Sarampión y rubéola ¿cómo proceder ante la campaña que comenzó recientemente?
El sarampión es una de las principales causas de muerte en los niños pequeños, a pesar de que existe una vacuna segura y eficaz para prevenirlo. Desde que la inmunización se aplica masivamente ha contribuido a reducir la mortalidad mundial por esta patología en un 84% entre 2000 y 2016, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La entidad estima que ese porcentaje representa alrededor de 20,4 millones de niños, es decir, de muertes que se han evitado a través de la inversión en la vacuna. Recientemente comenzó en Argentina la Campaña Nacional de Seguimiento contra Sarampión y Rubéola, que tiene como objetivo vacunar a todos los niños entre 13 meses y 4 años inclusive. Vigente desde el 1° de octubre hasta el 30 de noviembre, el plan busca reforzar la vacuna principal con una dosis adicional, obligatoria y gratuita de triple viral, independientemente de su estado vacunal anterior.
La vacuna triple viral es además una oportunidad de protección contra las paperas. Es importante aclarar que a todas aquellas personas que quieran vacunas a sus hijos no se les solicitará orden médica. Además, podrán concurrir a cualquier centro de salud y hospital público del país, donde se realizará la aplicación sin costo alguno.
Tiempo atrás Argentina logró eliminar la circulación endémica del sarampión y la rubéola. Sin embargo, ambos virus siguen presentes en otros países y enferman a su población. La permanente movilidad de personas genera riesgo de reintroducción de estos virus en el país. Por eso, la vacunación es la estrategia más efectiva para prevenir el sarampión y la rubéola. Es por eso que se realizan anualmente campañas de inmunización, que además se acompañan con difusión de información acerca de las patologías en cuestión.
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¿Qué son el sarampión y la rubéola y cuáles son sus principales síntomas?
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El sarampión es una enfermedad altamente contagiosa y grave provocada por un virus de la familia de los paramixovirus. Afecta directa y principalmente al tracto respiratorio y se extiende desde allí al resto del organismo. El primer signo del sarampión suele ser la fiebre alta, que comienza unos 10 a 12 días después de la exposición al virus y dura entre 4 y 7 días. En la fase inicial, el paciente puede presentar rinorrea -goteo constante en la nariz-, tos, ojos llorosos y enrojecimiento, y pequeñas manchas blancas en la cara interna de las mejillas.
Al cabo de varios días aparece una erupción en la piel, característica de la enfermedad. Conocida como exantema, generalmente se manifiesta en el rostro y la parte superior del cuello, que se extiende en unos 3 días, y finalmente afecta las manos y pies, aunque puede también invadir el resto del cuerpo. Este síntoma dura entre 5 y 6 días, y luego desaparece gradualmente. El intervalo entre la exposición al virus y la aparición del exantema oscila entre 7 y 18 días, con un promedio de 14 días.
La rubéola, por su parte, también es una infección viral, aunque provocada por un virus diferente al del sarampión y menos contagiosa y grave.
Los signos y síntomas de la rubéola suelen ser tan leves que resultan difíciles de notar, en especial en los niños. Por lo general, aparecen entre las dos y tres semanas posteriores a la exposición al virus y duran dos o tres días. Los más frecuentes son fiebre alta -mayor a 38.5 grados-, dolor de cabeza, congestión en la nariz, enrojecimiento de los ojos y sensibilidad de los ganglios linfáticos en la base del cráneo, la nuca y detrás de las orejas. A su vez, el paciente puede presentar una erupción en la piel de un color rosado, que comienza en la cara y se extiende al tronco y a los brazos y piernas, y dolor en las articulaciones, especialmente en las mujeres jóvenes.