¿Te despertás con dolor de cabeza o en los dientes? Conocé qué puede causarlos
Despertarse con dolor de cabeza, en los dientes, en los músculos de la mandíbula, o incluso en el cuello, es frecuente para algunas personas. Hay quienes tienen este tipo de problema de manera eventual y esporádica, pero también hay casos en los que estas molestias se hacen presentes de manera casi constante. Es allí donde se encuentra el verdadero problema.
El bruxismo es un trastorno en el que la persona rechina o aprieta excesivamente los dientes. Se trata de una afección que puede presentarse de dos maneras; hay quienes padecen bruxismo diurno, ya que lo hacen durante el día mientras están despiertos, pero de manera inconsciente, y quienes tienen bruxismo nocturno, que es el más frecuente de ambos y sucede mientras la persona duerme. Este último se considera un trastorno de movimiento relacionado con el sueño, que a su vez pueden traer otros trastornos del sueño, como ronquidos o incluso apnea del sueño. ¿Cómo identificar si se padece bruxismo?
Rechinar o apretar los dientes es el principal síntoma de esta afección, incluso al nivel de que el ruido pueda despertar a la persona que duerme al lado. Como consecuencia de ello puede que los dientes luzcan aplanados, fracturados, partidos o incluso flojos.
El esmalte de los dientes también puede verse dañado por este trastorno.
Asimismo, es común que la persona sienta más dolor o sensibilidad dental, cansancio en los músculos de la mandíbula o la articulación algo trabada -en algunos casos no se puede abrir por completo y en otros la imposibilidad es para cerrarse-.
Dolor en el cuello, en el rostro, de cabeza, e incluso en los oídos también son síntomas frecuentes del bruxismo.
Las alteraciones en el sueño son otra de las manifestaciones características de esta afección. Por lo general, resulta difícil descansar mientras se aprietan los dientes de esa forma, lo cual lleva a que la persona sienta cansancio durante el día.
Las causas de este trastorno son, en realidad, una combinación de factores físicos, psicológicos y genéticos. El bruxismo puede deberse a emociones como la ansiedad, el estrés, la ira, la frustración o la tensión. En algunos casos, también puede ser un síntoma durante una fase de concentración o de mucho estrés o ansiedad.
Es por esto que los factores de riesgo de desarrollar esta afección son los mencionados como potenciales causas. El estrés, la ira y la frustración son los principales sentimientos que pueden desencadenar este síntoma. La edad también es un factor de riesgo, ya que son los niños pequeños quienes tienen más probabilidades de tenerlo, y tiende a desaparecer en la edad adulta.
A su vez, el tipo de personalidad también se considera dentro de esta lista, ya que aquellas personas agresivas, competitivas o hiperactivas pueden tener mayores probabilidades de tener bruxismo.
También cabe mencionar que algunos medicamentos psiquiátricos pueden provocar este trastorno como efecto secundario, aunque es poco frecuente. El consumo de tabaco, de bebidas con cafeína o alcohol, o de algunas drogas consideradas recreativas, pueden aumentar el riesgo de padecer bruxismo.
Por último, también puede estar relacionado con ciertos trastornos médicos y de salud mental, como enfermedad de Parkinson, demencia, trastorno de reflujo gastroesofágico, epilepsia, trastornos relacionados con el sueño, como apnea del sueño, y trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH).
En la mayoría de los casos, el bruxismo no causa complicaciones graves. No obstante, cuando el cuadro es muy intenso puede provocar daños a los dientes, las restauraciones, las coronas o la mandíbula, así como dolores de cabeza relacionados con la tensión. El dolor de cuello o facial muy intenso y los trastornos en las articulaciones de la mandíbula también pueden ser consecuencias de este trastorno.