Horas después del esperado lanzamiento del Pokémon Go, los jugadores que buscan a los famosos "monstruos", a los que se debe cazar y entrenar, poblaron los espacios porteños.
"Ya habíamos bajado la aplicación la semana pasada, pero no se podía jugar. Cuando me enteré de que ya estaba habilitada, le avisé a mi hermana y empezamos a jugar en casa", le contó a la agencia Télam Elizabeth, de 21 años.
"Esta mañana tenía que venir al centro a hacer un trámite y pensé: va a haber muchos pokémones así que la desperté y nos vinimos temprano a dar una vuelta", afirmó la joven, que salió "de caza" por el microcentro porteño.
Lucia, de 13 años, es muy pequeña para haber jugado al primer videojuego Pokémon (monstruos de bolsillo) que más tarde inspiró la serie de dibujos animados aparecida en 1997.
Sin embargo, señaló que vio "muchos episodios en YouTube y me gusta tanto este juego que hasta madrugué para venir al centro con mi hermana antes de ir al colegio".
El videojuego desarrollado por la empresa estadounidense Niantic, que desde su estreno mundial el 6 de julio rompió todos los récords de popularidad y esta semana superó las 100 millones de descargas en las tiendas de aplicaciones, llegó el miércoles a la Argentina junto con el resto de los países de Centro y Sudamérica.
Las pocas horas de ayer en las que estuvo en el país le alcanzaron para ubicarse como la aplicación más descargada del día por los usuarios de iPhones, tanto entre los juegos como entre las aplicaciones en general, aunque entre los usuarios de Android todavía no se había metido en los primeros lugares.
Sin embargo, se estima que estos números cambiarán a lo largo de este jueves y el juego escalará al tope de las preferencias, como hizo prácticamente en todos los países donde apareció antes.
Según contaron, las personas que se juntaron en grupos en la Poképarada, ubicada en una esquina de Perú e Independencia, rondaban entre los 15 a 30 años y se reían mientras miraban sus celulares.
El shopping Unicenter, ubicado en la localidad de Martínez, en el norte del Gran Buenos Aires también fue un lugar clave donde grupos de oficinistas que almorzaban en el patio de comidas miraban sus celulares y decían frases como "¡atrapé uno!" o se consultaban entre ellos con la misma pregunta "¿pudiste capturar a alguno?".