¿Qué aspectos psicológicos pueden ser considerados válidos para establecer inimputabilidad?
La imputabilidad es un concepto jurídico que indica que una persona entiende que su accionar afecta los intereses o derechos de otros y actúa en consecuencia, sea para bien o para mal. Por el contrario, si un individuo carece de esa comprensión, resulta inimputable y, por lo tanto, no es penalmente responsable del daño que causa.El Código Penal Argentino indica, en su artículo 34, que no es punible “el que no haya podido en el momento del hecho, ya sea por insuficiencia de sus facultades, por alteraciones morbosas de las mismas o por su estado de inconciencia, error o ignorancia de hecho no imputables, comprender la criminalidad del acto o dirigir sus acciones”.
Asimismo, indica, en los incisos del artículo, otros casos de imputabilidad: quienes obraren violentados por fuerza física irresistible o amenazas de sufrir un mal grave e inminente; que causare un mal por evitar otro mayor inminente a que ha sido extraño; obrare en cumplimiento de un deber o en el legítimo ejercicio de su derecho, autoridad o cargo; obrare en virtud de obediencia debida; u obrare en defensa propia o de sus derechos.
Ahora bien, más allá de los casos puntuales en que una persona puede considerarse inimputable, es importante preguntarse, ¿cuáles son los factores psicológicos que se asocian a la imputabilidad?
Un estudio publicado recientemente en la revista científica Scielo menciona precisamente cuáles pueden ser las causas psicológicas relacionadas con una declaración de inimputabilidad. De acuerdo a la investigación, donde se cita una entrevista a la Dra. Larissa Escalante, psiquiatra forense de la Sección de Psiquiatría y Psicología Forense del Departamento de Medicina Legal del Poder Judicial, de Costa Rica, las condiciones que conllevan a una imputabilidad disminuida o inimputabilidad se pueden clasificar en 3 grandes grupos. En primer lugar, los trastornos psíquicos, en segundo lugar, los disturbios mentales o desarrollo mental insuficiente y, por último, la grave perturbación de la conciencia.
Las enfermedades mentales, según la publicación, son aquellas que están dentro del listado de la Organización Mundial de la Salud OMS (Clasificación Internacional de Enfermedades CIE-10), así como en la práctica también es utilizado por psiquiatras y psicólogos clínicos. Además, también se incluyen las del Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales DSM-IV, de la APA (Asociación Psiquiátrica Americana), que contiene una clasificación de los trastornos mentales con descripciones de las categorías diagnósticas con el fin de que los clínicos puedan investigar, estudiar, intercambiar información y tratar los trastornos mentales.
El ejemplo más claro de este tipo de patologías es la psicosis, que a su vez se puede desencadenar por una serie de trastornos de diversa índole. La psicosis en sí misma se puede definir como un síndrome caracterizado por los delirios, alucinaciones, pérdida de contacto con la realidad y conducta desorganizada. El desarrollo de esta enfermedad se puede deber a patologías mentales como la esquizofrenia, trastorno afectivo bipolar, epilepsia del lóbulo temporal, patologías neurológicas o incluso el abuso de sustancias.
Es importante aclarar que en los casos de cada una de las enfermedades mencionadas se debe considerar la particularidad de la situación y de la persona en cuestión. Cuando un paciente padece esquizofrenia, por ejemplo, no siempre es posible saber si valora las consecuencias de sus actos, si la motivación de la conducta es defectuosa, si tiene noción de sus reacciones o si puede reprimirlas, según indica la publicación de la revista Scielo. En el caso mencionado, si el sujeto actuó durante una crisis psicótica motivada de acuerdo a las ideas delirantes que presentó en determinado momento, procederá la declaración de inimputabilidad. Es por eso que se debe tener presente que si las capacidades intelectuales están disminuidas se deberá considerar semi-imputable o con imputabilidad disminuida.
Hay otro tipo de cuadro que causa psicosis: el trastorno afectivo bipolar. Se trata de una afección caracterizada por episodios de manía y depresión mayor. En los episodios maníacos graves existe una gran dificultad para concentrarse con gran distracción, existen ideas de grandeza y aumento de confianza en sí mismo. Es así que la pérdida de inhibiciones sociales puede conllevar a un comportamiento impulsivo e inapropiado, incluso puede haber síntomas de psicosis.
Por el contrario, en los episodios depresivos, donde se altera el afecto puede verse comprometida la capacidad de comprensión de los actos cuando hay síntomas de psicosis que afecta el juicio. Es posible afirmar, entonces, que tanto en una fase como en la otra está justificada la inimputabilidad.
La demencia es otra de las enfermedades que puede desencadenar un cuadro psicótico. En sí mismo, es un término que se utiliza para denominar a un grupo de enfermedades neurológicas caracterizadas por déficits cognitivos, moderados y severos que son irreversibles, que afectan las funciones psíquicas, la memoria, el pensamiento y la capacidad de juicio. Altera las funciones intelectuales basales y desintegra las conductas sociales; hay pérdida del control de impulsos y pérdida de juicio crítico. Sin embargo, al igual que en los casos mencionados anteriormente, cada individuo con demencia se debe evaluar individualmente para determinar el tipo y el grado de afección de las capacidades.
La epilepsia, por su parte, es una enfermedad neurológica que puede dar lugar a cuadros psicóticos específicos y a cuadros alterados de conciencia. Durante las auras epilépticas, el individuo tiene conturbadas sus facultades cognitivas.
La conclusión de la investigación menciona que en Costa Rica, país donde se realizó el artículo citado, en relación con este tema, han catalogado a la epilepsia como un aspecto para disminuir la pena.
Otra de las condiciones que pueden influir en un estado de inimputabilidad o imputabilidad disminuida, es la relación con la intoxicación por consumo de alcohol, drogas, sustancias enervantes, estupefacientes u otras sustancias semejantes. Esto es así porque todas las sustancias mencionadas inhiben el comportamiento y los límites del mismo. Sin embargo, explica el estudio, se trata de una afirmación debatible, dado que la comprensión deja intacta la capacidad de entender lo ilícito de los hechos, ya que eso variará de acuerdo al tipo de droga, cantidad usada y los efectos que puedan generar, los cuales serán diferentes en cada persona que las utilizan.
Desde el punto de vista médico-legal para efectos de responsabilidad deben considerarse los niveles del tóxico en sangre, ya que el nivel de alcoholemia o de sustancias determinarán los efectos sobre la persona y por ende la capacidad para comprender lo lícito e ilícito del hecho que está en función de la capacidad cognitiva.El debate gira entorno a que existen condiciones en las cuales a pesar de encontrarse la persona con grandes cantidades del tóxico u alcohol en sangre se debe de considerar inimputable.
Por último, es clave mencionar a la emoción violenta como causa de inimputabilidad de una persona. El concepto es de origen jurídico y hace alusión a un trastorno mental transitorio incompleto y emocional. Implica una reacción directamente relacionada con lo emocional que a su vez conlleva una obnubilación del juicio crítico y una disminución del control de impulsos. Debido a que la persona actúa con intención pero bajo el impulso que se produce por la ruptura de los frenos inhibitorios, es considerado también causal de imputabilidad disminuida.
En conclusión, después de haber analizado la historia, la evolución, las condiciones y normativas con respecto a la imputabilidad e inimputabilidad, cabe aclarar que es importante para los especialistas poder determinar las condiciones claves que influirán en el actuar de los imputados en un determinado crimen. Así, será posible determinar las condiciones necesarias para su rehabilitación o por el contrario, la imposición de una pena que deberá cumplir como consecuencia de su actuar.