Síntomas de embarazo sin gestación: ¿cómo se manifiesta un embarazo psicológico?
¿Es posible sentir un embarazo pero sin estarlo realmente? La respuesta es sí y se conoce, precisamente, como embarazo psicológico; es la situación que se da cuando una mujer cree que está embarazada cuando en realidad no es así, debido a que está manifestando algunos síntomas objetivos propios de esa condición. Los especialistas han evaluado diversas posibilidades, aunque todavía no se conoce con exactitud cuál es la causa de esta condición. Una de las posibles explicaciones que se ha planteado es que, cuando se tiene un muy fuerte deseo por ser madre, la mente acaba influyendo en el cuerpo, ocasionando toda una serie de síntomas propios de los embarazos.
Las reacciones físicas que se manifiestan por causa mental son llamadas reacciones psicosomáticas, por lo tanto, los embarazos psicológicos son conjuntos de síntomas psicosomáticos.
Precisamente por eso es que el cuerpo de una persona que tiene un embarazo psicológico manifiesta cambios hormonales, como sucedería si la condición fuese real. Las hormonas luteinizante (LH) y folículo-estimulante (FSH) disminuyen, lo cual provoca que se interrumpa la ovulación y que se detenga el ciclo menstrual. Asimismo, suben los niveles de prolactina y progesterona, que son las sustancias que están detrás de varios síntomas también propios del embarazo real. La progesterona causa cansancio y somnolencia, mientras que la prolactina es la responsable de que el pecho segregue leche, aunque no haya un bebé al que alimentar con ella.
Por otro lado, también se dan alteraciones digestivas, como puede ser el estreñimiento, las náuseas y los vómitos. Además, es común que la persona sienta fuertes antojos y una mayor sensibilidad ante olores y gustos determinados, todas manifestaciones características de los embarazos.
Uno de los síntomas que contribuyen a que la mujer piense que realmente está embarazada es que la panza y las mamas crecen y se vuelven particularmente sensibles.
Otros síntomas que sufre la mujer con esta condición -y que también son comunes en los embarazos reales- son mareos, aumento del volumen del útero y ablandamiento del cuello uterino y un incremento de peso.
Tal como se mencionó, se desconocen los motivos exactos que pueden desencadenar un cuadro de estas características, aunque son varias las causas que podría manifestarse como posibles.
Una de las causas más comunes es el deseo que tenía la mujer de quedarse embarazada pero teniendo problemas para conseguirlo. Esta situación suele ocurrir en quienes han tenido problemas de fertilidad, un historial de múltiples abortos o, en los casos más graves, la pérdida de un hijo recién nacido. En este sentido, es importante tener en cuenta que el hecho de vivir en un entorno que suele relacionar a la maternidad con la realización como mujer contribuye a esta situación.
Otra de las causas que los especialistas evalúan apunta a que la mujer esté a punto de entrar en la menopausia, pero tenga miedo ante este nuevo período y crea en todo un repertorio de creencias estereotípicas al respecto como lo son la pérdida de juventud.
También se dan casos de embarazos fantasma en aquellas mujeres que temen atravesar esa condición por diversos motivos. También en hombres
Aunque parezca extraño, es posible que esta situación se dé en personas de género masculino. Más allá de la imposibilidad biológica de su sexo, también presentan signos físicos de embarazo y se conoce a esa condición como síndrome de Couvade. Es importante tener en cuenta que se presenta de manera distinta en los hombres, es decir, no es que el hombre piense que está embarazado, sino que manifiesta los mismos síntomas que su pareja, que es quien realmente se encuentra en estado. Esto significa que si ella vomita, él también lo hace; si ella tiene un antojo, a él también le apetece comer; y si ella sube de peso, pues él también.
Los síntomas en el hombre son muy similares a los de un embarazo normal; hay cambios de humor, aumento de peso e hinchazón abdominal, además de problemas gástricos. Todos ellos desaparecen en el momento en el que la mujer da a luz.