Netflix y Spotify, el centro del debate en Congreso Mundial de Comunicaciones
La grieta parece haber atravesado a las telecomunicaciones en el mundo. Es el sabor que, se percibe, dejó la Conferencia Mundial de Desarrollo de las Telecomunicaciones (CMDT) 2017 en la Argentina.
La imposibilidad de ponerse de acuerdo en los temas referidos a regulación de proveedores de contenido (OTT, por su jerga en inglés), internet de las cosas y privacidad, hizo que el cierre previsto para la mañana del viernes se postergara hasta el mediodía y, llegada esa hora, ni siquiera hubiera certeza sobre si se concretaría por la tarde.
A esto se sumó que el principio consensuado sobre la necesidad de continuar conectando a las personas en el mundo para lograr mayores niveles de equidad no encontró posturas coincidentes a la hora de definir las líneas de acción a seguir entre las delegaciones de los 140 países que llegaron hasta Buenos Aires.
Pasado el mediodía del viernes, los participantes no habían logrado definir el Plan de Acción Buenos Aires. No se recuerda entre los participantes a estos encuentros, que cuentan con el aval de la Unión Internacional de las Telecomunicaciones (UIT), el brazo telco de la ONU, una conferencia con un final con tanta tensión. Las discusiones del jueves por la tarde finalizaron a las 4 de la madrugada del día siguiente, y el viernes arrancó sin poder resolverse esos conflictos.
Sobre los proveedores de contenido el debate volvió a centrarse sobre si a las empresas como Netflix, Spotify o Crackle se les debe exigir realizar inversiones en infraestructura, como también si se les debe obligar a tributar en cada país desde el cual obtienen un lucro.
También se coló la cuestión relacionada con aplicar una cuota de pantalla de producción nacional, aspectos que también forman parte de las conversaciones en la Argentina, en el marco de las discusiones de las regulaciones locales.
Respecto de internet de las cosas (IoT) las discusiones se relacionaron no sólo con el espectro (aspecto que se resolverá en la conferencia de la UIT de 2020) sino, básicamente, los límites que tendrán los operadores de esas futuras redes respecto de la privacidad.
Y aquí apareció uno de los puntos más candentes en el marco del CMDT. Porque la privacidad cruzó, inexorablemente, los temas referidos a los proveedores de contenido y a IoT. Volvió a exponerse la necesidad de no filtrar contenidos en favor o detrimento de otros, punto que encontró discrepancias entre países occidentales por un lado, y del mundo árabe y Rusia, por el otro.
Si bien las propuestas que surgen en este espacio son sólo sugerencias, no vinculantes, los distintos países levantaron la voz cada vez que advertían que se podía estar fijando principios que pusieran en duda su soberanía. Y esto sucedió cada vez que se habló de privacidad, de cibervigilancia y de protección de datos personales, temas independientes pero que resulta complejo abordar sin analizar lo que ocurre con cada uno de ellos en particular.
"Cada país es soberano de regular su sector TIC (Tecnologías de la Información y las Comunicaciones), de acuerdo a su parecer, a sus características", explicó Oscar González, presidente de la CMDT 2017. E integrante de la Secretaría de Telecomunicaciones a cargo de Héctor Huici.
Cada uno de estos temas siempre trajo aparejadas posturas diametralmente opuestas. Y lo expuesto por algunos de los referentes que participaron de las sesiones plenarias fue que, un mínimo desacuerdo por un punto en particular, impedía avanzar en cuestiones más generales.
Esto quedó evidenciado inclusive en el objetivo inicial que se fijó en este CMDT 2017: establecer pautas para conectar a la mitad de la población del mundo que aún no tiene acceso a internet. Y que, de continuar así, lejos de equiparar las oportunidades en materia económica y social para todos los habitantes, la brecha digital se profundizará.
González destacó que hay coincidencia entre los países en diseñar estrategias para alcanzar a las poblaciones que aún no tienen acceso. Tener conexión "no es un lujo sino una necesidad para el funcionamiento de las sociedades modernas", puesto que trae beneficios aparejados con el desarrollo de la economía digital y nuevas formas de producción, aunque siempre vinculadas con "conectividad de alta calidad", aseveró González.
Pese a las coincidencias, los consensos fueron más dificultosos de alcanzar. Varios de los países emergentes presentaron documentos para avanzar en esas metas, y obtuvieron el aval tanto de los Estados Unidos como de los países de la Unión Europea. Sin embargo, esas propuestas encontraron obstáculos, curiosamente, de parte de Rusia y los países árabes.
La Argentina, en tanto, se diferenció de esa grieta que atravesó las discusiones de los últimos días de la CMDT. El país firmó un acuerdo con Internet Society para el desarrollo de internet comunitaria, un proyecto tendiente a que las propias comunidades se ocupen de crear y operar sus propias redes de acceso.
El convenio propone trabajar en ocho ejes entre los que se encuentran los intercambios sobre regulaciones, protocolos y tecnologías, evaluaciones sobre las tecnologías a implementar en cada zona, y diseñar en implementar proyectos de manera conjunta que permitan un amplio acceso a internet en áreas rurales o con menor infraestructura de acceso, tal como informó iProfesional.
"El objetivo es apoyar y habilitar a las comunidades para que construyan sus propias formas de conexiones, lo que implica una nueva forma de pensar dentro de esas comunidades", explicó Raúl Echeberría, vicepresidente de Global Engagement para Internet Society.
Este acuerdo fue uno de los que se destacó en el marco de la CMDT 2017 puesto que el hecho de que la UIT haya elegido a Buenos Aires para este encuentro "nos ayuda a posicionar más nuestras políticas y nos otorga más presencia en la región", añadió González, en línea con la decisión política del Gobierno nacional de "posicionar a la Argentina en los foros internacionales".
El Ministerio de Modernización, a cargo de la organización del encuentro, planteó el objetivo de mejorar la velocidad de internet de 3,5 millones de hogares conectados en la Argentina, sobre un total de 7 millones, y alcanzar 2 nuevos millones de accesos entre 2017 y 2020.