta la primera mitad del año se habían importando por la vía legal más de 80.000 de estos aparatos.
Todo para atrás
Sin embargo, los fabricantes de Tierra del Fuego no podrán aprovechar la caída del comercio ilegal. Porque como la crisis está pegando fuerte a nivel de consumo, y ya no hay ni Mundial ni día del padre casi en simultáneo, tal como ocurrió en junio pasado, que permita combinar estrategias para ganar escala, la situación también afectará negativamente a la industria local.
La previsión es que a finales de 2018 se ensamblarán en la isla unos 8,5 millones de equipos, es decir, un 12,5% menos que lo anotado el año anterior, con igual previsión de importación legal.
Es menor a lo que, a finales de agosto, había indicado el analista Enrique Carrier quien había referido que al cierre de 2018 se ubicaría en torno a los 9,5 millones de unidades. Pero no. La baja será aún mayor.
Si el consumo masivo ya registra tres meses seguidos de caída en curva cada vez más pronunciada, el mismo efecto se está advirtiendo en la electrónica. Especialmente después de Rusia 2018 y la trepada del dólar.
El buen comportamiento que el segmento de electrónica había registrado en el primer semestre del año pegó un frenazo profundo a finales de junio y nada indica que esto vaya a modificarse, más allá de las expectativas puestas, en breve, con motivo del día de la madre.
Otra vez: la caída del contrabando no podrá ser aprovechada por la industria local de ensamblado, especialmente de celulares, que era el segmento que más crecía y sobre el que escaso control se puso desde que el sector comenzó a reclamarlo.
¿Es posible avizorar qué ocurrirá hacia adelante con el contrabando, con la industria local y con el consumo?
No. Y nadie se atreve, siquiera, a querer mirar, ni de reojo, una eventual bola de cristal.
“Para prevenir el contrabando sólo hay que controlar, es tan sencillo como eso. Que, además, puede ejercerse de distintas formas: se puede exigir mayor formalidad en las operaciones de los sitios de compra-venta, se puede impulsar una registración más compulsiva del IMEI, se pueden profundizar los controles en la aduana y, también, los de fiscalización”, subrayó Hellemeyer.
Y destacó, en este punto, que si bien este año se hicieron apenas dos controles de fiscalización, fueron suficientes para disuadir de algunas maniobras. Por supuesto, sostuvo que dos son insuficientes pero insistió en que es un buen método para desalentar las prácticas del contrabando.
¿Y hacia el año próximo es posible prever cómo continuará el comportamiento de la producción local de teléfonos?
Tampoco. Las complejidades actuales impiden tener un escenario claro hacia 2019. “Es muy difícil estimar hoy porque está la expectativa de esta recesión. Si dura poco podremos estimar más positivamente, pero no lo sabemos”, lamentó el directivo.
Todo incertidumbre. La caída del contrabando se debe a la devaluación y no a medidas en tal sentido. La industria local, que reclamaba acciones para defenderse frente a este tipo de comercio ilegal, no puede aprovechar tampoco las ventajas de la devaluación por la retracción del consumo y la recesión.
Una espiral que, lejos de ascender, cae, y sobre la que aún no se ve un piso sobre el cual se puedan prever acciones a futuro. Incertidumbre para un sector más. La Argentina misma.