Lluvias que no paran, ¿cuál es el impacto de las inundaciones en la salud?
Hace días que la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano están bajo un cielo nublado, un clima húmedo y de intensas lluvias. En muchos barrios los drenajes en las calles son inadecuados e insuficientes, por lo que el resultado de las lluvias intensas y continuas son calles y casas inundadas, con todas las consecuencias que ello implica para las personas que allí viven. Hasta ahí todas las pérdidas son materiales; severas, pero no salen del plano de lo material y económico. No obstante, es importante aclarar que las inundaciones ocasionan graves problemas sanitarios, que no solamente se presentan en el momento de la inundación, sino que además se prolongan cuando se produce el descenso de las aguas y en el retorno a los hogares. Así, las destrucciones materiales, la interrupción de los servicios públicos -luz, gas, agua potable- provocan riesgo de enfermedades inmediatos y el anegamiento y deterioro de los alimentos almacenados, la destrucción de las cosechas, la muerte del ganado provoca hambre, o como mínimo, deficiencias nutricionales, que se presentan a largo plazo.
En este contexto, la destrucción de las casas deja a muchas personas desamparadas, a veces en condiciones climáticas desfavorables, lo cual implica que tienen que albergarse en refugios, que suelen ser improvisados, en condiciones que rozan el hacinamiento.
Además, es necesario contemplar las graves consecuencias sanitarias y epidemiológicas de la inundación. Las más frecuentes son la contaminación de las fuentes de origen del agua, que crea condiciones que favorecen las epidemias; la migración de roedores a las viviendas durante la inundación y después de ella, la formación de numerosos charcos de agua estancada, lo que facilita la reproducción de mosquitos y otros vectores, provocadores del paludismo, el dengue y otras enfermedades trasmitida por vectores. El sistema de salud pública también se ve exigido cuando se dan situaciones de inundación, dado que es común que aumente el contagio de algunas enfermedades. Las más frecuentes son tétanos, hepatitis A, cólera, gripe, neumonía y otras patologías causadas por el frío, si es que la inundación se da en un clima frío.
Por otro lado, a los riesgos mencionados se le suman la posibilidad de sufrir electrocuciones, sobre todo en zonas donde el cableado eléctrico está al aire libre.¿Cuáles son las precauciones que hay que tener una vez que pasó la inundación?
En primer lugar, es importante tener en cuenta la calidad del agua, tanto para beber como para cocinar. En general, se recomienda no utilizar el agua corriente hasta no tener certeza de que es segura para su consumo, algo que en general las autoridades locales deberían recordar a la población. Es por eso que se aconseja consumir agua embotellada por unos días. En segundo lugar, en relación a los alimentos, cabe mencionar que no se deben consumir aquellos que podrían haber estado en contacto con agua de la inundación, dado que podrían estar contaminados y resultar perjudiciales para la salud. Para los niños, se recomienda utilizar los alimentos de conserva pre-preparados que no requieran agregado de agua.
Una vez que la persona esté en condiciones de regresar a su hogar debe tener en cuenta una serie de factores. En general, es conveniente que la corriente eléctrica y el gas (natural o envasado) se encuentren desconectados para evitar fuego, electrocución, o explosiones, hasta se haya asegurado las instalaciones.
Además, las paredes, los pisos y muchas otras superficies de la casa se deben limpiar con detergente y agua y desinfectar con lavandina. En este sentido, es fundamental poner particular atención en los sectores donde suelen estar los niños, ya que son quienes se encuentran más expuestos a todas las consecuencias mencionadas.