Vigorexia: ¿qué indicios ayudan a reconocer un trastorno de la imagen corporal?
Mantener un cuerpo saludable y tonificado es positivo, pero es importante cuidar que no pase a ser perjudicial para la salud
10/04/2018 - 17:15hs
Actualmente, mantenerse saludables es uno de los principales objetivos de muchas personas. En este proceso el ejercicio físico y la alimentación sana son dos de los pilares fundamentales, dado que contribuyen al buen funcionamiento del organismo. En consecuencia, la persona se siente mejor y, en general, tiende a mantener y aumentar estas costumbres a lo largo de su vida.
Hasta ese momento todo va bien y es realmente beneficioso para quien lo hace. Sin embargo, en el camino de mantenerse saludables a través del ejercicio y la alimentación es posible caer en extremos donde la imagen corporal se convierte en una obsesión estimulada por la idea de perfección que medios de comunicación promueven a diario.
El culto al cuerpo se puede extender a tal punto que acaba por convertirse en un fin para lograr una imagen socialmente aceptada o para alcanzar posicionamiento en un deporte -o al menos así lo siente la persona-. Aunque siempre ha existido una preocupación por la imagen corporal a través de la historia, la proliferación de tendencias fitness -muchas de ellas impulsadas por las redes sociales- han aumentado los casos de enfermedades psicológicas como la bulimia, la anorexia y la que trataremos en este artículo, la vigorexia.
Se trata de una patología que fue descripta por Harrison Pope en 1993 y se conoce también con otros nombres, como dismorfia muscular, complejo de Adonis u obsesión por el ejercicio. Es un trastorno silencioso que afecta principalmente a jóvenes deportistas dentro de los 18 y 35 años, particularmente a los hombres, aunque también puede afectar a las mujeres. Se caracteriza porque la persona sufre una distorsión patológica que le provoca insatisfacción con su imagen corporal y desarrolla una obsesión por la musculatura, por ver su cuerpo tonificado. Para lograrlo practican ejercicio de manera adictiva, compulsiva y excesiva y no descansan lo suficiente. Todas esas variables juntas las probabilidades de lesiones; recurren a una alimentación saturada de proteínas y carbohidratos, eliminando las grasas y, en algunos casos, llegan consumir hormonas de crecimiento, esteroides y anabólicos generando serios problemas de salud como la insuficiencia hepática, infertilidad, hipertensión arterial, arritmia cardiaca, accidentes vasculares y algunos trastornos psiquiátricos como depresión y agresividad.
Hasta ese momento todo va bien y es realmente beneficioso para quien lo hace. Sin embargo, en el camino de mantenerse saludables a través del ejercicio y la alimentación es posible caer en extremos donde la imagen corporal se convierte en una obsesión estimulada por la idea de perfección que medios de comunicación promueven a diario.
El culto al cuerpo se puede extender a tal punto que acaba por convertirse en un fin para lograr una imagen socialmente aceptada o para alcanzar posicionamiento en un deporte -o al menos así lo siente la persona-. Aunque siempre ha existido una preocupación por la imagen corporal a través de la historia, la proliferación de tendencias fitness -muchas de ellas impulsadas por las redes sociales- han aumentado los casos de enfermedades psicológicas como la bulimia, la anorexia y la que trataremos en este artículo, la vigorexia.
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Se trata de una patología que fue descripta por Harrison Pope en 1993 y se conoce también con otros nombres, como dismorfia muscular, complejo de Adonis u obsesión por el ejercicio. Es un trastorno silencioso que afecta principalmente a jóvenes deportistas dentro de los 18 y 35 años, particularmente a los hombres, aunque también puede afectar a las mujeres. Se caracteriza porque la persona sufre una distorsión patológica que le provoca insatisfacción con su imagen corporal y desarrolla una obsesión por la musculatura, por ver su cuerpo tonificado. Para lograrlo practican ejercicio de manera adictiva, compulsiva y excesiva y no descansan lo suficiente. Todas esas variables juntas las probabilidades de lesiones; recurren a una alimentación saturada de proteínas y carbohidratos, eliminando las grasas y, en algunos casos, llegan consumir hormonas de crecimiento, esteroides y anabólicos generando serios problemas de salud como la insuficiencia hepática, infertilidad, hipertensión arterial, arritmia cardiaca, accidentes vasculares y algunos trastornos psiquiátricos como depresión y agresividad.