Reacciona en su relación con los humanos como lo haría un perro real: ladrando, moviendo la cola y girando sus orejas, con nueva expresividad de sus ojos
TECNOLOGÍA - 09 de Noviembre, 2017

Aibo, el perro-robot cuya última versión vio la luz en 2006, vuelve por fin a la vida, según confirmó su fabricante, Sony, con avances tecnológicos.

El primer robot vio la luz en el año 1999 como respuesta a una demanda cada vez más presente en los hogares nipones: el deseo de contar con una mascota en casa.

Sin embargo, con cada vez menos tiempo que dedicarle y con el objeto de ahorrarse los cuidados que exige un animal de compañí­a, ideó un perro robot cuya única necesidad fuera cargarse de cuando en cuando.

Ese producto era tosco, pero abrí­a la puerta a un nuevo futuro, no ya en el terreno de las mascotas, sino en el de la robótica doméstica.

El producto en sí­ fue comercialmente un fracaso y no es de extrañar, ya que cada mascota se comercializaba a un precio cercano a los 2.000 dólares, contando con un número limitado de funciones.

La crisis hizo el resto y el fabricante se deshizo de aquellas mascotas que no aportaban a la cuenta de resultados, llevándose por delante uno de los proyectos más apasionantes de la compañí­a. Sin embargo, Aibo vuelve y lo hace impulsado por una novedad: la inteligencia artificial.

El nuevo Aibo llega cargado de novedades en lo que respecta al hardware: sus ojos son ahora dos pantallas OLED que le confieren al can una gran expresividad, así­ como una gran cantidad de sensores que le permiten, entre otras cosas, escuchar la voz de su amo.

Aibo equipa además cámaras con tecnologí­a de seguimiento SLAM, que le permite saber en qué ubicación de la casa se encuentra y dónde están sus dueños.

Reacciona de esta manera en su relación con los humanos como lo harí­a un perro de carne y hueso: ladrando, moviendo la cola y girando sus orejas, pero añadiendo también la nueva expresividad de sus ojos.

Sin embargo,  el verdadero avance de Aibo se encuentra en lo que no se ve: la inteligencia artificial. No solo actúa, sino que observa y aprende: el fabricante emplea el aprendizaje profundo manera que el robot contempla el entorno e identifica a personas y objetos.

Los perros compartirán su aprendizaje con el resto de Aibos del globo, porque están todos conectados con la nube.

Esta particularidad dota a Aibo de una personalidad propia, que al igual que en los seres vivos, es cambiante en función de lo que suceda en el entorno y lo aprendido.

Contando con el permiso expreso del propietario, el Aibo enviará lo aprendido a los servidores de Sony y así­ se irá dotando de "una personalidad única"; salvando las lógicas distancias, el esquema de funcionamiento es muy semejante al planteado en el film "Yo, robot".

No parece probable que los Aibos se rebelen contra sus dueños, pero se abrirá la puerta de la casa a un robot con personalidad. Y propia.

El can será capaz de aprender nuevas palabras, gestos y ordenes y responderá a estas a través de un sistema de inteligencia artificial en la nube, que es el que le permitirá desarrollar su personalidad.

Junto a la mascota artificial, Sony también lanzará una aplicación para que los usuarios puedan enseñar trucos a su Aibo. Además, accesorios para que este robot pueda jugar.

El primer Aibo costaba unos 250.000 yenes, el equivalente de unos 2.000 dólares en junio de 1999. El nuevo Aibo costará 198.000 yenes, alrededor de 1.750 dólares.

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