SALUD SEXUAL

La pastillita azul no es inocua: 3 preguntas que tenés que hacerte antes de tomar Viagra

El medicamento, que se utiliza para ayudar a los hombres con disfunción eréctil, puede tener efectos secundarios, al igual que cualquier otra droga
SALUD - 17 de Marzo, 2019

Viagra es un nombre comercial. La droga detrás de esa denominación es el citrato de sildenafil, aunque la mayoría de las personas desconoce este dato.

Más conocida como "pastillita azul", se trata de un fármaco que aumenta el flujo sanguíneo hacia el pene para ayudar al hombre a tener una erección.

Según datos del servicio de salud pública de Reino Unido, al menos dos tercios de los hombres que usan este medicamento para tratar la impotencia dicen que tienen mejores erecciones con la píldora.¿Quién puede usar Viagra y quién no?Es importante aclarar que, de acuerdo a lo indicado en el prospecto del medicamento, solo para los hombres mayores de 18 años que tienen impotencia, es decir, una incapacidad para tener una erección o para mantenerla.

Sin embargo, dado que es una droga que puede tener efectos secundarios en el cuerpo, siempre debe tomarse bajo receta y control de un profesional médico.

En general, los hombres que se quedan sin aliento o tienen dolor en el pecho al hacer ejercicio ligero -como subir dos tramos de escaleras- no deberían usar esta droga. Además, el servicio de salud pública del Reino Unido recomienda no tomar este medicamento en otros casos. Los pacientes con problemas graves en el corazón o en el hígado, quienes hayan sufrido recientemente un derrame, quienes tengan la presión baja, quienes estén en tratamiento con drogas que contengan nitratos y aquellos que padecen una enfermedad conocida como retinitis pigmentosa, no deberían consumir viagra.

Aunque el hombre que quiera tomar esta pastilla no se encuentre dentro de los casos mencionados, debe consultar a un médico antes de comprarla. En este aspecto, cabe aclarar que aunque se trata de un medicamento de venta bajo receta, hay casos en los que se puede conseguir sin la prescripción médica, al igual que otros productos.¿Puede ser peligroso?

Tal como se mencionó anteriormente, tomar sildenafil puede ser peligroso si la persona sigue un tratamiento con medicamentos llamados nitratos, ya que la combinación de ambos puede causar un peligroso descenso de la presión sanguínea.

Según explica el servicio de salud del Reino Unido, este medicamento no ha sido puesto a prueba eficazmente en combinación con drogas estimulantes como el éxtasis o la cocaína, alucinógenas como el LSD o otras sustancias psicoactivas, por lo que su combinación podría ser también potencialmente peligrosa.Más allá de estos casos puntuales, cabe destacar que se recomienda dejar de tomar las pastillas y consultar con un médico a partir de la aparición de algunos síntomas.

Si el paciente siente dolor en el pecho, si tiene erecciones prolongadas -de más de cuatro horas- y a veces dolorosas o si sufre una repentina pérdida de visión total o parcial, es recomendable dejar la toma de la pastilla. Asimismo, se aconseja hacerlo si aparece una reacción en la piel, acompañada de fiebre, descamación, hinchazón y ampollas en la zona, si la persona tiene convulsiones o si padece una reacción alérgica grave. ¿Existen tratamientos alternativos a la Viagra para la impotencia?

Hay otros fármacos que funcionan de una manera similar al sildenafil, aunque es importante obtenerlos a partir de una recomendación médica. Es necesario aclarar que todos los vasodilatadores pueden contribuir a mejorar el cuadro de disfunción eréctil, precisamente por el efecto que producen en el cuerpo, aunque hay algunos que están diseñados para ese objetivo. Además, este aspecto también está relacionado a la causa del problema, ya que si su origen es hormonal puede llegar a tratarse con hormonas. ¿Cuáles son las causas de la disfunción eréctil y qué factores aumentan el riesgo de padecerla?

La disfunción eréctil, popularmente llamada impotencia, es la incapacidad para conseguir una erección o mantenerla con la suficiente firmeza para tener una relación sexual.

Tener problemas de erección de vez en cuando no es necesariamente un motivo para preocuparse. Si la disfunción eréctil es un problema continuo, sin embargo, puede provocar estrés, afectar la confianza de la persona y contribuir a causar problemas en las relaciones. Los problemas para conseguir o mantener una erección también pueden ser un signo de una enfermedad no diagnosticada que necesita tratamiento y un factor de riesgo de enfermedades cardíacas. La excitación sexual masculina es un proceso fisiológico que involucra al cerebro, las hormonas, las emociones, los nervios, los músculos y los vasos sanguíneos. Esto implica que la disfunción eréctil puede ser el resultado de un problema con alguno de dichos factores. Del mismo modo, el estrés y las inquietudes relacionadas con la salud mental pueden provocar disfunción eréctil o empeorar el cuadro.

En la mayoría de los casos, la disfunción eréctil se debe a una combinación de cuestiones físicas y psicológicas.

Algunas de las causas físicas más frecuentes son la enfermedad cardíaca, la obstrucción de los vasos sanguíneos, los altos niveles de colesterol, la presión arterial alta, la diabetes, la obesidad y el síndrome metabólico. Además, la enfermedad de Parkinson, algunos medicamentos, el consumo de tabaco, la esclerosis múltiple y el abuso de alcohol u otras sustancias.

Respecto de las causas psicológicas, cabe señalar que el cerebro cumple una función clave en la activación de los sucesos físicos que provocan una erección, los cuales empiezan con la sensación de excitación sexual. Así, la depresión, ansiedad u otros trastornos similares, el estrés y los problemas en la pareja pueden desencadenar un cuadro de disfunción eréctil.

Los factores de riesgo están altamente relacionados a algunas causas, aunque hay otros que no tienen que ver con los motivos mencionados. Entre los principales se encuentran la diabetes, las enfermedades cardíacas, el consumo de tabaco, el sobrepeso y la obesidad. A su vez, algunos tratamientos médicos, las lesiones arteriales -sobre todo si se lastiman los vasos que controlan las erecciones-, la toma de antidepresivos, antihistamínicos y algunos medicamentos para regular la presión, los trastornos psicólógicos y el consumo de alcohol u otras sustancias, también se incluyen entre los factores de riesgo más importantes.

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