• 25/11/2024

Sueño insuficiente: los fármacos para dormir que más consumen los argentinos y sus riesgos

Los trastornos del sueño afectan a una porción importante de la población. Cuáles son las pastillas para dormir que más se venden en la Argentina
23/05/2023 - 17:05hs
Sueño insuficiente: los fármacos para dormir que más consumen los argentinos y sus riesgos

Se modificaron los patrones de descanso y de vigilia, y los que siguieron al pie de la letra las pautas estrictas del confinamiento que rigió durante la pandemia se llevaron la peor parte. A casi tres años de esa etapa crítica que se comenzó en 2020, los trastornos del sueño siguen vigentes, y gran parte de ese 60 por ciento de la población que en los meses posteriores al aislamiento aseguró que dormía mal -según datos de la Asociación Argentina de Medicina del Sueño-, aún no logró recuperarse.

"Empecé a tomar media pastillita de clonazepam hace dos años. Nunca había tomado nada para dormir, pero el encierro me mató. Estaba mal, angustiada, y fue el cardiólogo el que me mandó la receta por whatsapp", cuenta Leonor Calvano, que tiene 78 años, vive sola y es jubilada.

El de Leonor no es un caso aislado. El clonazepam, en distintas dosis y presentaciones de hasta cuatro laboratorios diferentes, fue el ingrediente farmacéutico activo (IFA) con mayor participación entre los cien psicofármacos más dispensados durante el año pasado, de acuerdo con los datos del último relevamiento que hizo el Observatorio de Salud, Medicamentos y Sociedad de la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA), que realiza estudios e investigaciones sobre el mercado de los medicamentos y su evolución.

El clonazepam pertenece al grupo de las benzodiacepinas y, por su efecto ansiolítico e hipnosedante, es uno de los más utilizados para dormir.

El doctor Facundo Nogueira, jefe del Laboratorio de Sueño del Hospital de Clínicas, confirma que desde el inicio de la pandemia, tanto los farmacéuticos como desde las cámaras del sector, comenzaron a advertir un fenómeno que, luego, se corroboró con datos: una suba importante en el consumo de psicofármacos en los meses inmediatos a la declaración de la pandemia.

También insiste en que no fue un episodio aislado y estricatamente atado a la coyuntura, sino una conducta que se sostuvo a lo largo del tiempo. "Lo que ocurre con los psicofármacos, además, es que hay una tasa de automedicación muy grande. La gente consume psicofármacos no solo por recomendación de un médico, muchas veces porque conoce a un familiar, un amigo o un conocido que ha tomado un determinado medicamento y le hizo bien. Entonces, y con los riesgos que esto implica, pretenden reproducir esa misma experiencia automedicándose", afirma.

El primer síntoma de que el dormir mal nos está afectando es sentir que estamos cansados durante el día

Fármacos para dormir: riesgos de un uso prolongado

Las benzodiacepinas disminuyen la excitabilidad neuronal y, de acuerdo con la experiencia de los especialistas, se las ha utilizado durante décadas como tratamiento en distintas afecciones, desde la ansiedad generalizada, las fobias, los trastornos obsesivos compulsivos, ciertas urgencias psiquiátricas como la agitación psicomotriz o los trastornos del sueño. Sin embargo, los expertos advierten que su uso prolongado es riesgoso.

"En el caso específico de los psicofármacos hipnosedantes que se usan para dormir, los más utilizados son las benzodiazepinas, que son fármacos que en su uso crónico pueden ser muy contraproducentes -advierte Nogueira-. Generan adicción y tolerancia; es decir, que van perdiendo efecto a lo largo del tiempo, con lo cual la gente tiene que ir aumentando la dosis. Se vuelven adictos y después es un problema suspenderlos porque generan síndrome de abstinencia".

Según el reporte de la COFA, y en un ranking donde figuran los ingredientes farmacéuticos activos (IFA) más prescriptos durante el año pasado, detrás del clonazepam (con más de 10 millones de unidades dispensadas) aparecen el alprazolam (con 6.325.630 unidades); el lorazepam (1.160.774 unidades); el zolpidem (1.411.000 unidades) y la sertralina (1.171.693 unidades).

"Hay un montón de medicamentos que están incluidos en esta familia que, en realidad, son psicofármacos que fueron desarrollados como ansiolíticos y que tienen propiedades hipnosedantes, generan, estimulan o inducen el sueño. Algunos lo hacen en forma más rápida y más corta; otros en forma más lenta y de mayor duración. Son bastante efectivos, pero como generan dependencia lo que sucede es que si la gente después no lo toma, entonces no puede dormir. Hay también otro tipo de medicamentos que se pueden utilizar que no forman parte de esta familia de fármacos. Pero en todos los casos, siempre se requiere la consulta con un especialista para determinar cuál es el más conveniente en función del cuadro clínico del paciente y sus antecedentes", describe el doctor Nogueira.

-¿Qué otro segmento de la población, además de los adultos mayores, llegan al consultorio con problemas para dormir?

-Los adultos mayores son los que tienen todos los mecanismos de regulación del sueño mucho más lábil. Cuando una persona envejece, todo el sistema regulatorio del sueño y la vigilia va perdiendo eficacia. A los ancianos les cuesta más quedarse dormidos y mantenerse dormidos, por eso suelen tener un sueño más corto, más superficial y lo reemplazan con siestas durante el día. Este grupo etario, además, sufrió con mayor intensidad el confinamiento, que implicó estar aislados durante meses y meses sin poder ver a las familias, a los hijos, a los nietos, con el terror de enfermarse. Esto ha generado un cuadro de angustia y ansiedad muy grande.

Los psicofármacos hipnosedantes que se usan para dormir son fármacos que generan adicción

El otro grupo etario también muy castigado fue el de los adolescentes, el de los chicos. Porque, por supuesto, al perder el ordenador externo de su agenda, que es ir al colegio o ir a estudiar, alteraron completamente los horarios, acostándose muy tarde por la noche, quedándose en la computadora, jugando en redes con sus amigos, que era la única forma que tenían de interactuar y socializar con sus pares. Eso generó en muchos casos cuadros de insomnio, y todavía hay muchas consultas de chicos que han quedado con cuadros de alteración del ritmo circadiano de vigilia-sueño, que es algo que cuesta muchísimo resolver. Aún hoy estamos pagando las consecuencias.

-¿Cómo detectar cuando el desorden del descanso afecta la salud y cuándo se debe consultar a un especialista?

-El primer síntoma de que el dormir mal nos está afectando es sentir que estamos cansados durante el día, o que al levantarnos a la mañana nos cuesta muchísimo comenzar la actividad. Que nos pesa el cuerpo, nos pesan los párpados. Nos sentimos embotados, a veces con dolor de cabeza, y nos cuesta mucho arrancar. Después, durante el transcurso del día, resulta difícil concentrarnos, incluso lapsos de pérdida de memoria. Cuesta incorporar conocimientos, prestar atención, mantenernos atentos en una reunión o en alguna presentación y eso, por supuesto, también afecta nuestro estado de ánimo, nuestro humor, y puede traer complicaciones sociales o problemas de convivencia.

Temas relacionados