Bulimia y anorexia nerviosa, ¿quiénes pueden tener más predisposición a padecer estos trastornos?
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son enfermedades mentales graves que, en sus diversas formas diagnósticas, tienen una prevalencia en el mundo que se sitúa en la población femenina aproximadamente en el 4-6%, y en la población masculina, por debajo del 1%. El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, quinta edición, dentro de la categoría de ‘trastornos alimentarios y de la ingestión de la alimentación’, incluye, entre otros, la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa. Debido a la gravedad de este tipo de trastornos, en las dos últimas décadas se han multiplicado los estudios que analizan los factores asociados.En este sentido, es importante preguntarse ¿hay personas más propensas a padecer este tipo de enfermedades o se da de manera aleatoria? Recientemente, se publicó un estudio que analiza las variables que intervienen en el proceso de desarrollo de las patologías y que ahondaba en las características de quienes padecen este tipo de patologías.
Aunque no hay datos definitivos al respecto, estudios recientes indican que determinados rasgos neuropsicológicos podrían estar presentes de forma premórbida en pacientes con TCA y pueden considerarse como factores de riesgo en el complejo modelo multifactorial de estas patologías.
El abordaje en el estudio neuropsicológico de los TCA se ha realizado fundamentalmente con dos metodologías para una valoración integral: por una parte, las pruebas neuropsicológicas, y por otra, las técnicas de neuroimagen. Las primeras están destinadas a evaluar los posibles sesgos en las funciones cognitivas y a definir las características clínicas que caracterizan a estos trastornos. Las técnicas de neuroimagen, por su parte, se utilizan para explorar alteraciones de neurotransmisión, perfusión cerebral y metabolismo con la finalidad de establecer marcadores biológicos, pero no siempre permiten discriminar entre las diversas formas de expresión clínica.
De acuerdo a las conclusiones de la investigación “parece existir un perfil de riesgo caracterizado por rigidez cognitiva y coherencia central débil”. Es importante aclarar, sin embargo, que los resultados resultan más consistentes en relación con el perfil de riesgo en la anorexia nerviosa.
El objetivo del estudio era revisar las evidencias sobre los déficits en funciones ejecutivas, sesgos atencionales y coherencia central en la anorexia y la bulimia nerviosas con un perfil neuropsicológico de riesgo, un perfil neuropsicológico diferente asociado a las mencionadas patologías alimentarias y el papel de variables -índice de masa corporal, edad, ansiedad, impulsividad, alexitimia, estado de ánimo, imagen corporal- en la presencia de déficits neuropsicológicos.
Las conclusiones se pudieron alcanzar gracias a la revisión de 28 estudios empíricos de los últimos siete años encontrados en algunas bases de datos en inglés y español. Sin embargo, en el apartado final del análisis publicado los especialistas señalan que “se hallan ciertas inconsistencias en los estudios, probablemente debidas al tipo de metodología utilizada, los diferentes tamaños muestrales y el empleo de distintas pruebas para valorar el mismo proceso neuropsicológico”.
En base a eso, se plantea la necesidad de continuar explorando el área, a través de líneas nuevas de intervención e investigación. Incorporar estudios modelos predictivos, donde se consideren los efectos directos e indirectos de variables emocionales en los déficits neuropsicológicos presentes en personas con TCA, es una de las principales. A su vez, para que la generalización de los resultados pueda ser más amplia, también indican como necesario incluir en futuros trabajos y revisiones a pacientes hombres. La sugerencia aparece como consecuencia de que existe una incidencia creciente de este tipo de trastornos entre ellos y que se sabe poco aún de las características neuropsicológicas específicas de dicho grupo asociadas a los TCA.