Un nuevo trastorno alimenticio podría ser todavía más peligroso
Los trastornos alimenticios son un grupo de enfermedades severas que afectan la salud en toda su integridad. En la mayoría de los casos, las personas son capaces de luchar contra esa enfermedad con la ayuda necesaria, aunque en algunas ocasiones puede que las consecuencias sean más graves. La anorexia nerviosa, la bulimia, la vigorexia, entre otros, son algunos de los trastornos que se suelen incluir dentro de esta categoría.
Recientemente, se ha descripto una nueva enfermedad que podría resultar incluso más grave que las mencionadas anteriormente. Recibe el nombre de diabulimia y se trata de un trastorno alimentario que puede darse en personas con diabetes tipo 1 o insulinodependiente. Las principales características son la presencia de distorsiones corporales y una fuerte obsesión por la pérdida de peso, las cuales que provocan la negligencia voluntaria, la reducción o el cese del tratamiento de la insulina como método para reducir el peso corporal.
De esta forma, la persona no sigue el tratamiento de su condición médica de base o lo modifica con el propósito de perder peso. En este sentido la diabulimia es una condición especialmente grave, ya que a la ya de por sí peligrosa clínica propia de un trastorno alimentario se le agrega el hecho de padecer una diabetes insulinodependiente cuyo tratamiento es sistemáticamente detenido.
Además de la manipulación y alteración del uso de la insulina, es posible que quienes tienen esta alteración lleguen a manipular los datos reflejados por sus glucómetros, con el fin de que cuando se realizan los controles con el médicos estos marquen valores inferiores a los que correspondan. Aunque en algunos casos llevan una alimentación aparentemente normal, por lo general suelen existir pautas alimentarias irregulares con restricciones severas y posibles atracones.
Al igual que ocurre con la mayoría de trastornos alimentarios, la diabulimia aparece con mayor frecuencia en mujeres adolescentes o adultas jóvenes, aunque también se observan casos en varones.
Además, es importante destacar que se ha identificado esta alteración en personas anoréxicas. Se trata de un trastorno que actualmente aún no se encuentra como tal en manuales diagnósticos como el DSM-5, pero que podría considerarse como un trastorno no especificado.
Es habitual que quienes lo sufren tengan dificultad y malestar para comer en público o den muestras de malestar si tuvieran que inyectarse insulina cuando comen en público. Del mismo modo y al igual que con otros trastornos alimentarios, el rechazo a la propia figura corporal, el miedo a engordar y la preocupación excesiva por el peso es una constante que también se da en estos casos.
Los efectos adversos pueden ser realmente graves y están más relacionados al descontrol de la diabetes, como la hiperglucemia. También corren peligro el sistema cardiovascular y cerebrovascular, así como los riñones y el hígado, dado que aumenta las probabilidades de aparición de fallas renales y/o hepáticos, accidentes cerebrovasculares o patología cardíaca. Por último, es habitual que el paciente deba ser hospitalizado por cetoacidosis, un trastorno en el que el organismo consume a gran velocidad las grasas del cuerpo en un intento por obtener energía.
Las causas de este tipo de afección son, al igual que en el resto de los trastornos alimenticios, multifactoriales. Sin embargo, es posible afirmar que el descontento con la imagen corporal se encuentra entre los principales desencadenantes de esta enfermedad.