¡Atención padres!: mitos y verdades sobre la alimentación de los más chicos
La alimentación de los niños pequeños es fundamental para que puedan desarrollarse y crecer correctamente. Es común que los padres se preocupen acerca de cuál es la mejor forma de alimentarlos, qué alimentos son más beneficiosos que otros, cuándo incorporar cada uno, entre otras dudas recurrentes. Para responder a algunas de las preguntas más comunes, la Organización Mundial de la Salud (OMS) junto con UNICEF elaboraron y publicaron una guía en la que explica cuáles son las principales pautas para el desarrollo de los niños, desde el punto de vista de la nutrición y alimentación. En primer lugar, ¿hasta cuándo es necesario alimentarlos solo con lactancia materna?Para que el crecimiento, el desarrollo y la salud sean óptimos, se debe alimentar a los lactantes exclusivamente con leche materna durante los seis primeros meses de vida. Es importante aclarar que por lactancia materna exclusiva la OMS entiende no proporcionar al lactante ningún alimento ni bebida -ni siquiera agua- que no sea la leche materna. Sin embargo, es importante aclarar que los padres pueden darle al bebé gotas o jarabes -vitaminas, minerales y medicamentos-. La leche materna es el alimento ideal para el crecimiento y el desarrollo sano del bebé, además de que la lactancia forma parte del proceso reproductivo y tiene importantes repercusiones para la salud de las madres.Pasados esos primeros seis meses, deben introducirse alimentos complementarios adecuados e inocuos. Los niños pequeños deben consumir productos variados, incluidos carne, pescado y huevos, con la mayor frecuencia posible.
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A partir de los 180 días, la OMS indica que la alimentación se complemente con la lactancia materna, por lo menos hasta los dos años. En principio, se considera que dos o tres veces al día entre los 6 y 8 meses de edad, cuando los bebés pueden comer alimentos en forma de puré, triturados y semisólidos. Un vez que cumplen los 8 meses, la mayoría de los niños pueden empezar a consumir alimentos que se pueden comer con la mano, por lo que también los ayuda a desarrollar sus propias habilidades. Más adelante -aproximadamente de los 9 a los 11 meses- se recomienda que coman este tipo de productos alrededor de tres veces al día, acompañados con un refrigerio nutritivo. A medida que el niño empieza a crecer, entre los 12 y los 24 meses, la OMS recomienda darle tres comidas y ofrecerle otros dos refrigerios nutritivos, si los niños y sus padres lo desean, dado que no es necesario. En esta etapa ya están capacitados, desde el punto de vista del desarrollo corporal y de su sistema digestivo, para digerir cualquier alimento. Por eso, ya se puede incorporar a su dieta los platos que se comen regularmente en su hogar, a menos que su médico recomiende lo contrario por algún motivo específico.En cuanto a la calidad de los alimentos, cabe destacar que deben ser adecuados para ese momento de la vida, lo cual implica que deben ser fuente de energía, proteínas y micronutrientes para cubrir las necesidades nutricionales del niño en crecimiento. Asimismo, es fundamental que se preparen y administren de forma higiénica para minimizar el riesgo de contaminación y, en consecuencia, de contraer enfermedades que se transmiten por esa vía. Si bien no tiene que ver con la alimentación en sí, la OMS señala que alimentar a un niño pequeño requiere una atención activa y estimulación para animarlo a comer.
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La transición desde la lactancia materna exclusiva hasta el consumo de los alimentos de la familia es un periodo delicado. Se trata de una época en la que muchos niños pequeños comienzan a padecer problemas de nutrición, un trastorno que contribuye a la elevada prevalencia de la malnutrición entre los niños menores de cinco años en todo el mundo. Es fundamental, entonces, que los niños pequeños reciban alimentos complementarios apropiados, suficientes y seguros para que el paso de la lactancia a la alimentación familiar se produzca sin problemas.El objetivo de la guía confeccionada y difundida por la OMS y UNICEF es crear una serie de pautas dirigidas a todos los países del mundo para ayudarles a formular políticas que favorezcan la salud de los más chicos. En este sentido, las instituciones buscan que los gobiernos puedan emprender actividades centradas en las prácticas de alimentación y el estado nutricional, el crecimiento y la salud de los lactantes y los niños. Los fundamentos centrales son dos: por un lado, la evidencia de que la nutrición tiene un papel esencial en los primeros meses y años de vida; por otro, la importancia de una alimentación apropiada para el desarrollo de la salud.La OMS agrega, a modo de conclusión, que una alimentación inadecuada en la primera infancia constituye uno de los principales factores de riesgo de mala salud a lo largo de la vida. Entre los efectos a largo plazo cabe destacar el mal rendimiento escolar, una menor productividad, alteraciones del desarrollo intelectual y social, y diversas enfermedades crónicas.